En los últimos días ha llamado la atención una información relacionada con la infanta Elena y su manera de realizar compras, tanto en España como en el extranjero. Según distintas fuentes, lo habitual es que no sea ella quien efectúe los pagos directamente, sino que esta tarea quede en manos de sus escoltas o de personas de su entorno más cercano.
Este tipo de funcionamiento no es nuevo ni exclusivo de su figura. En contextos institucionales y con personas que cuentan con seguridad asignada, es común que no lleven consigo ni efectivo ni tarjetas bancarias. Por cuestiones prácticas y, sobre todo, de seguridad, se delegan estas gestiones a acompañantes de confianza. En el caso de la infanta, se trata normalmente de su equipo de escoltas, que se encarga de abonar las compras una vez ella ha abandonado el establecimiento.

También es frecuente que determinadas tiendas de lujo o establecimientos que visita con frecuencia tengan cuentas abiertas a su nombre o a nombre de su entorno. En estos casos, no se realiza ningún pago inmediato, sino que se emite posteriormente una factura que se gestiona de forma interna. Esta modalidad, aunque poco habitual en la vida cotidiana de la mayoría de ciudadanos, está normalizada en determinados círculos, especialmente cuando se trata de figuras públicas con una exposición mediática prolongada.
Una práctica extendida entre miembros de casas reales
Este protocolo no es exclusivo de la infanta Elena. También se ha conocido que la reina Sofía, por ejemplo, sigue un funcionamiento muy similar. No utiliza tarjetas ni dinero en metálico en sus salidas y delega cualquier tipo de gestión económica en su equipo personal. Se trata de una forma de proceder que busca ante todo comodidad, seguridad y discreción.
Lejos de representar un comportamiento irregular, este tipo de rutinas forman parte de la logística habitual en figuras con protección institucional. Evitan situaciones comprometidas y permiten que quienes forman parte de la familia real puedan desarrollar su vida privada sin interrupciones ni riesgos innecesarios.
En el caso de la infanta Elena, su forma de actuar responde a este mismo patrón. Un detalle más de cómo se organiza el día a día de personas que, aunque alejadas del foco institucional, siguen representando a una de las familias más visibles del país.