En 2015, Felipe VI y Letizia relevaron a los reyes eméritos. La cena habitual de Marivent con autoridades políticas y militares se transformó en una recepción sencilla. Desde entonces, la tradición se mantuvo. Y este año ha tenido dos novedades importantes: Leonor y Sofía se unieron por primera vez al acto. Acapararon todas las miradas. Pero no fueron las únicas.
También llamó la atención la presencia de la reina emérita Sofía. Es cierto que su presencia venía siendo habitual. Pero este verano tenía previsto no acudir. El motivo: la delicada salud de su hermana, Irene de Grecia. Sofía quería quedarse en Madrid para cuidarla. Finalmente, cambió de opinión. Lo hizo a petición de su hijo, el rey Felipe VI.
La reina emérita Sofía no está bien
Pero la realidad es que Sofía no está bien. Tiene 86 años. Y el paso del tiempo se nota. En lo físico. Y en lo emocional. Su entorno habla abiertamente de depresión. Hay señales claras. Su mirada ausente. Sus movimientos lentos. Su forma de estar, sin estar del todo.
Como señaló la periodista Pilar Eyre, “solo sonríe con la boca”. Sus ojos están tristes. Su cuerpo habla. La causa principal es su hermana Irene. Su estado preocupa profundamente a la reina emérita. Por eso quería quedarse a su lado. Pero no es lo único que le duele.
También sufre por el distanciamiento entre sus propios hijos. La relación entre Felipe, Elena y Cristina ya no es la de antes. La unidad familiar se ha roto. Para una madre, eso es devastador. Tampoco encuentra alivio en sus nietos. Con Leonor y Sofía, la relación es fría. No hay gestos de complicidad. Ni muestras de afecto. Los otros nietos apenas aparecen por Zarzuela. Y cuando lo hacen, es por conveniencia. No por cariño. Vienen a descansar, no a acompañar. Todo eso se acumula. Y pasa factura emocional.
Felipe VI, muy pendiente de su madre
Los expertos en monarquía coinciden: Sofía está deprimida. No hay comunicado oficial. Pero se nota. Por eso, este año Felipe VI insistió especialmente en que su madre viajara a Mallorca. Quería que se sintiera útil y relevante. En otras palabras, que recuperara las sensaciones de reina. Que recuperara, aunque fuera por unos días, la dignidad institucional que tuvo. También quiso alejarla de su realidad diaria en la que predomina la tristeza y el silencio.
Porque el rey ha visto todo esto de cerca. Lo ha vivido en primera persona. Y está profundamente preocupado por el verdadero estado de salud de su madre.