Felip y Letizia continúan su viaje oficial en Argentina, y su última parada ha sido en Córdoba para inaugurar la séptima edición del Congreso Internacional de la Lengua Española. Su estancia será de menos 24 horas, muy fugaz, hecho que no ha impedido que el gobierno argentino haya tomado medidas de seguridad extraordinarias: Francotiradores, cuerpos policiales especiales e incluso, entrevistas personalizadas a los vecinos de los alrededores del teatro del Libertador San Martín. En total, un dispositivo de más de 1000 efectivos, según informa Infobae.

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El congreso ha contado con la presencia del presidente del país, Mauricio Macri, de los reyes de España, de Mario Vargas Llosa o de Joaquín Sabina, entre otras personalidades. Y es tanta la expectación en la ciudad que las medidas de seguridad se han intensificado hasta límites delirantes. Participa la policía cordobesa, la policía federal, la gendarmería nacional, la policía de seguridad aeroportuaria, el cuerpo de seguridad presidencial, las fuerzas militares, expertos en explosivos y el servicio de escolta de la casa real. Todos los cromos, vaya.

Y es que nada puede salir mal durante la corta estancia de Felipe y Letizia, que ya han tenido más de un tropiezo durante este viaje oficial. La ciudad vive la cita como una de las más importantes de su historia, sólo comparable a la visita de Barack Obama. Parece un poco exagerado comparar la trascendencia de uno y otros, pero los argentinos no quieren arriesgarse. Eso sí, ya han evidenciado las diferencias entre Obama y los Borbones: "El servicio secreto americano es mucho más restrictivo; por ejemplo, nadie puede cruzar a su personalidad en un pasillo. La española, mientras las personas hayan sido previamente chequeadas, lo permiten". Seguridad, sí, pero a la española.

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Desde la llegada del comitiva se ha podido coger el celo de las autoridades, con francotiradores siguiendo el recorrido del séquito real hasta el hotel Sheraton, calles cerradas, etcétera. Los damnificados, como siempre, los habitantes de las zonas afectadas. Sufren cacheos, no pueden aparcar sus vehículos cerca de casa e incluso han sido interrogados individualmente durante las últimas semanas. Todo con el fin de que no se acerquen al congreso, que parece solo ser para las élites.