Un fantasma recorría ayer los despachos del Madrid político y económico (y no es el del comunismo): ¿es posible algo parecido a la independencia exprés de Catalunya, y, además, por la vía reglamentaria? Preguntas, preguntas y más preguntas después de que la Mesa del Parlament diera luz verde a la tramitación de la reforma del reglamento a propuesta de Jxsí, ahora sí, por la vía de una ponencia conjunta, una vía directa para acelerar la desconexión, la ruptura Catalunya-Espanya. Las peticiones de reconsideración del trámite cursadas por la oposición fueron rechazadas por 4 votos en 3 en la reunión del órgano de gobierno de la Cámara.

Reforma del reglamento que, de salir adelante facilitaría la aprobación en un abrir y cerrar de ojos, por el trámite de urgencia, la ley de transitoriedad jurídica. El texto que permitiría amparar el referéndum en el paso "de la ley a la ley", en expresión del presidente Puigdemont. El símil está claro. Así como de la legalidad franquista se pasó a la legalidad democrática con el haraquiri de las Cortes del régimen, en Catalunya se podría transitar de la puesto-autonomía a la "preindependencia" por un camino no tan desconocido.

¿La independencia en dos horas de debate parlamentario? Para hacerlo, es necesario que la reforma del reglamento salga adelante, mediante una ponencia conjunta que presidiría la propia presidenta de la Cámara, Carme Forcadell -en la imagen, con el vicepresidente primero de la Mesa, Lluís Corominas-. Se podría poner en marcha de manera inmediata, aunque la oposición confía en hacerla decaer negándose a asistir. Si finalmente se aprueba la reforma del reglamento tal como la plantea JxSí con el apoyo de la CUP, ya sería posible que un solo grupo -con el actual reglamento tienen que ser todos, o bien el Govern- promueva la aprobación por el trámite de urgencia de la proposición de ley de la "desconexión". Por la vía rápida, en un pleno, en paralelo al cual se especula que se podría convocar el referéndum anunciado.

La independencia por la vía reglamentaria. Atención. El Gobierno del Estado podría tener serias dificultades para provocar de manera inmediata, mediante el recurso al Tribunal Constitucional, la suspensión del acuerdo parlamentario, la luz verde a la ley de desconexión por el procedimiento de lectura única, y que se introduciría en el orden del día en plena sesión. De hecho, ayer apareció un primer indicio de que la autonomía de los parlamentos y los derechos de los miembros del legislativo, es decir, los diputados, pueden ser a veces una pared difícil de saltar para determinadas iniciativas judiciales activadas desde el Ejecutivo.

El entorno de la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, hizo saber que no recurriría de entrada la aprobación del nuevo reglamento de la Cámara que promueve JxSí, el cohete para propulsar la independencia exprés. ¿Cómo? La razón es que el Ejecutivo español podría encajar un gol en propia puerta. Por eso, la iniciativa -el recurso de amparo al TC- ha sido delegado al PP catalán. Su coordinador general, Xavier Garcia Albiol, confirmó que asumía el encargo preventivo de la vice. En procesos de este tipo, cualquier pequeño error -o acierto- puede ser decisivo.

Nervios, nervios, nervios. El inicio del trámite parlamentario de lo que podría suponer la independencia rápida y por la vía reglamentaria, por la vía -posiblemente la menos prevista- de la reforma del reglamento de la Cámara propuesta por JxSí con el objetivo de dificultar posibles inhabilitaciones de los miembros del Govern, preocupa y mucho en Madrid. El tono más que desagradable y encendido de Sáenz de Santamaría en la dura réplica al senador Josep Lluís Cleries - "Ustedes viven en una realidad paralela" - , durante la sesión de control al Gobierno central en la Cámara Alta de ayer tarde era la evidencia clara.

Las formas de la Operación Diálogo -y las de la famosa foto del Mobile- quedaban lejos, muy lejos. Y la victoria del unionismo con el dictamen del Consell de Garanties Estatutàries que invalida la disposición adicional de los presupuestos para financiar el referéndum empezaba a desvanecerse. El vicepresident, Oriol Junqueras, ya ha recibido el encargo de cuadrar de nuevo el círculo, de manera que se pueda hacer un cambio en el articulado que satisfaga  al PDeCAT sin poner en riesgo el sí de la CUP a los presupuestos. ERC consolida posiciones en el centro de la partida.

El tercio de Montellà

Fue el mismo día que el presidente del Foment del Treball, Joaquim Gay de Montellà, intentó resucitar la tercera vía en Madrid con una propuesta de nuevo Estatut para Catalunya -, naturalmente referendable-. Una sugerencia al Gobierno del PP para dar satisfacción al "tercio" de la sociedad catalana, que, a su parecer, no está ni con los unos ni con los otros. Un Estatuto como el que recortó el Tribunal Constitucional en el 2010, y con varios blindajes competenciales: financiación (pacto fiscal), lengua, infraestructuras. Justo lo que propuso Artur Mas a Mariano Rajoy en el 2012 después de la primera gran manifestación por la independencia y antes de las primeras elecciones que anticipó.

Montilla y el protocolo

Nervios, nervios, nervios. A Montellà lo escuchaban, entre otros selectos invitados a la conferencia, el expresidente y senador José Montilla y el delegado del Govern de la Generalitat en Madrid Ferran Mascarell, dos viejos compañeros de partido y de gobierno. Fue el día que Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, y Miquel Iceta, primer secretario del PSC, rubricaron en Ferraz el nuevo acuerdo de relación entre los socialistas catalanes y españoles. Me dice un observador atento de las cosas que van pasando que, con el protocolo actual, que posibilita al PSOE intervenir en la política de alianzas de los socialistas catalanes, Montilla no habría llegado a presidente de la Generalitat en el 2006. Que José Luís Rodríguez Zapatero habría podido imponer -cómo parece ser que prometió- Artur Mas al PSC. La presidencia del de Iznájar, al frente del segundo tripartito, fue el penúltimo gran acto de soberanía del PSC. El último fue el "no es no" a Rajoy.