Los hechos de estos días están generando unos cuantos consensos generalizados. Uno de los más extendidos hace referencia a los Mossos y a su eficacia. La operativa y la comunicativa.

Sobre la primera, hoy mismo está quedando nuevamente demostrado que es impecable (cuando escribo esta pieza hay una operación en marcha en el Penedès). Y, en todo caso, cuando definitivamente acabe esta pesadilla será momento de hacer el balance global. Centrémonos, pues, en la segunda vertiente.

Desde el primer momento, la cuenta en twitter de @mossos está ofreciendo información prácticamente en tiempo real de lo que está sucediendo, de las operaciones que se llevan a cabo y ofrece consejos y recomendaciones a los ciudadanos. Y lo está haciendo en catalán, castellano e inglés. Su trabajo está siendo de gran ayuda porque desmonta rumores y especulaciones y, sobre todo, tranquiliza y da confianza a la gente.

Estos días los ciudadanos hemos aprendido a mirar la cuenta de @mossos para informarnos directamente de lo que está pasando. Y los periodistas hemos aprendido a parar los rumores que nos llegan y sólo informar de hechos confirmados por esta cuenta que, insisto, prácticamente los ofrece en tiempo real y siempre a partir del momento en que la noticia está confirmada.

Con respecto a la comunicación de Interior, la parte política a cargo del conseller Joaquim Forn es impecable. Explica lo que toca, no se mete en ningún jardín y deja la parte técnica a quien sabe, que es el mayor Trapero. Y Trapero está comunicando con un rigor que tendrá que ser estudiado. ¿Exagero? No, lo han dicho varios periodistas extranjeros que estos días están trabajando aquí y periodistas tan poco sospechosos como María Ramírez, la hija de Pedro J.

Sin embargo, al final ha pasado lo que tenía que pasar y que hace horas iba revoloteando el ambiente. Hoy, en la rueda de prensa de los consellers Forn y Mundó y del mayor Trapero, un periodista se ha quejado de que se estaba hablando en catalán y ha amenazado con irse. Al final, sí, se ha levantado de su silla, pero se ha quedado en la sala:

El #PuesMoltBéPuesAdiós de Trapero ha triunfado enseguida en la red y ha provocado respuestas como esta:

Y es exactamente eso. Personas como la de este tuit o el periodista que ha hecho posturismo supremacista (aquí se habla el idioma de que yo digo cuándo yo digo) creen que aquí hablamos catalán por ideología. O sea, hablamos nuestra lengua, no porque que sea la manera de expresarnos de forma natural sino para fastidiar, para hacer política. Y exigen que, en una rueda de prensa realizada en catalán y castellano y donde se responden las preguntas en catalán y en castellano, sólo se hable castellano. Oiga, ¿y esta no es una exigencia hecha por ideología? ¿Y, concretamente, una ideología totalitaria? ¿O quizás sólo es ignorancia? ¿Es mala fe? ¿Un golpe con el suelo del paritorio en el momento de nacer?

Pues quizás es todo eso y sumándole el concepto "catalán de payés". Consiste en mirarte el mundo desde tu ático del Upper Diagonal o del Eixample de BCN y desde tu segunda residencia en la Costa Brava pensando que el resto del país son gente con boina que apestan a "campo" y a quien te miras exclamando "¡Huy, que rusticos"!.