Está previsto que el sábado se celebre una manifestación de repulsa por el atentado terrorista de La Rambla del pasado 17-A. Me parece increíble que ante la gravedad de la situación, lo más importante sea debatir si el jefe del Estado debe asistir o no. Como ya quedó claro en la concentración del día siguiente en la plaça de Catalunya, la gente tiene más juicio y agudeza que los políticos oportunistas. El grito popular "No tinc por" superó la proliferación de corbatas negras y los perfumes caros de la primera fila. Era el grito espontáneo de una multitud que miraba hacia el Tibidabo. No sé por qué, porque lo lógico habría sido mirar hacia otro lado, hacia la Rambla.

No se sabe quien toma decisiones tan rematadamente idiotas. Pero alguien las toma. Como la que tomó en su día el Gobierno de Mariano Rajoy, a sugerencia de su ministro del Interior, el maníaco Jorge Fernández Díaz, de incomunicar a los Mossos d'Esquadra de las redes policiales europeas y mundiales. El PP cree tanto que Catalunya es España que en los grandes momentos de peligro de atentado terrorista, va y decide que no pasa nada, que la policía de Catalunya ya se lo hará ella solita. La seguridad de los ciudadanos de Catalunya, aquella ciudadanía que los unionistas dicen representar mejor que nadie, porque ellos sí que son patriotas y españoles de verdad; esta ciudadanía, que se joda, por soberanista. Si hay muertos, seguro que la culpa es de los independentistas catalanes y de unos Mossos d'Esquadra insurgentes y no de ellos.

La seguridad de los ciudadanos de Catalunya, aquellos que los unionistas dicen representar mejor que nadie, porque ellos sí que son patriotas y españoles de verdad; esta ciudadanía, que se joda, por soberanista

La prensa internacional, en cambio, que se mira las cosas con una cierta distancia, salvo algún corresponsal holandés xenófobo que convirtió al major Josep Lluís Trapero en trending topic mundial, ha resaltado la profesionalidad de los Mossos. Trapero se ha hecho famoso con el hashtag #buenoposmoltbéposadios, acompañado de unas originales camisetas con la cara del major. Pero eso no es lo que más escuece al Gobierno de España, y sobre todo a la tropa unionista catalana. Lo que más les corroe es que la prensa internacional ha hecho público a diestro y siniestro que Catalunya ha gestionado la crisis terrorista como una administración solvente, como si realmente fuera un Estado independiente. Como es evidente que ningún gobierno promueve un ataque terrorista para hacerse un homenaje, está claro que la respuesta del Govern Puigdemont a los hechos del 17-A demuestra que la Generalitat funciona mejor de lo que se acostumbra a decir.

Durante las primeras horas después de los hechos de La Rambla, antes de la comparecencia del conseller Joaquim Forn y del mayjor Josep Lluís Trapero, las radios hervían con las opiniones de comentaristas que no sabían nada. Todos pontificaban, así sí. Y todos sabían a ciencia cierta no se sabe cuántas cosas. Hasta que de golpe, el major del Mossos d'Esquadra, un individuo a quien prácticamente no conocía nadie si no fuera porque el año pasado la prensa lo crucificó por haber acudido a comer un arroz en Cadaqués con la Rahola y unos amigos, se pone detras del atril y dice que el atentado de La Rambla y la explosión de la torre de Alcanar tenían relación. ¡Glups! En las mesas de los tertulianos se pidió Agua del Carmen para reavivar del desmayo a los más listos. Nadie, absolutamente nadie, no sabía nada sobre la conexión entre Alcanar y Barcelona que había anunciado Trapero.

Los puritanos dicen que el atentado no tendría que haber servido para tirarse los trastos a la cabeza entre unionistas e independentistas. ¿Es que se puede ser tan ingenuo como para creer que el combate político sobre el caso catalán se detendrá por una cosa así? Al contrario, un atentado como este ha hecho aflorar con toda la crueldad del mundo hasta donde están dispuestas a llegar las autoridades españolas para impedir el autogobierno de Catalunya. Que los Mossos d'Esquadra y el Govern fueran eficientes en su trabajo, que actuaran como un casi Estado independiente, no ha puesto en peligro a nadie. Al contrario, ha dado seguridad a los ciudadanos. Y la prueba es que de sopetón, los Mossos son felicitados por la calle y la gente los aplaude en el mismo escenario donde Ester Quintana perdió un ojo por los efectos de una bala de goma. En todo el mundo la gente demuestra afecto hacia la policía que la protege, a pesar de errores que pueda cometer. Como contrasta esta modernidad de los Mossos con la rancia homilía del purpurado catalán a la misa oficial católica celebrada a la Sagrada Familia. ¿Había que volver en las épocas en que las autoridades civiles entraban bajo palio en las iglesias? No, pero hay quien vive más en el pasado que en el futuro, incluso lingüísticamente.

Si estos reyes quieren ser útiles para alguna cosa y quieren ayudar a la convivencia, lo mejor que podrían hacer sería sumarse a la denuncia de la catalanofobia

La manifestación del sábado reproducirá lo que pasó al día siguiente del atentado. El mundo ha dado demasiadas vueltas y sólo una minoría todavía se deja impresionar por unas fotografías reales en los hospitales de Catalunya y por los doseles eclesiales. Si estos reyes quieren ser útiles para alguna cosa y quieren ayudar a la convivencia, lo mejor que podrían hacer sería sumarse a la denuncia de la catalanofobia protagonizada por muchos de sus súbditos en la España castellana y para templar las embestidas de los partidos dichos constitucionalistas contra el soberanismo catalán. Si no hace eso, que es lo mínimo y que el rey emérito supo hacer mejor que ellos, lo mejor es que el sábado Felipe y Letizia echen juntos la cabezada en el palacete de la Zarzuela. El hogar familiar que les pagamos entre todos, al menos de momento.