Cuando la caída de la familia Pujol-Ferrusola parece haber llegado a su fin, una nueva noticia acaba salpicando de una u otra manera a alguno de los miembros del clan. La última que acaba de dar a conocer la UDEF es de las que pone los pelos de punta y nos enseña cómo la realidad muchas veces es capaz de superar a la ficción. Difícilmente el director de un programa como Polònia, Toni Soler, hubiera podido pensar para un capítulo del exitoso espacio de humor político una manera de relacionarse con una entidad bancaria como la ideada por Marta Ferrusola a la hora de redactar en notas de su puño y letra las instrucciones a la Banca Reig de Andorra, con la que operaba en 1995. Ella era la "madre superiora de la congregación", el responsable de la entidad bancaria era el "reverendo mosén",  su hijo Jordi "el cura de la parroquia" y el dinero a transferir tenía como unidad de cuenta no la peseta, que era la moneda de circulación de uso corriente en aquellos años, sino el "misal", el libro litúrgico para la celebración de la misa en el rito romano. Así, dos misales eran dos millones de pesetas y "el traspaso de dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del cura" significaba traspasar dos millones de su cuenta corriente a la de Júnior (JPF).

El hecho de que la noticia se haya conocido el día que iba a declarar en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y la secretaria primera de la Mesa, Anna Simó, por haber facilitado la discusión y votación en la Cámara catalana del proceso constituyente no resta ni importancia ni gravedad a una y otra noticia. Claro que el día ha sido cuidadosamente escogido para rebajar el impacto de la comparecencia de Forcadell en sede judicial, toda una anomalía en democracias de nuestro entorno. Pero ello no puede ni debe tapar el comportamiento de quien dirigió durante 23 años la Generalitat y quiso ser un referente moral y ético de Catalunya. Hoy ya sabemos que eso no ha sido así, ni muchos menos. También sabemos que los trapicheos de Marta Ferrusola no acabarán salpicando el movimiento independentista que nada tiene que ver con los presuntos delitos de la familia Pujol.

Ese es uno de los errores que más veces se ha producido desde que se conoció el caso de la fortuna de la familia Pujol en Andorra: pensar que la caída del expresident y su familia llevaría aparejado el consiguiente desplome del independentismo. Hoy, Pujol no solo no forma parte de ese movimiento, sino que muchos de sus actores están muy alejados del pujolismo y también de la corrupción política y de los diferentes casos judiciales que hay en marcha.

Puestas las cosas en su sitio, habrá que seguir insistiendo en que los procesos judiciales con que se aborda la situación política en Catalunya no dejan de ser un camino a la desesperada por parte del Estado que, lejos de rebajar la internacionalización del conflicto no hace sino amplificarlo. E incomodar a muchas cancillerías que empiezan a manifestar abiertamente que el camino emprendido por las autoridades españolas es equivocado. Y a poner negro sobre blanco en algunos papeles oficiales las conversaciones que mantienen con las autoridades catalanas.