La Agencia Internacional de la Energía ha publicado este miércoles su informe de perspectivas anual con un apéndice dedicado al apagón del 28 de abril en España. En él reconoce que en los minutos previos al apagón, "el sistema eléctrico se volvió inestable, con fluctuaciones inusuales en la tensión y el flujo de potencia". Esto precedió a un "aumento de la tensión, ya que los generadores que habían estado absorbiendo potencia reactiva fueron desconectados erróneamente por los sistemas de protección, a pesar de que los niveles de tensión todavía no habían superado los umbrales definidos por la normativa", apunta el informe, lo que, con la tensión, "provocó una avalancha de apagones adicionales". 

"Cientos de megavatios de fuentes distribuidas más pequeñas se desconectaron inesperadamente, lo que dificultó aún más la respuesta de los operadores del sistema", dice el informe. "En última instancia, el sistema ibérico quedó aislado del resto de Europa y los sistemas de seguridad automáticos no pudieron evitar un colapso total", añade. El restablecimiento eléctrico, apunta la AIE, fue gracias a la energía hidroeléctrica, las centrales térmicas y las importaciones de Francia, en primera instancia, lo que permitió que de madrugada las subestaciones estuvieran activas y la demanda cubierta. 

"El incidente demuestra que la seguridad eléctrica en los sistemas eléctricos modernos depende no solo de la generación, sino también de la calidad de la operación de la red y del comportamiento de todos los activos conectados", apunta el informe. Pide, por tanto, normas vinculantes "que exijan a todos los generadores dar soporte al sistema durante las emergencias y desconectarse solo si se superan umbrales claramente definidos". Resalta la importancia de la preparación y cómo "las interconexiones con países vecinos, los protocolos de emergencia robustos y la capacidad de arranque en negro" fueron claves para el restablecimiento. 

La autoridad energética destaca que "mantener y fortalecer estas capacidades es crucial". La seguridad y la resiliencia del suministro eléctrico deben ser revisados y, para ello, la AIE enumera cuatro pilares necesarios en un nuevo escenario con más generación dispersa por las renovables. 

En primer lugar, una infraestructura de redes "robusta", con "redes sólidas e interconexiones regionales", que va en la línea de la ofensiva inversora en red prevista por el estado.

En segundo lugar, la flexibilidad del sistema eléctrico que ayude a "equilibrar oferta y demanda, lo que incluye la respuesta a la demanda, el almacenamiento y el mantenimiento de la generación gestionable, así como medidas para garantizar que los mercados valoren adecuadamente estos servicios", dice el informe. 

El tercer punto es aportar "soluciones técnicas, como condensadores síncronos o baterías equipadas con inversores formadores de red", dice el informe. Uno de los problemas de la mayoría de generadores renovables para adaptarse a los cambios de tensión es que tienen generadores asíncronos que van detrás de la tensión que marca la red y no son capaces de imponerla ellos. 

La última recomendación es "adaptar los marcos operativos a medida que los sistemas eléctricos se transforman, actualizando los códigos de red, los requisitos de reserva, los mecanismos de balance y las nuevas estructuras reguladoras para mantenerse al día con los nuevos desafíos y tecnologías".