Los sueños de Europa ya no son industriales
- Xavier Alegret
- Barcelona. Lunes, 10 de noviembre de 2025. 05:30
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La semana pasada anunció que cerraba una nueva fábrica en Catalunya, la de Plastiverd, en El Prat de Llobregat, que deja a 90 trabajadores sin empleo. Es la tercera en pocas semanas en nuestro país, después de MM Fiber en Montcada i Reixac y Gas Gas en Terrassa. Tres plantas vacías que dejan testimonio de la decadencia industrial de Europa, a la que Catalunya intenta resistirse, pero lucha contra los elementos. Supimos también que el gigante chino de los coches eléctricos BYD (Build Your Dreams) estudia instalarse aquí, después de que lo hiciera Chery, de la mano de Ebro, en la Zona Franca.
Los cierres de fábricas son dramas industriales, económicos y sociales, y deben ser tratados como tales. Cuando es un caso, se pueden buscar motivos particulares, empresas que quizás no eran competitivas, o posibles deslocalizaciones. Cuando empiezan a reproducirse, hay que buscar razones estructurales. Plastiverd las ponía sobre la mesa al aducir la competencia de bajo coste de países asiáticos, con la que no pueden competir porque los estándares medioambientales y la energía disparan costes. Los productos provenientes de mercados como China, en cambio, no tienen estas exigencias, por no hablar del coste laboral, de manera que no podemos competir. Cierra el chiringuito.
Este problema es catalán, español, pero, sobre todo, Europeo. Y nos pasa con los mercados asiáticos, pero también con los Estados Unidos. Bruselas ha ido poniendo el listón tan alto en materia de sostenibilidad, medioambiental y trazabilidad que se han disparado los costes. Además, fabricar aquí implica más burocracia y procesos muy largos.
Nuestro columnista Pau Vila, presidente del Institut Ostrom, pero que, además, es consejero delegado de LC Paper, ha explicado en numerosos artículos la innumerable cantidad de trámites que se tienen que hacer, por ejemplo, para saber de dónde sale el papel, por exigencia de una Comisión Europea que ni tan solo está preparada para asumir el trabajo que le supone el control de esta trazabilidad. O, en otro artículo, el periplo de diez años para inaugurar su parque fotovoltaico para tener energía barata.
El problema de las altas exigencias de sostenibilidad en la UE es que generan unos costes a la industria que nuestros competidores no tienen
Mientras que en lo que respecta a la burocracia y la eternización de los trámites no hay discusión, es inasumible e inaceptable, sí que podemos debatir si los estándares medioambientales y de sostenibilidad son necesarios. Ojo, que Bruselas ya está frenando en este aspecto, como advirtió el jueves el catedrático de la UAB Josep Oliver en la Jornada dels Economistes, porque ve que le frena la competitividad. Pero aún le queda mucho recorrido. Personalmente, sí que creo que tiene importancia reducir las emisiones y cuidar del planeta. El problema es, por un lado, que lo hagamos cargando más costes en la industria y, por otro, que nuestros competidores no lo están haciendo, o no en la misma medida, y eso les da ventaja.
Y hay un tercer problema: estas altas exigencias, tal como se están aplicando, son contraproducentes. Es decir, que consiguen lo contrario de lo que se proponen. Cuando cierra una fábrica porque no puede asumir una producción verde y sostenible como se le exige, porque cuando el producto llega al mercado, el consumidor compra el chino porque vale la mitad, el mercado que deja libre nuestra fábrica lo ocupa una empresa asiática que emite gases sin miramientos. Por lo tanto, sí, Europa contamina menos, pero en el conjunto global, tenemos un mundo más contaminado.
Cuando cierra una fábrica en Europa, el mercado que deja libre lo ocupa una empresa asiática que contamina sin miramientos
Es cierto, como decía al principio, que también hay empresas que quieren fabricar aquí, pero no nos engañemos, no es reflejo de nuestra competitividad, sino todo lo contrario. Que BYD (Build Your Dreams) quiera abrir una fábrica en Catalunya, no es porque sus sueños impliquen estar en nuestra casa –perdonen el juego de palabras con el nombre de la marca, “construye tus sueños”. Se debe a tres motivos: que quiere estar en Europa, que dentro de Europa, en el sur la mano de obra es más barata, y puestos a elegir dentro del sur, es cierto que tenemos bagaje industrial y talento en el sector.
Si BYD acaba levantando la planta en Catalunya, será porque Europa ha dormido. Ha dormido en la transición hacia el coche eléctrico y ahora los gigantes son el estadounidense Tesla y los chinos. Ciertamente, con mucho dinero público, pero nosotros también lo hemos tenido y no hemos hecho ni baterías ni chips, pero sí que hemos asfaltado calles. Y, para vender en Europa, que es un mercado atractivo por tamaño, conciencia climática y poder adquisitivo, es necesario que fabrique en el continente por los costes logísticos y para evitar posibles aranceles.
Europa era, y es todavía, una región con mucha industria, con algunas regiones entre las más punteras del mundo. Una de ellas es Catalunya, especialmente en automoción y farmacéutico. Pero ahora las instituciones europeas no reman a favor, y así, es difícil que mantenga su competitividad. En algunos sectores, mantener abierta la fábrica es casi una heroicidad. A pesar de advertencias tan repetidas como las de Draghi, los sueños de Europa ya no son industriales.