En los últimos días, como ya es habitual, las novedades económicas han seguido sucediéndose al ritmo frenético que nos rodea: la desastrosa cifra de variación interanual del precio de la vivienda en España –ha cruzado la frontera del 12%; dicho de otro modo, ¡el precio de la vivienda ha subido más en un año que los salarios en términos reales en los últimos veinte años!– ha captado atención e indignación, compitiendo con la viral definición de la economía española que expuso la vicepresidenta Yolanda Díaz: “Horizontal, que abraza, inclusiva, cooperativa, feminista y, sin duda alguna, arraigada al territorio”.

Pero al margen de esta rutina informativa, también ha ocurrido un hecho menos comentado –y disculpadme la falta de modestia– pero que tiene una gran relevancia personal y profesional para mí: nuestra empresa, LC Paper, ha concluido con éxito la construcción del parque fotovoltaico para autoconsumo industrial adyacente a la fábrica de Besalú/Beuda, un proyecto de 4,3MWp, unos 7.000 paneles solares, sobre un terreno de 5 hectáreas de bajo valor agronómico. La empresa ya utilizaba electricidad 100% renovable desde 2017, pero ahora, entre un 20% y un 25% de la demanda eléctrica de este centro productivo será también de kilómetro cero. Si hablamos de consumo energético en lugar de eléctrico, y sumamos por tanto la demanda térmica (equivalente, electrificada) para secar la pasta líquida de papel y convertirla en una lámina sólida, entonces el proyecto genera un 2% de las necesidades energéticas del centro productivo.

Posiblemente os preguntéis cuál es la trascendencia de un proyecto que, de hecho, no parece tan grande. El mérito de este proyecto es que haya podido existir, porque generalmente este tipo de cuestiones no se pueden hacer en Catalunya, como tantas otras. El parque solar de LC Paper es el más grande de la provincia de Girona, pese a su dimensión limitada si lo comparamos con la huella territorial media de los proyectos en el resto de España y Europa –por tanto, se intuye que es más por la inexistencia de otros parques que por mérito propio.

El periplo comienza hace diez años: en 2015, y ya en previsión de que era necesario dotarse de fuentes energéticas renovables, descarbonizadas, competitivas, sin grandes fluctuaciones de precio... se opta por impulsar esta instalación en modalidad de PPA o Power Purchase Agreement (Acuerdo de Compra de Energía), un sistema por el cual un inversor desembolsa el coste inicial (en este caso, unos 3 millones de euros) y a cambio la industria adyacente se compromete a comprar toda la energía que genere a un precio acordado. Este modelo es interesante por dos razones: primero, a diferencia de una financiación pura y dura, aísla del riesgo tecnológico: si está mal montado y no genera lo que debería generar, pagaremos menos, porque se paga por energía generada. Por otro lado, porque las renovables suelen tener mucho coste inicial y poco coste operativo, mientras que la energía fósil funciona exactamente al revés, de modo que el PPA encaja mejor con los flujos de gasto existentes.

El mérito del parque fotovoltaico de LC Paper es que haya podido existir, porque generalmente este tipo de cuestiones no se pueden hacer en Catalunya

La cuestión es que se localiza un terreno disponible, se alquila, se envía el proyecto a la Generalitat... donde topamos con una interpretación estricta y restrictiva de la ley anterior. La norma decía que los proyectos de autoconsumo debían ser “contiguos” a los lugares de consumo, y en este caso se consideraba que no era contiguo porque los separa una carretera. Como este obstáculo afectaba a muchos otros proyectos, se nos dijo que se haría una modificación con bisturí de la norma, donde se definiría un radio en metros en lugar del concepto “contiguo”. Por el camino, algún jurista consideró que sería bueno hacer más cambios además de este, y se acabó desmontando todo el marco legal y haciendo la nueva norma reguladora de energías renovables en Catalunya, que se aprueba en 2019. Aquí, pues, ya habíamos perdido 4 años.

El proyecto era factible bajo la nueva ley, así que cuando entra en vigor lo volvemos a presentar de inmediato y se le asigna el código de expediente 0000001 de Catalunya. El nuevo sistema tenía buena pinta: una vez enviado, un órgano llamado Ponencia de Renovables se reuniría en los tres meses siguientes y emitiría una resolución que incorporaría al mismo tiempo todos los organismos implicados, que van desde Adif o Aena hasta la Conselleria de Cultura (por potencial de restos arqueológicos), pasando por Agricultura, Empresa y Territorio (Urbanismo).

La nueva Ley no definía los nombres de los representantes de cada departamento, y esta tarea se encalló en medio de discrepancias del director general de Agricultura sobre si era necesario permitir o no proyectos sobre terreno primario, de tal modo que existía un riesgo real de que nuestro proyecto, el primero, se aprobase por silencio administrativo. Imagino que les pareció que sería una humillación. Así que se inició un período de filibusterismo donde, para detener el contador de tiempo, se nos pedía subsanar cuestiones absurdas como que “de las alternativas planteadas, falta listar la alternativa cero, que sería no hacer el proyecto”. Como nos pareció una tomadura de pelo, optamos por dirigirnos al Síndic de Greuges para generar algo de ruido, y el hecho llegó a la puerta adecuada donde finalmente se desbloqueó la luz verde. Entonces era 2021, y el pliego técnico de 2015 estaba obsoleto, además de que la empresa ejecutora atravesaba una situación financiera crítica.

Así pues, abrimos una licitación, evaluamos 15 propuestas, seleccionamos un nuevo promotor, subrogamos el contrato de alquiler, redactamos un nuevo pliego técnico y nos dirigimos a finales de 2023 al Ayuntamiento para solicitar el permiso de obras. Pero al ser un municipio de poco más de 400 habitantes, se delega la cuestión al Consell Comarcal, donde la persona que se ocupaba del asunto estaba de baja por enfermedad. Después de algún tira y afloja, se obtiene la licencia de obras y se inicia la obra en enero de 2025, finalizándola en mayo de 2025.

Juzguen ustedes, los lectores.