Tras perder en inteligencia artificial, China se rezaga en toda la tecnología

- Mookie Tenembaum
- Cap d'Agde (Francia). Viernes, 18 de julio de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 2 minutos
China ya perdió el futuro. Eso se dijo muchas veces, pero ahora empieza a perder algo más grave: el presente. Hasta hace poco, la conversación global sobre semiconductores giraba en torno a la inteligencia artificial (IA). Y con razón: sin chips de última generación, no hay grandes modelos de lenguaje, no hay redes neuronales avanzadas, no hay control autónomo de drones ni análisis en tiempo real de millones de datos. El país quedó fuera de esa carrera. Pero lo que pocos advierten es que la derrota es más profunda. No se limita a la IA, afecta a todo lo que usa chips: autos, computadoras, teléfonos, electrodomésticos, satélites, redes.
China está atascada en un proceso de fabricación de 7 nanómetros (nm), el mismo que mostró Huawei en 2018. Mientras tanto, empresas como TSMC, Samsung e Intel trabajan con chips de 3nm e incluso se preparan para lanzar procesos de 2nm. La diferencia no es solo de escala, es estructural. Un nanómetro mide la milmillonésima parte de un metro. En términos prácticos, cada vez que se reduce ese número, los chips pueden procesar más información, usar menos energía, ocupar menos espacio y ser más baratos de producir. La distancia entre China y el resto del mundo es de tres generaciones tecnológicas. En una industria donde cada generación toma años y miles de millones de dólares; por lo tanto, esa brecha es definitiva.
Para llegar a los 7nm, China utiliza una técnica obsoleta llamada litografía DUV (Deep Ultraviolet), que usa luz de 193nm de longitud de onda. Para lograr la miniaturización deseada con esta técnica, necesita aplicar un proceso complejo llamado multi-patterning, es decir, múltiples exposiciones y grabados sobre una misma oblea de silicio. Esto aumenta los costos, baja la cantidad de chips útiles por oblea (yield) y alarga los tiempos de producción. Mientras tanto, el resto del mundo utiliza litografía EUV (Extreme Ultraviolet), con luz de 13nm, que permite hacer todo en un solo paso, con mayor precisión, más rendimiento y menos costo.
China ya perdió el futuro. Eso se dijo muchas veces, pero ahora empieza a perder algo más grave: el presente
La diferencia económica es abismal. Un chip chino de 7nm puede igualar en teoría las especificaciones de un chip occidental, pero fabricarlo cuesta mucho más. Y eso tiene consecuencias reales: las laptops, teléfonos y autos chinos ya no pueden competir en eficiencia, potencia, ni duración de batería. Lo que antes era “bueno y barato” ahora es simplemente “más caro y menos útil”. El Huawei MateBook Fold, por ejemplo, tiene un diseño industrial admirable, pero por dentro usa la misma tecnología de hace siete años. No avanzaron un solo paso en los procesos de fabricación.
En paralelo, China construye 12 fábricas nuevas para chips de 7nm. Es decir, apuesta todo a una técnica que ya nació muerta. La esperanza de alcanzar el nivel occidental con EUV es, hoy por hoy, una ilusión. Desarrollar litografía EUV tomó más de 30 años a ASML e Intel. Y aunque China eventualmente logre hacerlo, para entonces el silicio ya sería reemplazado por materiales nuevos. Jugar a ponerse al día con una tecnología que será obsoleta es una forma elegante de retroceder.
China usará un ecosistema interno, aislado, con sus propios chips, protocolos y software, y el resto del mundo usará otro
El impacto no se limita a sus fábricas, afecta también su capacidad de exportación. Supongamos que una empresa de robotaxis en Indonesia debe elegir entre un sistema autónomo chino y uno occidental. El segundo será más pequeño, más eficiente y más barato. Esa lógica se extiende a todo: desde routers hasta equipos médicos. Incluso países que mantenían alianzas tecnológicas con China, como algunos del Golfo, migran hacia Occidente. Porque los productos occidentales son mejores y más baratos. Y la ventaja se vuelve acumulativa.
El mundo avanza hacia una fractura de estándares. China usará un ecosistema interno, aislado, con sus propios chips, protocolos y software, el resto del mundo usará otro. Esta bifurcación, lejos de ser un conflicto ideológico, es una disfunción técnica. Internet, las telecomunicaciones, la industria: todo se vuelve más caro y más ineficiente cuando hay duplicación de estándares. No hay interoperabilidad, no hay escala global, no hay sinergia. Todos pierden, pero algunos pierden más rápido. Y hoy, China no está perdiendo una carrera, queda sola en la pista.
Las cosas como son.