Irán: una economía entre sanciones y guerra

- Anwar Zibaoui
- Barcelona. Miércoles, 9 de julio de 2025. 05:30
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La economía iraní enfrenta una tormenta perfecta: una guerra con Israel y Estados Unidos, sanciones internacionales persistentes, inflación galopante y una moneda en caída libre. El reciente conflicto ha agravado una situación ya crítica, dejando al país al borde de una crisis económica y humanitaria.
El 13 de junio, Israel lanzó un ataque sorpresa contra instalaciones nucleares iraníes, alegando que Teherán estaba cerca de desarrollar un arma nuclear. En respuesta, Irán contraatacó, lo que llevó a Estados Unidos a intervenir con bombardeos sobre tres instalaciones nucleares antes de declarar un alto el fuego. Aunque el conflicto no se prolongó, sus efectos económicos ya son profundos.
Tras 14 años de sanciones, la economía iraní ha perdido resiliencia. La actividad económica y el empleo se han paralizado en múltiples sectores, mientras el mercado de capitales refleja una incertidumbre extrema. El comercio exterior, ya debilitado por las sanciones, sufre ahora una presión adicional.
Desde que Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear en 2018 bajo la administración Trump, las sanciones han asfixiado la economía iraní. El país sigue en la lista negra del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), lo que limita aún más su acceso al sistema financiero global.
Las sanciones han asfixiado la economía iraní y el reciente conflicto ha agravado la situación, dejando al país al borde de una crisis económica y humanitaria
Las proyecciones económicas de Irán son poco optimistas. Se espera que el crecimiento se estanque en apenas un 0,3% en 2025, frente al 3,5% de 2024. La inflación, por su parte, podría alcanzar el 43,3%, frente al 32,6% del año anterior. La escasez de bienes y materias primas, causada por interrupciones en la cadena de suministro, está elevando aún más los precios.
Las sanciones han debilitado la economía iraní y han erosionado la clase media. Los ingresos reales han disminuido debido a la inflación, lo que ha provocado una mayor incidencia de la pobreza. También han limitado el gasto militar, que cayó un 10% en términos reales el año pasado, debilitando la capacidad defensiva del país en un contexto de creciente tensión regional.
Aunque los ataques israelíes no destruyeron significativamente la infraestructura energética, el temor a nuevos bombardeos ha alejado a los trabajadores de las refinerías, afectando la producción. Además, se han reportado daños en infraestructuras clave como redes eléctricas e hídricas.
El rial iraní, devaluado significativamente en los últimos meses, se desplomó tras el primer ataque. El gobierno respondió con controles de capital y suministro de divisas, medidas que estabilizaron temporalmente la moneda. Sin embargo, el creciente éxodo hacia los países vecinos constata una evidente fuga de capitales en marcha. Cada vez que se flexibilizan estos controles, el rial se desploma, agravando la inestabilidad, impulsando el alza de los precios de las importaciones y desencadenando crisis económicas.
Irán necesita una política pragmática que restablezca relaciones con sus vecinos y aproveche sus recursos para mejorar la calidad de vida de su población
Irán posee vastos recursos naturales: es el segundo país con mayores reservas de petróleo y el cuarto en gas natural. También exporta productos químicos, plásticos, frutas, cerámica y metales. Sin embargo, décadas de desigualdad y falta de reformas han generado descontento social, con disturbios sociales y políticos recurrentes en 1999, 2009, 2018 y 2023.
La brecha entre el discurso oficial y las demandas del pueblo se amplía cada día. Irán necesita una política pragmática que restablezca relaciones con sus vecinos y aproveche sus recursos para mejorar la calidad de vida de su población.
Incluso si el gobierno logra resistir esta crisis, será necesario revisar profundamente las agendas económica, política, social y de seguridad.
La prioridad inmediata debe ser preservar la unidad y la cohesión interna y la integridad territorial y evitar que la economía del país sufra un colapso que sería el peor escenario posible.