"Invierno demográfico": ¡necesita una respuesta urgente!

- Àngel Hermosilla
- Barcelona. Lunes, 1 de septiembre de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 4 minutos
Vivimos momentos de incertidumbre y volatilidad, en los que las sorpresas y las contradicciones están a la orden del día. En este contexto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a través de su informe Perspectivas del empleo 2025, que se hizo público hace unas semanas, llama la atención sobre un tema de extraordinaria relevancia y preocupación: el envejecimiento demográfico y sus implicaciones, por ejemplo, sobre el nivel de vida, la cohesión social y la productividad.
Señala que los importantes cambios demográficos que están en marcha (aumento de la esperanza de vida, mejora de la sanidad, descenso de la fecundidad…) anuncian la llegada de una nueva era, que algunos denominan “invierno demográfico”. Ante este fenómeno todavía disponemos de una oportunidad que no podemos perder: repensar el trabajo y la jubilación y analizar cómo estos cambios impactan e impactarán sobre el empleo y la economía en general. El envejecimiento amenaza uno de los fundamentos del crecimiento económico, el capital humano, y, tal como se recoge en el editorial del mismo documento, estamos en un nuevo orden económico mundial con indicadores contradictorios, en el que la problemática no es la falta de empleo, sino la falta de mano de obra. Nuestro resiliente mercado de trabajo ya lo pone de manifiesto desde hace un tiempo y la tendencia se intensificará en los próximos años, no solo en España y en Europa, sino también en algunos países asiáticos. Crecen, pues, las tensiones en los mercados laborales. Actualmente, entre un 15% y un 25% de las empresas de la zona euro señalan la falta de personal como un factor que limita la producción, un dato que se ha incrementado en los últimos años. Según la última edición del Consenso Económico y Empresarial de PwC España, relativo al segundo trimestre de este año, un 36,6% de los panelistas participantes opinan que, en el Estado, las empresas no producen más, o el PIB no crece más, porque no se encuentran disponibles los trabajadores cualificados necesarios.
Y esto ocurre mientras personas siguen perdiendo su puesto de trabajo y los salarios apenas aumentan al mismo ritmo que la inflación, al tiempo que el crecimiento de la economía se desacelera, como ponen de manifiesto los últimos datos y las previsiones sobre el PIB en la Unión Europea. En España, el empleo ha crecido un 2,6% en el segundo trimestre de este año en comparación con el mismo período de 2024, pero el paro sigue en el 10,3%. Es decir, el Estado presenta, a la vez, el aumento de empleo y la tasa de paro más elevada de Europa. Mientras tanto, los salarios reales españoles solo han crecido un 2,8% en el período 2014-2024, uno de los aumentos más bajos de los países de la OCDE, ampliando la brecha con la media de estos, que ahora es de un 12,1%. Se puede añadir, no obstante, que en la mitad de estos países los salarios reales, a pesar de haber crecido, aún son inferiores a los de principios de 2021, momento previo a la expansión inflacionista postpandémica.
Vale la pena repasar algunas de las conclusiones del informe de la OCDE y reflexionar sobre el envejecimiento demográfico, uno de los principales retos actuales de nuestras sociedades, o, como dice este organismo, sobre la tercera megatendencia de las economías desarrolladas, junto con el cambio climático y la revolución digital. Un reto que está más olvidado que los otros dos, pero que requiere toda nuestra atención.
La fertilidad baja desde hace décadas y ahora se encuentra muy por debajo de los niveles de reemplazo en casi todos los países de la OCDE
Algunos datos resultan bastante ilustrativos. La fertilidad baja desde hace décadas y ahora se encuentra muy por debajo de los niveles de reemplazo en casi todos los países de la OCDE. Recientemente, se ha hecho público en Francia que el número de defunciones ha superado al número de nacimientos en prácticamente la totalidad de sus territorios, alcanzando un saldo negativo, solo compensado con inmigración. Por otra parte, el año 2025 marca, en muchos países de la OCDE, el fin del crecimiento de la población en edad activa y el inicio de su tendencia descendente, a medida que la generación del baby boom sale del mercado laboral, fenómeno que continuará hasta 2060. Cabe destacar que la tasa de empleo comienza a caer a partir de los 50 años y de manera más acusada después de los 60.
Paralelamente, la tasa de dependencia (población de 65 años o más sobre población en edad activa) crece y seguirá aumentando hasta alcanzar el 52% en 2060 de media en la OCDE (casi tres veces más que en 1980), llegando al 70% en algunos países. El envejecimiento demográfico ha reducido las tasas anuales de crecimiento salarial y de productividad en 0,10 y 0,13 puntos porcentuales en el año 2000 y en 2019, respectivamente. En resumen, si se mantienen las ganancias de productividad en los niveles actuales, la OCDE estima que en la región de los países miembros se moderará el crecimiento medio del PIB por habitante, pasando del ya bajo 1% del período 2006-2019 al 0,6% en 2024-2060. Por lo tanto, las mutaciones demográficas en curso pueden acabar provocando una ralentización del crecimiento de nuestros niveles de vida.
En Catalunya, en el período 2021-2024, el número de personas de 60 años o más se ha incrementado en 658.504, pasando de representar el 22,0% del total de la población a suponer el 25,6%. Al mismo tiempo, los pensionistas por jubilación y prejubilación han crecido en 237.420 personas entre 2001 y 2023, del 15,8% al 18,4% del conjunto de la población. Por otra parte, la tasa de dependencia se situaba en 2023 en el 41,7%, frente al 35,2% de 2001 (31,9% en 1986).
La mejora de las competencias y capacidades del colectivo sénior es muy importante y puede ayudar a sostener el crecimiento de los salarios y la productividad
Ante esta realidad conviene tomar medidas difíciles, pero posibles. La OCDE habla de la disponibilidad de “varios viveros de talentos inexplorados” a los que los países pueden recurrir para reforzar su capital humano: jóvenes, inmigrantes, mujeres y trabajadores sénior. Para movilizar e integrar a estos colectivos hay que hacer cambios, y esto supone implementar políticas y prácticas apropiadas en diferentes ámbitos y eliminar obstáculos, por ejemplo, a la movilidad profesional. Ciertamente, el organismo internacional señala que el conjunto de medidas variará de un país a otro, pero concluye que, para más de la mitad de ellos, la clave está en los trabajadores sénior, en animar a aquellos con buena salud a continuar trabajando tanto tiempo como deseen (opciones de trabajo y de jubilación flexibles, incentivos a la contratación, impulso a la formación continua, creación de puestos de trabajo atractivos, orientación profesional, ofrecer oportunidades de movilidad profesional…). Y añade que la mejora de las competencias y capacidades de este colectivo es muy importante y puede ayudar a sostener el crecimiento de los salarios y la productividad. La integración de los sénior es una cuestión de eficiencia y de equidad intergeneracional, dadas las disparidades económicas existentes entre jóvenes y mayores.
Posiblemente, se requiere un consenso social amplio para abordar el invierno demográfico, cuestión que pone en peligro cada vez más la marcha de nuestras sociedades y economías. Sería bueno un acuerdo social acompañado de una estrategia que movilice recursos del mercado laboral insuficientemente aprovechados, aumentando su empleabilidad, y que haga uso, lógicamente, de las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, para impulsar la productividad. No olvidemos, sin embargo, que los avances en inteligencia artificial suscitan a la vez grandes esperanzas (aumento de productividad, nuevos puestos de trabajo…) y grandes dudas (eliminación de especialidades, mayores desigualdades…).
La cuestión fundamental es si tendremos capacidad para dar respuesta a la pregunta que encabeza el informe de la OCDE: ¿Podemos superar la crisis demográfica? Todo un reto que las autoridades, y la sociedad en general, no pueden ignorar más tiempo, ya que, mientras tanto, el fenómeno se acelera y, con él, los problemas, las tensiones y los conflictos.