Hace pocas semanas, el Banco Central Europeo (BCE) decidió por unanimidad aumentar las tasas de interés en 50 puntos básicos (0,50 por ciento). Concretamente, el tipo de interés de las operaciones principales de financiación, los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito se incrementaron hasta el 2,50%, 2,75% y 2,00% respectivamente. Con esta cuarta subida consecutiva de los tipos oficiales el Consejo de Gobierno del BCE ha logrado un avance rápido y considerable en la reversión de la orientación acomodaticia de la política monetaria. El objetivo consiste en hacer frente a la alta y preocupante inflación en los países de la zona del euro.

El efecto colateral no se ha hecho esperar y los bancos ya han encarecido la totalidad de sus productos financieros: préstamos con garantía hipotecaria, pólizas de crédito, préstamos para la compra de bienes duraderos, préstamos personales, financiación mediante tarjetas de crédito, descuento comercial etc. Hace también unos días el Banco de España (BDE), a través de su último Boletín Estadístico, ofrecía el importe de los depósitos de los hogares y sociedades no financieras mantenidos en entidades de crédito durante este pasado mes de octubre. Es decir, el ahorro de los españoles en forma de depósitos bancarios.

Su cuantía total fue de 1,23 billones de euros, ligeramente inferior al PIB español (1,4 billones de euros). El 98% de estos depósitos eran a la vista, es decir, en una cuenta corriente.

Asimismo, la publicación informaba de la retribución ofrecida a estos ahorros. Esta era de tan solo el 0,02% para los depósitos formalizados por los hogares y el 0,06% para las sociedades no financieras. Si el depósito era a plazo, es decir más de un año, la retribución media ponderada era de tan solo el 0,10% para los hogares y el 0,86% para las sociedades no financieras.

A pesar de los incrementos en las tasas de interés, todo parece indicar que los bancos españoles no tienen prisa por trasladar estos incrementos a la remuneración de los pasivos. Puede haber razones que lo justifiquen:

Los bancos ya han encarecido la totalidad de sus productos financieros (hipotecas, créditos y pólizas) pero no tienen prisa por trasladar estos incrementos a la remuneración de los pasivos. Quieren proteger su margen y colocar otros productos a sus clientes

En primer lugar, los bancos deben optimizar su margen de intermediación. Se trata del primer eslabón de su cuenta de resultados. Este margen muestra el diferencial entre los ingresos obtenidos por la venta de sus productos de financiación (intereses cobrados) y el coste de la captación de los recursos necesarios para ofrecer esta financiación (gastos pagados). Una parte importante de estos recursos provienen de los ahorros de sus clientes cuya retribución, como hemos mencionado antes, es inferior al 1%. El aumento de la remuneración del pasivo implicaría un descenso de sus beneficios y de su rentabilidad financiera debido al aumento de los costes financieros. Algo que la banca difícilmente va a aceptar.

La segunda razón es que la banca prefiere ofrecer a sus clientes diversas alternativas de inversión para sus ahorros (planes de pensiones, fondos de inversión e inversión particular en bolsa y mercados). El objetivo es ofrecer opciones al cliente para maximizar su rentabilidad, teniendo en cuenta que los bancos cobran una comisión por cada uno de los productos contratados, independientemente de si estos obtienen o no la rentabilidad deseada. Estos importes recibidos representan también una parte significativa de los resultados del banco.

La tercera es que la banca no va a entrar en una puja para atraer clientes mediante el aumento de la retribución del pasivo porque, como se ha comentado anteriormente, esto implica incrementar una parte de su coste de financiación que en la actualidad le resulta muy económico. No obstante, esta situación parece aún más indiscutible y obvia debido a la alta concentración bancaria existente hoy en día. Ello implica una conducta menos competitiva que puede afectar a las condiciones ofrecidas a sus clientes en relación con los tipos de interés pagados. Un escenario que ya advirtió el propio BDE:Cuantos menos bancos y más grandes existan, más fácil es comportarse de una forma no competitiva (colusiva)”

Después de 40 años, la inflación ha regresado y se ha convertido en el mayor enemigo del ahorro. La diferencia es que en los años 80 los depósitos bancarios se remuneraban a un tipo de interés que compensaba una parte de la pérdida de valor del dinero originada por la inflación. Ahora la estrategia para seleccionar inversiones rentables que compensen el deterioro de nuestro poder adquisitivo será más compleja como consecuencia de la actual coyuntura económica y la actual volatilidad de los mercados financieros.