La evolución del empleo en un país es importante al ser una variable que indica la capacidad de las personas para acceder a una renta, otra cuestión diferente es la cuantía y la capacidad de compra que se deriva de ella. Los resultados, por otra parte, son utilizados desde diferentes perspectivas y con diferentes lecturas, intentando en muchos casos rentabilizarlos para fortalecer una conclusión determinada o resaltar favorablemente una gestión.

La mejor fuente de análisis del empleo es la Seguridad Social al ser un censo continuo, pero dado que la información disponible son afiliaciones no personas afiliadas, la Encuesta de Población Activa (EPA) puede cumplir mejor el objetivo de este artículo, entre otras cuestiones porque, por lo menos en teoría, siempre ha recogido la economía sumergida.

La comparación de la actual situación del empleo con el año 2019, el anterior a la pandemia, elimina alteraciones que evitan conclusiones parciales influenciadas por la evolución del covid-19. En el periodo delimitado por el segundo trimestre de 2019 y 2023, el número de personas ocupadas se ha incrementado significativamente (+6,3%; casi 1,3 millones). La primera conclusión, por tanto, es positiva: ahora trabajan más personas que antes de la pandemia, si bien, el número total de horas trabajadas muestra una tasa de crecimiento inferior a la del empleo (+3,8%), un hecho, por otra parte, que no tiene por qué ser negativo si aumenta la productividad.

Este mayor empleo ha mejorado la tasa de ocupación en un punto (de 50,4% a 51,4%) y redundado en una menor tasa de desempleo (del 14% al 11,6%), con el mayor mérito derivado de haberlo conseguido con más población activa en esta etapa (+783,7 miles)

Los asalariados explican casi todo el crecimiento del empleo (93% del total) y dentro de ellos, los que tienen un contrato indefinido han aumentado por encima del total (+2.472,2 miles), mientras que los de contrato temporal han disminuido bastante (-1.306,8 miles), en lógica con la nueva normativa que prohíbe el uso de los contratos temporales. Dentro de los indefinidos quienes tienen contrato fijo discontinuo explicarían el 11,6% del aumento (+288,6 miles; una cantidad bastante inferior que los 651,2 miles de afiliaciones que puede reflejar una cierta infraestimación de la EPA).

Como elemento curioso y notorio, más de una tercera parte del incremento total (36,6%) son personas extranjeras con origen fundamentalmente en América Latina. Es este un elemento que merece estudio pormenorizado no solo al demostrar la necesidad de la emigración en un país cada vez más envejecido, sino también por su elevada propensión a encontrar trabajo.

La foto general se completa al conocer que el 67% de los nuevos asalariados se localiza en el sector privado (927,8 miles) y el 33% en el sector público (323,2 miles), de los que la mayoría se concentran en las comunidades autónomas (74,2%), mientras que las plantillas de la Administración General del Estado y la Seguridad Social aumentan muy ligeramente.

La desagregación por actividades del mayor número de ocupados nos permite conocer con más detalle lo que ha sucedido en el mercado laboral español. Las ramas de sanidad y servicios sociales, educación y el componente general de las administraciones públicas explican el 40,3% del aumento del empleo (21,9%; 9,7% y 9,0%). Dado que en su mayoría de carácter público es factible pensar que la consolidación del empleo público contratado durante la pandemia es la principal causa del fuerte crecimiento en estas ramas.

Las ramas de actividad más tradicionales como la hostelería, comercio y construcción también aumentan su empleo, pero con una incidencia inferior, explicando entre las tres tan solo el 16,1% del crecimiento total del empleo en el periodo analizado.

Se puede calificar de sorpresa, por lo que supone de cambio respecto a anteriores conductas, el protagonismo de la rama de actividades profesionales, científicas y técnicas adsorbiendo casi una quinta parte del aumento del empleo (+224,1 miles), al igual que el de la rama de información y comunicaciones (11,6% del total) y de transporte y almacenamiento (11,2% del total). La mala noticia es la pérdida de empleo en el sector manufacturero (-0,4% en el periodo) que suele tener un mayor nivel de valor añadido de la producción.

Ahora trabajan más personas que antes de la pandemia, pero los salarios han disminuido un -1,2%, cuando aplicamos el deflactor del PIB, y la pérdida aumenta hasta el -3,2% si se aplica la tasa media anual del IPC

Una cuestión adicional al empleo es observar su remuneración. No es fácil hacerlo al existir varias fuentes estadísticas (negociación colectiva, encuesta de costes laborales, cotización a la Seguridad Social y contabilidad nacional), todas ellas con limitaciones metodológicas. En todas ellas, no obstante, la evolución de los salarios reales ha caído en el periodo 2019-2022.

Me he decantado por utilizar los sueldos y salarios recogidos en Contabilidad Nacional dentro de la remuneración de los asalariados y el empleo a tiempo completo también de la misma estadística. En el periodo delimitado por el segundo trimestre de 2019 y 2022, la cuantía dirigida a sueldos y salarios han crecido en términos nominales (+13,8%) pero dado que el empleo a tiempo completo también lo ha hecho (6,2%), la ganancia por trabajador a tiempo completo se reduciría al 7,6% nominal. Cuando se le aplica un deflactor para conocer su evolución real, los salarios han disminuido un -1,2% con el deflactor del PIB y la pérdida aumenta hasta el -3,2% si se aplica la tasa media anual del IPC.

Una pregunta difícil de contestar es conocer las causas de la mejora del empleo en este periodo tan convulso. Para algunas personas ha sido la reforma laboral al atribuirle el efecto de cambiar no solo los comportamientos empresariales sino su propia estructura. Siendo positivo el enfoque añadido a la reforma ya en vigor de 2012 que favorecía la flexibilidad interna, intuitivamente es difícil asumir que un cambio normativo, la prohibición de la contratación temporal, haya modificado la estructura del tejido productivo español. En mi opinión, para valorar su incidencia hace falta más tiempo, y dado que su aplicación implica un aumento del coste laboral vía mayores indemnizaciones, es necesario conocer la evolución de la duración media de los contratos indefinidos y un mayor detalle del uso de los contratos fijos discontinuos.

En el análisis que estamos haciendo no hay que olvidar los efectos de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios (avalada para 2022 por el acuerdo de sindicatos y patronal), que además de haber colaborado a evitar efectos de segunda ronda impulsando la inflación, puedes haber actuado como factor favorable en el empleo agregado. La evolución salarial puede haber ayudado también a las empresas exportadoras a mejorar su posición frente a terceros países, ayudando a mejorar la tasa de crecimiento del PIB español.

El despliegue de los fondos Next Generation, a pesar del retraso en su aplicación, podrían ser también una causa de contratación en algunos sectores de consultoría. Por último, la pandemia parece haber actuado como detonante en la ampliación de algunas actividades, como es el comercio con el exterior ante la estrechez y poco dinamismo del mercado nacional y el desarrollo de nuevas actividades relacionadas con el uso de internet, entre ellas las ventas de productos.

Seguro que ha habido más factores con influencia en la mejora del empleo desde la pandemia, por eso es conveniente seguir estudiando el mercado laboral español y colaborar a aumentar las cifras de empleo y de productividad, la única fuente estable de crecimiento de los salarios sin provocar desequilibrios macroeconómicos. Necesario ejercicio que hay que realizarlo, si fuera posible, sin apropiarse de los éxitos utilizando argumentos no contrastados.