Diplomacia al servicio de la economía

- Anwar Zibaoui
- Barcelona. Jueves, 5 de junio de 2025. 05:30
- Actualizado: Jueves, 5 de junio de 2025. 06:48
- Tiempo de lectura: 4 minutos
Hace unos días, el presidente de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa, visitó Japón y Corea del Sur, su primer viaje intercontinental como President, para fortalecer las relaciones económicas y culturales entre Catalunya y Asia. Fue una misión institucional y económica en la que le acompañó el presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, Josep Santacreu. Esta visita certifica la vuelta de Catalunya a la diplomacia económica, lo que en el pasado fue clave para reactivar la economía catalana e impulsar la proyección internacional de las empresas.
La agenda internacional revela la complejidad del tiempo en que vivimos, con continuas inestabilidades políticas, avances tecnológicos y presiones económicas. Las relaciones diplomáticas evolucionan al mismo ritmo que las tensiones geopolíticas que se producen a nivel global. Aunque no es algo nuevo, sí lo es la rapidez con la que se suceden estos cambios, lo que obliga a los países a innovar y fortalecer sus capacidades diplomáticas para hacer frente a las nuevas complejidades y a los nuevos desafíos que ponen en peligro la paz mundial y los flujos económicos (acuerdos comerciales y de inversión)
Estamos viviendo realidades complejas que tienen un impacto directo en el proceso de internacionalización empresarial. Los actuales conflictos políticos, económicos, culturales, religiosos o climáticos son buena prueba de ello. Esta coyuntura plantea la necesidad de elaborar estrategias creativas para evitar desconfianzas, incertidumbres, e incluso violencia. La seguridad y los derechos individuales son componentes clave de la internacionalización en un mundo global y en conflicto. El objetivo es reducir riesgos al elaborar una estrategia de expansión internacional.
Las relaciones de carácter internacional no pueden improvisarse. Cada día se tienen que evaluar los objetivos y resultados
El mundo cambia. Nuevas potencias emergen y mueven ficha. Las relaciones de carácter internacional no pueden improvisarse. Cada día se tienen que evaluar los objetivos y resultados, además de ponerlos a prueba continuamente.
La exportación, la internacionalización y la atracción de la inversión constituyen para muchos países, regiones y empresas un imperativo inaplazable y un objetivo fijo de una estrategia que se debe adoptar en una economía en constantes cambios. La competición es cada vez más acentuada en lo que concierne al proceso de internacionalización, la conservación del nivel de la inversión nacional y la diversificación de las inversiones sectoriales y geográficas. En la medida en que la economía pasa a ser una prioridad en la política exterior, la diplomacia se convierte en un instrumento clave para defender los intereses nacionales y, al mismo tiempo, para posicionar a las empresas en mercados internacionales.
Es imprescindible dotarse de una diplomacia económica efectiva. La diplomacia debe tener más peso, combinando bilateralismo y multilateralismo, adoptando un enfoque basado en el desarrollo humano, y centrándose en la juventud. También es clave desarrollar una estrategia institucional de proyección exterior institucional que aborde temas de conflicto e incertidumbre, que adopte nuevos enfoques a las nuevas complejidades operacionales. Las relaciones políticas con otros países son imprescindibles para alcanzar la promoción económica del país y la expansión de sus empresas, consiguiendo exitosos acuerdos comerciales, de inversión y financieros. Las políticas públicas deben tener como prioridad la internacionalización. Hoy en día, tanto ciudadanos como empresas esperan políticas efectivas de crecimiento, desarrollo, prosperidad, así como una distribución equitativa de la riqueza.
Las relaciones políticas con otros países son imprescindibles para la promoción económica del país y la expansión de sus empresas
Los acuerdos políticos son indispensables para proteger las inversiones y evitar las guerras comerciales. La nueva diplomacia tendrá que enterrar los fantasmas del pasado, las grandezas, los prejuicios y las prepotencias. Además, tendrá que contar con las empresas en cualquier decisión y destinar más recursos y soluciones sostenibles. En esta ecuación los gobiernos juegan un papel determinante pues, aparte de su función política, tienen como cometido la promoción económica, representar y ayudar a las empresas que quieran vender sus productos, servicios o proyectos, y conseguir favorables acuerdos comerciales y financieros con otros países.
Hablar de liberalización y competencia internacional es hablar de una realidad cada vez más evidente. Ignorar este desafío es peligroso. Ante esta reto, es preciso tener un dispositivo flexible y activo, capaz de responder a todos los actores con potencial comercial. Por ello, las embajadas y las oficinas comerciales exteriores son imprescindibles porque disponen de una cobertura geográfica excepcional, conocimiento del terreno y de las comunidades de negocios. Son claves en la conquista de nuevos mercados.
Para impulsar una estrategia coherente al servicio de la internacionalización hace falta una coordinación y una política transversal, que reúna el mayor número de partes interesadas en torno a una visión común y que las estructuras sean capaces de priorizar esta estrategia. Hay que construir consensos, unir a los actores y movilizar los recursos disponibles para poner a la diplomacia y a su inteligencia al servicio de la economía nacional. Todo ello obliga a profundizar en las relaciones entre economía y diplomacia, redefinir el papel de gobiernos y empresas en el marco de una nueva asociación en un mundo complejo y global. Esto pasa por potenciar las redes en el exterior para vertebrar una estrategia de apoyo a las empresas.
La nueva diplomacia tendrá que enterrar los fantasmas del pasado, las grandezas, los prejuicios y las prepotencias
La apuesta ganadora es una alianza público-privada, es decir, la combinación de la intuición y creatividad del emprendedor con la fuerza y el apoyo de la red diplomática, incluyendo agencias y organismos de apoyo a la internacionalización. El desarrollo de un programa global de internacionalización permite que las empresas conozcan mercados muy distantes y diferentes. Su éxito dependerá de la fase previa de análisis de información a escala global para tomar las decisiones adecuadas. En este sentido, el gobierno no solo debe facilitar estos activos de información, sino también asesorar a las empresas y trabajar conjuntamente una hoja de ruta para garantizar una internacionalización efectiva.
Como dijo una vez el expresidente de la Generalitat de Catalunya, Pasqual Maragall, en una de sus visitas al norte de África, las empresas establecidas en el exterior son nuestras mejores embajadoras. Esta reflexión es más oportuna que nunca, pues la diplomacia económica es el camino para conseguir que las empresas se conviertan en "agentes diplomáticos" del país, de manera que los éxitos de las empresas beneficien la reputación del país y sus relaciones internacionales. Decían en el siglo XIX que por donde no pasan las mercancías, pasarán los ejércitos. Más exportación o internacionalización significa más producción, más empleos, más ingresos y mayor crecimiento y paz.