La carga invisible del liderazgo

- Edgar González
- Barcelona. Sábado, 2 de agosto de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 2 minutos
Cuando pensamos en un líder, a menudo imaginamos una figura poderosa y decidida. Pero detrás de esa imagen de control y fortaleza, a menudo se esconde una emoción: la soledad. Un estudio publicado en la Harvard Business Review revela que el 50% de los CEO afirman sentirse solos, y un 61% considera que esa soledad afecta negativamente a su rendimiento. Estos datos desmontan la falsa creencia de que el liderazgo es, necesariamente, sinónimo de poder y reconocimiento.
El aislamiento de los líderes
Las decisiones más delicadas, especialmente aquellas que afectan a personas, estructuras o estrategias a largo plazo, suelen recaer sobre una sola figura. ¿Quién no ha sentido la presión abrumadora de decidir sabiendo que cualquier error puede tener consecuencias importantes para la organización y las personas que la integran?
El líder debe mostrarse convincente, seguro y fuerte, ya que mostrar dudas o inseguridades puede percibirse como una debilidad
Y es que las decisiones difíciles no solo tienen consecuencias empresariales, sino también emocionales. Decidir despedir a una persona, reestructurar un equipo, redefinir prioridades o aplicar cambios estratégicos puede provocar tristeza, culpa o frustración, incluso estando convencido de que la decisión es lo mejor para el futuro de la empresa. Y aun así, el líder debe mostrarse convincente, seguro y fuerte, ya que mostrar dudas o inseguridades puede percibirse como una debilidad.
Cuando la soledad se vuelve peligrosa
La gran paradoja es que, a pesar de estar constantemente rodeados de personas, muchos líderes se sienten profundamente solos. Y si no se gestiona adecuadamente, esa soledad puede derivar en aislamiento emocional o en un aumento del estrés y la ansiedad, precisamente por no saber expresar la carga emocional o por no tener a nadie con quien compartir las inquietudes. Además, también puede llevar a tomar peores decisiones estratégicas como consecuencia del aislamiento y la falta de información externa.
Pero... ¿Y si la soledad también fuera una oportunidad?
A pesar de los riesgos, la soledad bien gestionada también puede tener efectos positivos. En momentos de calma o tranquilidad es cuando pueden surgir las mejores ideas, cuando se puede reflexionar de forma más profunda, o cuando se es más creativo y se ven las cosas con mayor claridad. Si un líder aprende a convivir con su propia soledad, puede encontrar en ella un espacio de libertad, autonomía o incluso inspiración. Porque saber estar solo es una habilidad muy valiosa, y más en tiempos inciertos, pero esa virtud solo aparece cuando el líder ha trabajado su dimensión emocional y no ha permitido que la soledad lo consuma.
Si un líder aprende a convivir con su propia soledad, puede encontrar en ella un espacio de libertad, autonomía o incluso inspiración
La soledad del líder es real, pero no tiene por qué ser necesariamente negativa. Liderar es una responsabilidad, pero también una oportunidad de crecer, de transformar y de inspirar. Y reconocer las propias limitaciones y necesidades no es un signo de debilidad, sino de madurez y autenticidad.