En un mundo en el que la inteligencia artificial (IA) deja de ser una promesa futura para convertirse en una infraestructura crítica del presente, la pregunta ya no es si debe ser regulada, sino cómo hacerlo de manera ética, inclusiva y efectiva. Bajo esta premisa, la Summer School 2025 del Máster en Gobernanza Ética de la IA (Universidad Pontificia de Salamanca) celebrada en Salamanca del 7 al 11 de julio reunió a una amplia gama de especialistas internacionales para debatir los principales dilemas de la gobernanza algorítmica en el complejo e indescifrable contexto global actual.

Este encuentro trascendió el ámbito formativo para convertirse en un foro de pensamiento colectivo. Allí convergieron representantes de organismos multilaterales como la UNESCO, la Unión Europea, el BID o la CAF, académicos europeos y latinoamericanos, profesionales del sector privado y estudiantes con perfiles altamente calificados. El acto inaugural, contó con el valioso aporte del Dr. Lucas González Ojeda (director en funciones de la Representación de la Comisión Europea en España) quien destacó el rol de la Unión Europea en el escenario mundial como potenciador de la innovación y a su vez, garante de la protección de las personas. 

IA, poder y geopolítica

Uno de los ejes que atravesó las jornadas fue el uso de la IA como herramienta de poder en un escenario geopolítico cada vez más fragmentado. En la conferencia inaugural, la investigadora Ingrid Bicu (European Institute of International Studies) abordó la aplicación de tecnologías algorítmicas en estrategias de ataques híbridos —combinaciones de ciberataques, desinformación y presión económica—, un fenómeno en aumento según la OTAN y el European External Action Service (EEAS). En este contexto, la gobernanza de la IA no puede desligarse de las dinámicas de seguridad internacional.

Sophie Sohm (Meta) y Antonio Morales (CAF) coincidieron en señalar la tensión entre la innovación tecnológica impulsada por grandes corporaciones y la capacidad de los Estados para diseñar políticas públicas soberanas. Esta tensión es particularmente visible en América Latina, donde los marcos normativos son incipientes y el riesgo de dependencia tecnológica es alto. La IA, como afirmó recientemente la High-Level Advisory Body on AI de Naciones Unidas, ya no es un asunto técnico: es una cuestión de derechos, poder y distribución de recursos.

Ética, derechos y justicia algorítmica

Otro bloque temático relevante fue el de los marcos ético-jurídicos. Naiara Posenato (Università degli Studi di Milano) y Eugenio Llamas Pombo (Universidad de Salamanca) discutieron el uso de IA en sistemas judiciales y la tensión entre eficiencia automatizada y garantías procesales. ¿Puede un algoritmo valorar pruebas, contextos o empatía? ¿Quién responde cuando un sistema predictivo falla? A nivel internacional, la candidata a la Dirección General de la UNESCO, Gabriela Ramos, insistió en que el desarrollo de la IA debe estar anclado en los derechos humanos. Su Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial (2021), firmada por 193 Estados miembros, establece principios sobre transparencia, equidad, privacidad, diversidad cultural y responsabilidad.

Educación, trabajo y cultura

La Summer School también dedicó espacio a las transformaciones que impone la IA en sectores como la educación superior, la producción cultural y el mundo del trabajo. Montserrat Alom (FIUC-CIRAD) abordó los desafíos de las universidades para formar profesionales con pensamiento crítico, capacidad de análisis técnico y compromiso ético. En paralelo, Anna Peirats (Universidad Católica de Valencia) analizó la necesidad de nuevas formas de gobernanza editorial ante la proliferación de contenidos generados por IA, la integridad científica y la trazabilidad y, Teresa Rodríguez Cachón (Universidad de Burgos), marcó los interrogantes actuales sobre propiedad intelectual, arte y creatividad.

En un mundo laboral marcado por la automatización, también se discutieron los cambios en los modelos de liderazgo y gestión. Berta Herrero (Huawei Europe) planteó la necesidad de “liderar con alma”, incorporando valores humanos, diversidad e inclusión en los entornos de trabajo mediados por IA. El vínculo entre inteligencia artificial y dinámicas de consumo también fue objeto de análisis. Yolanda Rubio, consultora independiente en tecnología y marketing, expuso cómo las herramientas de IA están transformando las estrategias de comunicación comercial, personalizando contenidos a gran escala pero también generando nuevos riesgos de manipulación, opacidad y pérdida de control sobre la identidad digital de los consumidores. Por su parte, Natalia Czajkowska, fundadora de la Swiss Academy for Leadership and Sustainability, presentó el enfoque de la “quíntuple hélice” como modelo de gobernanza sostenible para la IA.

El rol de las empresas

Una dimensión ineludible fue la empresarial. Natalia Moreno Rigollot, de Telefónica, compartió las prácticas internas de la empresa para desarrollar una IA ética. En esa línea, César Rosales (BID Lab), compartió los ejes de la iniciativa fAIr Lac del Bid Lab que busca beneficiar a poblaciones en situación de pobreza y vulnerabilidad y activar nuevas industrias para un crecimiento sostenible en el futuro desde la ética de la IA. Este debate resuena con la aprobación del AI Act en la Unión Europea y con iniciativas como el Code of Practice on Disinformation, que señalan la necesidad de marcos normativos robustos y mecanismos independientes de supervisión.

Hacia una gobernanza multilateral, inclusiva y anticipatoria

La Summer School 2025 no pretendió ofrecer respuestas cerradas, sino poner en común visiones, tensiones y alternativas en torno a un fenómeno que redefine nuestras sociedades. En un momento en que la IA penetra todas las esferas —desde la defensa y la salud hasta la cultura y la educación—, pensar su gobernanza requiere integrar saberes, voces y geografías diversas. Significa asumir que regular algoritmos no es solo una cuestión técnica, sino una decisión política que refleja los valores que queremos preservar y proyectar.

Como subrayó en la clausura Alejandro Garofali (European Institute of International Studies), la diplomacia contemporánea debe adaptarse a la transición digital, tejiendo redes de cooperación internacional que prioricen la justicia tecnológica, la sostenibilidad y la protección de lo humano. La gobernanza de la IA será uno de los ejes que definan el siglo XXI. Lo que está en juego no es solo el desarrollo de una tecnología, sino la configuración del orden global que vendrá.