La edición impresa de agosto de Vogue ha incluido, por primera vez en su historia, la imagen de una modelo creada por inteligencia artificial. Lo ha hecho en una campaña publicitaria de la firma Guess, en la que una figura femenina rubia, de estética impecable, posa luciendo piezas clave de la colección veraniega: un vestido de rayas.

Aunque el aviso aparece en letra pequeña —una discreta nota en una esquina del anuncio informa de su origen artificial—, el impacto ha sido mayúsculo. Desde Vogue aseguran que la elección de una modelo generada por IA no responde a una decisión editorial, pero el precedente ya está sentado.

El anuncio ha generado un amplio debate sobre las implicaciones éticas y laborales del uso de inteligencia artificial en la industria de la moda. Activistas y profesionales del sector expresan su preocupación por cómo esta tendencia podría afectar tanto a las modelos reales —especialmente en un momento en el que se reivindica mayor diversidad y representación— como a las audiencias jóvenes, tradicionalmente expuestas a estándares de belleza difíciles de alcanzar.

Sara Ziff, fundadora de la organización Model Alliance, advierte que el uso de modelos artificiales responde más a razones económicas que a una voluntad de innovación. “La IA puede tener un papel positivo en el sector, pero es fundamental establecer protecciones claras para los trabajadores”, subraya.

Este no es el primer experimento de Vogue con imágenes generadas por inteligencia artificial. Ediciones internacionales de la revista como Vogue China, Vogue Italia o Vogue Portugal ya han explorado esta vía en portadas recientes.

La controversia llega poco después de que Condé Nast, editora de Vogue, anunciara una colaboración estratégica con OpenAI para que su contenido esté disponible a través de herramientas como ChatGPT. Un movimiento que anticipa una creciente integración de la IA en el ecosistema mediático.

Mientras tanto, la figura de Aitana, una influencer virtual creada por una agencia española que acumula miles de seguidores en Instagram, demuestra que los modelos artificiales ya no son una rareza. La pregunta ahora es cómo afectarán estas figuras digitales al futuro de la moda y a quienes han construido su carrera en ella.

Expertos en ética tecnológica, como la investigadora francesa Aurélie Jean, insisten en la necesidad de establecer regulaciones claras. “La inteligencia artificial no es neutral. Está entrenada con datos que reflejan los sesgos de nuestra sociedad. Sin una supervisión adecuada, puede amplificarlos”, explica la experta.

El avance de esta tecnología es imparable, pero su integración en sectores como la moda, el arte o los medios de comunicación exige un marco legal y ético sólido. Por ahora, el uso de una modelo digital en una publicación tan influyente como Vogue no es más que un síntoma de un cambio profundo. La pregunta ya no es si conviviremos con la inteligencia artificial, sino cómo lo haremos y con qué garantías.