Una carta de restaurante en griego, una estación de metro en Budapest o una propina en Japón pueden ser pequeñas fuentes de estrés en un viaje. Pero este verano, la inteligencia artificial ha venido para hacerlo todo más fácil.
La inteligencia artificial (IA) ya no es patrimonio exclusivo de los laboratorios o las empresas. Este verano, se ha convertido en una compañera de viaje para miles de personas que, sin tener conocimientos técnicos, pueden resolver situaciones cotidianas con solo un móvil en la mano.
Desde Learning Heroes, centro universitario online, han identificado varios usos prácticos de la IA generativa, como es el caso de ChatGPT, que pueden hacer que cualquier viajero, incluso estirado en la playa, saque provecho de esta tecnología.
"Vivimos el primer verano donde la IA generativa deja de ser una promesa para convertirse en una herramienta real, al alcance de todo el mundo, con un teléfono inteligente. Y lo más interesante es que ha pasado de ser una herramienta de productividad a una solución para la vida cotidiana", explica Arnau Ramió, cofundador y director académico de Learning Heroes.
Continuando con su misión de democratizar el conocimiento tecnológico, el centro destaca cuatro maneras concretas en que la IA puede mejorar la experiencia de viaje.
Un ejemplo se puede observar cuando se llega a un restaurante local y la carta está en un idioma ininteligible. El visitante desconoce si aquel plato lleva carne, gluten o es picante. Con el ChatGPT, solamente hay que enfocar la carta con la cámara para que el asistente la traduzca e incluso permita filtrar según preferencias.
"Te puede ayudar a tomar mejores decisiones en según, con una precisión superior a la de los antiguos traductores automáticos", señala Ramió.
Haciendo una foto a un cartel y subiéndolo a ChatGPT, puedes preguntar y el asistente actuará como un GPS improvisado, ideal para entornos urbanos desconocidos. "Ya no hay que descargar mapas o aplicaciones locales. Una imagen y una buena pregunta pueden abrirte cualquier ciudad", describe Arnau Ramió.
La apuesta tecnológica de Catalunya
Catalunya, una de las principales destinaciones turísticos del sur de Europa, está apostando decididamente por la tecnología como herramienta clave para gestionar el crecimiento del sector y reducir el impacto de la masificación. Big data, inteligencia artificial, sensores ambientales y realidad aumentada son algunas de las soluciones que ya se están aplicando por todo el territorio, con el apoyo de la Generalitat y de clústeres tecnológicos.
En Catalunya, una de las herramientas más destacadas es el Tourism Data System (TDS), operativo desde hace más de 20 años y gestionado por Eurecat. Este sistema recoge datos de ocupación de más de 1.725 establecimientos turísticos y cuenta con 166 usuarios institucionales, entre administraciones locales y agentes del sector. Su objetivo es facilitar la toma de decisiones con datos reales sobre ocupación, procedencia de los visitantes y estacionalidad.
Por otra parte, el Clúster TIC Turismo de Catalunya, creado en el 2022, agrupa 24 empresas y entidades vinculadas a la tecnología y el turismo. Estas organizaciones facturan conjuntamente 253 millones de euros y dan trabajo además de 1.700 personas en actividades relacionadas con las TIC aplicadas al sector turístico. Su misión: innovar en la gestión turística para mejorar la competitividad y la sostenibilidad.
Las aplicaciones de la tecnología también llegan a la calle. Municipios como Lleida han instalado 62 puntos de señalización turística inteligente financiados con fondos europeos Next Generation, que incorporan códigos QR y realidad aumentada. Los turistas pueden acceder a información en varios idiomas, vídeos explicativos y experiencias inmersivas. El proyecto ha tenido un coste de 140.000 euros.
En paralelo, la aplicación de la Internet de las Cosas (IoT) y la inteligencia artificial (IA) permite a los gestores municipales controlar el aforo en playas, la calidad del aire o el nivel de ruido a través de sensores. Esta información, recogida en tiempo real, ayuda a descongestionar zonas con alta densidad de visitantes y a preservar los espacios naturales.