Es cierto que las empresas valoran mucho la experiencia a la hora de contratar personal. Pero en ocasiones buscan perfiles júnior sin trayectoria o estudiantes para hacer las prácticasque también tienen que enviar su currículum antes de entrar a trabajar y competirán con otros jóvenes en una situación similar. En estos casos, el miedo a la hoja en blanco está justificado, pero se puede competir porque siempre hay habilidades a destacar, cosas que explicar y formas de hacerlo. Te contamos cómo destacar en tu curriculum vitae si no tienes experiencia laboral. 

Partamos del primer punto, que es el diseño. Lejos ya de la época en la que hacíamos el curriculum vitae con procesadores de texto, existen hoy diversas aplicaciones, como Canva, con unas plantillas que se adaptan prácticamente a cualquier tipo de currículum. La disposición, el tamaño de letra, el tamaño de foto, los espacios en blanco... Todos estos elementos invitan, en función de cómo estén dispuestos, a un currículum más lleno o más vacío de contenido. Y teniendo en cuenta que se suele decir que un currículum es mejor cuanto más corto, desde luego la falta de experiencia te lo hará más fácil. 

Pero vayamos al contenido. En función de la profesión y de las preferencias o aptitudes de cada uno, el currículum se puede estructurar de diferentes maneras. Las 'soft skills' o habilidades blandas, que no tienen tanto que ver con los conocimientos técnicos, sino con las capacidades emocionales, son cada vez más valoradas por las empresas. Por ello, una buena forma de complementar un currículum sin mucha experiencia es dedicando un apartado del currículum o incluso dos, como mucho, a ellas.

Es importante encontrar un equilibrio razonable entre incluir aspectos fuera de lo meramente profesional si uno no tiene experiencia y no perder el foco de que la formación y experiencia es lo más importante. Así, como mucho, puede haber dos apartados más autodescriptivos, que podrían ser, por ejemplo, 'Sobre mí' y 'Objetivos profesionales'.

Objetivos y formación

En 'sobre mí' se puede incluir algún dato biográfico o afición, mientras que en 'Objetivos' debemos dejar claro hacia dónde queremos encaminar nuestra carrera, siempre que coincida ese encaminamiento con la empresa para la que postulamos. El objetivo puede no ser algo cerrado, pero tampoco hay que disparar hacia todas partes. Si tu sueño es ser ingeniero pero te apasionan las redes, puedes explicitarlo, pero intenta no añadir un tercer perfil profesional a la descripción porque puede generar mucho ruido. 

En uno u otro apartado, en función de cómo redactemos, pero preferiblemente en 'Objetivos', podemos incluir las soft skills. Proactividad, capacidad de adaptación al cambio, asertividad, facilidad de aprendizaje, versatilidad o adaptabilidad al trabajo en equipo son algunas de las habilidades que una empresa puede valorar, y mucho, en un currículum júnior.  

Una vez entramos en la carrera, la dividiremos en tres partes: Formación, Experiencia e Idiomas. Si tenemos varios cursos destacables más allá de la formación reglada (universidad, secundaria o Formación Profesional), podemos destacarla en un apartado diferenciado que recoja "Otras formaciones" o "Aptitudes". Allí podemos recoger cursos de diseño, ilustración, idiomas, programas informáticos o cualquier otro tipo de formación que hayamos hecho relacionada —directa o indirectamente— con nuestra área y que pueda servirnos en el trabajo para el que nos presentamos. 

En el apartado 'Idiomas', es necesario especificar el nivel de cada uno de ellos y añadir también si hay algún título acreditativo de los mismos. 

Y por último, llega el apartado de la Experiencia. Aquí, si eres candidato a tu primer empleo, puedes incluir voluntariados o prácticas en empresas, por mucho que no sean remuneradas. Una empresa puede valorar que hayas hecho vocacionalmente trabajos relacionados con tu área de formación. Es bastante probable, así pues, que tengas contenido de sobras para llenar un curriculum vitae aunque no hayas trabajado nunca.