A estas alturas de la película ya nadie tiene la menor duda de que la Inteligencia Artificial nos va a acompañar en todas las facetas de nuestra vida, personal, social, familiar, laboral o la que sea y que el impacto que va a ocasionar crecerá en progresión geométrica. Que ese impacto va a ser para lo bueno y para lo malo y que estamos ante un monstruo de tal envergadura que cualquier intento por domarlo no pasa de la mera petulancia, vana y ridícula pretensión.  No queda más opción que un manejo adecuado para impulsar todo lo positivo que la herramienta proporciona y minimizar los daños y perjuicios. Lamentablemente, en la UE no acaban de asumir esta realidad y siguen enfrascados en buscar modelos para poner puertas a este campo inconmensurable, con esa idea básica y absurda de que todo lo que genere la IA lleve una especie de asterisco que advierta de que procede de un algoritmo y que a partir de ahí cada uno haga lo que crea conveniente. Ante la persistencia, 150 CEO de las principales empresas europeas, Airbus, Carrefour, Danone, Accor, Siemens, Renault y demás, han remitido una carta al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo y a la Comisión Europea, titulada Inteligencia Artificial: la oportunidad de Europa de volver a la vanguardia tecnológica, en la que detallan el desastre que conlleva seguir con los actuales planteamientos.

La gran pregunta es ¿cómo manejamos la IA? Y lo primero que hay que asumir es que la IA va a cambiar por completo el paradigma de la generación de conocimiento. Hasta ahora las herramientas de business intelligence capturaban, almacenaban y estructuraban datos y un experto analista obtenía conocimiento aplicado al negocio al estudiar esos datos ya digeridos. Ahora, solo hay que pedir lo que se busca y la herramienta de IA generativa hace todo el trabajo y proporciona también el conocimiento. 

Nos guste o no, buena parte del conocimiento que circule por el mundo empresarial estará creado por plataformas de IA generativa. Un amplio caudal del actual conocimiento corporativo creado por expertos y especialistas de todo tipo va a pasar a segundo plano y el impacto en los modelos de gestión empresarial, en mi opinión, va a ser contundente. El manejo adecuado de la IA generativa va a exigir que habilidades personales y profesionales que hasta ahora estaban subrogadas a las competencias de conocimiento pasen a primerísimo primer plano. Son las que conocemos como habilidades blandas, las soft skills presentes en todos los manuales de management. En los vigentes modelos corporativos se necesitan expertos en finanzas, ingeniería, legislación, programación, analítica, diseño, planificación, investigación, etc. y si esos expertos, además, son capaces de liderar equipos, tener competencias en comunicación, mostrar empatía, flexibilidad y adaptabilidad a todo tipo de situaciones, pues mejor que mejor. La IA generativa va a dar la vuelta a todo este planteamiento y para gestionarla adecuadamente se van a necesitar perfiles profesionales dotados de excelencia en esas habilidades hasta ahora calificadas de blandas y que en muy poco tiempo van a experimentar un proceso de endurecimiento muy acusado.

El catálogo de este tipo de habilidades es amplísimo; pero me atrevo a señalar algunas que creo que va a ser imperativo dominar si queremos tener un mínimo de sensato control de todo lo que genere la IA. Pensamiento crítico es la primera que aparece cuando reflexionamos sobre esta cuestión. Las plataformas de IA generativa escupen propuestas y soluciones de todo tipo, en bruto, por decirlo de alguna manera, y con sistemas analíticos cuya naturaleza desconocemos por lo habitual. Solo con una visión crítica podemos filtrar mínimamente todo ese producto generado y darle sentido. Creatividad es la siguiente habilidad que aparece. Vamos a una homogeneización de todo lo que produzca la IA. Si dos equipos solicitan más o menos lo mismo a estas nuevas plataformas, es muy posible que los resultados que se ofrezcan sean similares y van a ser necesarias altísimas dosis de creatividad para obtener diferenciación adecuada para el negocio. Después de aplicar pensamiento crítico para desbrozar lo que generan las herramientas de IA; después de dedicar especial creatividad para diferenciarnos, necesitaremos mucha emotividad para enfatizar el carácter humano de todo lo que obtengamos y eludir la robotización que, queramos o no, va a impregnar en gran medida a toda la inteligencia que generen estas nuevas plataformas.

Lógicamente, va a ser preciso endurecer mucho otras cualidades, aptitudes o habilidades hasta ahora blanditas, pero resalto estas tres como bastante imprescindibles, a mi juicio. Las necesitamos ya, urgentemente. Por focalizarme en un sector cada vez más pujante, señalo el mundo del marketing digital, cuyas aplicaciones son de uso masivo en cualquier corporación, sea cual sea su tamaño y su negocio. Aplicaciones que generan todo tipo de contenidos para abastecer a una amplia gama de plataformas de comunicación de las empresas con sus públicos. Hablamos de contenidos para Twitter, LinkedIn, Facebook o Instagram; de guiones para TikTok, canales de YouTube o cualquier sistema de comunicación audiovisual; de mensajes para el correo electrónico; de textos para blogs y redes de WhatsApp; de artículos, reseñas y comentarios para publicaciones de todo tipo; de contenidos web; de informes y memorándum internos o externos. Una multitud de contenidos que hoy generan especialistas en la materia y que desde ya pueden suministrar herramientas de Inteligencia Artificial generativa. Jasper, por poner un ejemplo, es una empresa capaz de proporcionar a cualquier corporación todo su contingente de contenidos para sus acciones de marketing digital a partir de los datos e indicaciones que se le proporcionen. Plataformas que hacen innecesaria o reducen mucho la intervención de los actuales especialistas que, imperativamente, van a tener que desarrollar al máximo otras cualidades para perdurar en su trabajo. Cualidades, habilidades y capacidades profesionales que ya no están relacionadas directamente con el conocimiento experto de sus disciplinas, sino con el pensamiento crítico, la creatividad y la emotividad, entre otras.

¿Y cómo se adquieren estas endurecidas capacidades? Problema gordo. Es cierto que hay expertos capaces de explicarlas y divulgarlas con notable éxito en el mundo empresarial. Hay cientos de tutoriales dedicados a estas cuestiones y el número de publicaciones que las abordan es también destacado. Pero dudo del nivel de impregnación que logren entre los profesionales. La creatividad, la emotividad y el pensamiento crítico, por centrarme en las tres que considero relevantes, no se adquieren fácilmente por mucho empeño que se ponga en su estudio. Hay un alto nivel de disponibilidad innata para desarrollarlas adecuadamente y que no todo el mundo tiene. Pero no va a quedar más remedio que inventar fórmulas para incorporarlas a nuestro acervo y conformar un conjunto de valores y de cultura que nos alejen de la deshumanización y la robotización que nos van a envolver.

(*) Para tranquilidad de las autoridades comunitarias, este artículo NO ha sido redactado por una herramienta de IA generativa.