Jan Eeckhout (Aalst, Bèlgica, 1970) ha sido profesor en la Universidad de Pennsilvania, en la Univeristy College de Londres, en Princeton y en Nueva York. Tras vivir muchos años en Estados Unidos y Gran Bretaña, actualmente vive en Barcelona, donde es profesor de investigación ICREA en el Departamento de Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Su libro La paradoja del beneficio, que se ha publicado en siete idiomas, ilustra como la acumulación de beneficios y de poder por parte de las grandes empresas tecnológicas (como las GAFAM, Google, Apple, Facebook, Amazon y Meta, entre otras) les permite llevar a cabo prácticas monopolísticas que restringen la competencia y estancan los salarios. En una semana en la que Bruselas ha iniciado una investigación para ver si algunas de las big tech incumplen la ley antimonopolio europea, Eckhout, un acérrimo defensor de la comptencia, alberga pocas dudas al respecto. 

La tesis principal de su libro es que la acumulación de la tecnología en pocas manos, si bien hace una sociedad más rica en conjunto, genera más desigualdades. Teniendo en cuenta que surfeamos en una ola tecnológica que crece, no tiene muy buena pinta ¿no?
Nos hace más ricos y más pobres a la vez. La tecnología o el cambio tecnológico es como la historia del héroe y el villano; el héroe nos mejora muchas cosas, no hay duda de que estamos viviendo mucho mejor que hace 40 o 50 años. Pero a la vez la tecnología también genera a nivel económico una concentración de poder y las empresas que tienen esta concentración utilizan la tecnología para ejercer ese poder en el sentido de que reducen la competencia, mantienen unas posiciones casi monopolísticas. Y este es precisamente el problema. La tecnología nos hace más desiguales, hay gente que no ve nada del crecimiento del pastel, e incluso el pastel no crece tanto como podría crecer. Estas empresas están utilizando la tecnología de manera positiva, pero también generan fronteras, barreras de entrada para competidores.

¿Qué futuro prevé? Porque esto va a más.
Seguirá, con la inteligencia artificial, no es un tema que se va a frenar rápido. Lo que vemos con los últimos desarrollos es que la escala, que es parte de cómo las empresas consiguen mantener estas posiciones monopolísticas, está siendo más grande. En todo lo que tiene que ver con inteligencia artificial, el tema de fondo no es tecnológico, el desarrollo de software, por ejemplo, sino que para generar un ChatGPT lo que necesitas es muchos recursos de computación, energía, chips de los más avanzados…y esto es un proceso de producción que está lleno de muros. Hay empresas que controlan muchísimo el proceso de producción y generan muchas situaciones de poder. Por ejemplo: la empresa de tecnología europea más grande en valor de mercado no es muy conocida, es una empresa holandesa, ASML, que fabrica máquinas para hacer chips con un proceso de impresión litográfico óptico que nadie más puede producir. Sabemos que hay Nvidia, TSM, la empresa taiwanesa que tiene el monopolio de producción de algunos chips, pero ¿quién produce las máquinas de estos chips? Una cosa es producir los chips, otra cosa es producir la máquina que puede producirlos. Esta empresa holandesa tiene una valorización de mercado de 350.000.000 euros, que es enorme. Este es el problema que vemos en la cadena de producción. Todos los algoritmos para la IA son públicos, tú tienes acceso, no hay ningún secreto. El problema es que si tú quieres producir un producto que es el ChatGPT o cualquier otro producto, necesitas chips, necesitas energía, necesitas escala.

Entrevista Jan Eeckhout, economista / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Jan Eeckhout en la UPF / FOTO: CARLOS BAGLIETTO

Lo vemos con los recientes resultados de los 7 magníficos (Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla). Este club vale en Bolsa 11 billones de euros, similar al PIB de las cuatro mayores economías europeas: Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia.
Y todo el crecimiento que hemos visto en la bolsa en los últimos años viene solo de ellos. La bolsa no es representativa de toda la economía, esa es básicamente la tesis de la “La paradoja del beneficio”, que por un lado vemos esta alza de algunas empresas como un éxito y pensamos ‘que bien está la economía’, y del otro lado vemos luego un número de consecuencias que ya llevamos cuatro décadas, casi cinco, donde vemos reducción de los números de start-ups, reducción del dinamismo empresarial, una brecha entre la productividad y los salarios...

"La tecnología crea una concentración de poder que permite mantener posiciones casi de monopolio. Y la gente no ve nada del crecimiento"

El consenso dice que los buenos salarios dependen de una buena productividad, pero usted desmonta con datos esta teoría. ¿Cómo lo podemos revertir?
Una vez diagnosticado el enfermo, la desigualdad, una propuesta un poco ortodoxa es pensar en impuestos, en redistribución, en la Seguridad Social, que son cosas que podemos seguir haciendo. Pero hay otra herramienta que es aumentar la competencia entre empresas, porque todos estos efectos vienen de la falta de competencia. Si introducimos más competencia, veremos que todos estos efectos colaterales se resuelven. Y si estamos pensando en una política, digamos más justa, de mayor igualdad de oportunidades, etc.  la política de competencia es una forma muy útil, creo, para para conseguir todo esto,

Cuando habla de desigualdad, de productividad, lo hace a nivel mundial, España está a la cola de la productividad. El consenso dice que depende de varios factores, como la formación, la inversión, pero también del tamaño de las empresas, en contra de lo que usted defiende.
Pero yo creo que España, y Catalunya en particular, es una economía de pymes, una economía que ha crecido en los últimos 30 años en gran parte por estas empresas familiares locales. Lo que pasa es que vemos que la competencia global es feroz. El sector textil de aquí, por ejemplo, ha sufrido precisamente esto. La ventaja de Catalunya, de España, no es intentar conseguir una empresa grande, por mucho que tenemos Inditex en Galicia, que es una empresa global. Algunas podemos tener, pero yo creo que el objetivo es tener jugadores competitivos a nivel global que estén mirando hacia fuera, no hacia dentro. Es decir, viendo que primero hay mercado europeo, segundo un mercado global donde pueden jugar, y por eso necesitamos más start-ups, más empresas innovadoras. Eso es uno de los puntos que vemos mucho en los datos: las empresas jóvenes, nuevas, son empresas que innovan más, que contratan más y que crecen más. Y eso es el motor de la economía. Las grandes empresas, por muy fuertes y potentes que sean, no innovan tanto como las pequeñas, obviamente en proporción, no contratan tanto, crecen menos y, por lo tanto, no contribuyen tanto al crecimiento de la economía. Obviamente, una empresa pequeña no va a sacar adelante toda una economía, pero si tienes muchas, sí. Y lo que vemos ahora es que es mucho más difícil, sobre todo en tecnología, para las empresas pequeñas, tener, digamos, ese impacto que creo que es importante, tanto en Catalunya como en España, pero también en el resto de Europa, incluso en Estados Unidos. Ahí también sufren el hecho de que estamos diciendo que vivimos en una economía de cambio tecnológico lleno de start-ups, pero ¿se puede hacer en IA? Sólo hay cuatro jugadores potentes que lo dominan todo.

"Cuando hay desigualdad pensamos en impuestos, redistribución... pero creo que es más efectivo favorecer la competencia"

Es una de los aspectos que más me ha sorprendido del libro, es ver que ahora hay menos start-ups, menos nuevas empresas y menos emprendimiento que en los años 80.
Antes utilizaba esto como dato curioso en un cóctel y me decían que si había bebido. Pero si en los 80 tenías una idea con una tecnología para mejorar cualquier cosa, algún software, empezabas. Ahora tienes una idea para un tema de inteligencia artificial, necesitas poder probarlo y necesitas tener acceso a una potencia computacional que te resulta muy cara. Yo hablo con gente aquí, que trabaja en España, con una empresa alemana de cloud computing y cuando se levantan cada día se desesperan de lo difícil que les resulta si son pequeños. Ahí vemos una gran diferencia, que una buena idea tiene muy pocas posibilidades de prosperar.

Entrevista Jan Eeckhout, economista / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Jan Eeckhout en un momento de la entrevista en su despacho / FOTO: CARLOS BAGLIETTO

"Las empresas jóvenes innovan, contratan y crecen más que las grandes, por muy fuertes que sean. Son el motor de la economía y hay menos que en los años 80"

Usted habla de muchos beneficios y de mucha cuota. ¿Cuál es la frontera? ¿De qué estamos hablando?
Primero, hay algunos sectores en los que ser grande es necesario, como el sector de la electricidad, o las telecomunicaciones, son empresas que ya por sí necesitan escala. Incluso un Amazon tiene que ser grande porque necesita una red de logística, con muchos almacenes, que es super sofisticada y grande. En la producción de energía debes tener casi empresas monopolísticas, no puede ser de otra manera. Esto es una cosa. El problema está más en los beneficios que generan un monopolio natural. Sabemos desde hace mucho tiempo que, aunque tengas una situación tecnológica que genera un monopolio natural, hay maneras para conseguir que haya competencia. Una forma es separar la escala de la operación. Por ejemplo, no tiene sentido tener dos líneas de tren rápido entre Madrid y Barcelona para competir, sino una línea que está separada de los operadores, como vemos ahora, que generan competencia. Es decir, si el dueño de la línea también es el operador, entonces tiene la situación monopolística perfecta. Lo hemos visto aquí hace 10 años, pero también hace 100 años en Estados Unidos: lo que hizo JP Morgan fue consolidar todas las líneas, las vías de tren para tener la situación monopolística.

De hecho, desde que hay competencia en el AVE los precios se han reducido un 40% en menos de un año, aunque no guste demasiado al ministro Óscar Puente porque afecta a los resultados de Renfe.
Otros ejemplos que vemos donde falta la interoperabilidad es que si tú te bajas en tu teléfono una aplicación que sea de Google Play o de Apple Store pagas el 30 % de comisión. ¿Por qué, si la contribución de estas plataformas no es el 30%? Pues porque no permiten competencia, no permiten que haya otros proveedores de estas aplicaciones. Hemos visto como a Epic Games, los de Fortnite, que han intentado recurrir esto legalmente, les han dado la razón, pero al final no les ha solucionado mucho el tema, en el sentido de que las plataformas están explotando esta posición de tener capturado al consumidor con su teléfono, con todas sus apps, y no hay ninguna otra manera de conseguir bajar esto. Yo creo que esos son ejemplos en los que las políticas procompetitivas pueden hacer mucho por el cambio. De la misma manera que si yo utilizo una red social y me lo dan gratis, y pienso, "ah, yo no pago, el precio es cero", te tiene que preocupar, porque estás pagando con tus datos, y como pagas con tus datos utilizan tus datos para vender anuncios y estos anuncios tienen un precio más alto porque no hay competidor para comprar esos anuncios. ¿Por qué Meta controla todo el mercado y los anuncios que os roba a los medios de comunicación? Porque tienen el control total, está desconectada de competidores. Hay maneras de hacerlo: puedes dejar acceso a este mercado de anuncios a otros competidores.

"Los Next Generation llegan tarde, es mejor poder crear una empresa en un día y no tener que esperar seis semanas para el sello del notario"

La solución que propone es más competencia, más mercado, como decía Adam Smith, e instituciones y reguladores fuertes que velen por ello. ¿Cómo lo hacemos en un mundo donde no hay armonización fiscal, por ejemplo, donde hay pocas instituciones globales fuertes o donde, como consecuencia del distinto grado de desarrollo de cada país o región, lo que favorece a unos, perjudica a otros y viceversa?
Primero, reconociendo que este es el problema y que estamos muy lejos de la solución. Pero hay cosas positivas: en el siglo XVI Génova y Venecia se peleaban, luego tuvimos unificación; en Europa hemos tenido unificación… Al final, si miras como hemos evolucionado en 300 o 400 años, de tener una competencia superlocal a darnos cuenta, después de la II Segunda Guerra Muncial, de que necesitábamos unas instituciones globales…pero sí, estamos muy lejos. En Europa estamos muy avanzados en algunas cosas, como la legislación de políticas procompetitivas, pero a la vez tenemos cosas en las que somos el ultimo de clase, todo lo relativo a la armonización es un desastre. ¡Tenemos incluso paraísos fiscales dentro de Europa, como Luxemburgo! O todavía peor, las ayudas a las empresas son una competencia. Vamos a un ejemplo local del pasado: si vamos a pagar a Nissan para que no se vaya porque no queremos perder puestos de trabajo, es un pago directo al propietario de Nissan. A los accionistas de Nissan les encantan las ayudas, claro, pero no nos ayuda. Tenemos que ponernos de acuerdo y ver que esto no tiene sentido. Estamos compitiendo entre nosotros y si el problema es global, la solución también tiene que ser global. Efectivamente, nos tenemos que coordinar, armonizar, esta es la gran asignatura pendiente. Lo que pasa es que ahí tocamos otro problema: la influencia de las empresas en la política, porque el lobby es tan fuerte y el problema es que hay un círculo vicioso entre el poder de mercado económico y el poder político. Porque si tienes poder de mercado, generas beneficios, los beneficios te permiten influir en la política porque tienes dinero para ofrecer y las políticas que se hacen te favorecen. Es como un círculo vicioso. ¿Significa que debemos acabar de repente con la democracia ? No, pero tenemos que cuestionar un poco estos vínculos, ahí tenemos muchas cosas que hacer.

¿Por dónde empezaría?
En vez de intentar también competir con lo que hay y ofrecer golden visa, por ejemplo, debemos intentar coordinar con Europa lo que podemos hacer como Europa. Y ser los motores de Europa para coordinar estas políticas. Y una vez que lo tenemos en Europa, vayamos a Naciones Unidas a intentar dar un paso más. Creo que Catalunya se beneficiaría mucho más de ser un jugador propiamente competitivo dentro del mundo, que decir "vamos a hacer de Catalunya un lugar privilegiado con beneficios para atraer gente y capital". Catalunya tiene el capital humano y los recursos como para hacerlo. Como lo es Estonia, un país de dos millones de habitantes, que es el número uno en tecnología porque ahí han decidido "nosotros no podemos hacer de Estonia, tan pequeño como es, algo especial". No podemos pretender ser jugadores mundiales, querer una Nissan, no. Vamos a poner las condiciones para que crear una empresa sea posible en un día y no esperar seis semanas para que pase por el notario. No es tanto un tema de vamos a darte dinero, sino te vamos a dar unas instituciones que te apoyen en lo que hagas. Y vamos a intentar nosotros como país, ser uno de los más competitivos a nivel global.

"La bolsa es un ejemplo donde la mano invisible de Adam Smith funciona de fábula: buena regulación y a competir. Pero se ha generado tras años de desarrollo y con penalizaciones"

Pues hemos apostado por aportar dinero, como los Next Generation y los PERTE, medidas que usted critica también en el libro.
Llega la crisis del COVID. Sí. Vale. Y creo que los economistas todos estaban de acuerdo en que había que hacer algo.

Keynesianismo
Exacto. Pero lo que pasa es que en Estados Unidos dieron un cheque a todo el mundo y me parece que si la crisis del COVID empezó el 11 de marzo, pues el 15 de abril todo el mundo recibió el cheque. Aquí en Europa en 2024 está llegando ese dinero del COVID, que es de hace ya cuatro años, es demasiado tarde. Así que ahora, los Next Generation son como una solución a un problema que ya ha pasado porque, mientras tanto, hemos tenido inflación, hemos tenido cuellos de botella en las cadenas de suministros…. Y por eso yo creo que poner dinero a problemas me parece que es difícil que se llegue a tiempo y que tengan efecto. Desde mi punto de vista lo que suele salir mucho mejor en general es generar instituciones que son procompetitivas, que ayudan a que si quieres montar una empresa no tardes seis semanas que es lo que se tarada en España hasta que un notario le pone un sello. Esto no es ninguna contribución a ser competitivo porque quizás tú tienes una idea hoy, las cosas van cambiando rápido y tienes que estar operando mañana con tu empresa. Y creo que eso es mucho más importante que decir te voy a ayudar y voy a decidir quién recibe dinero y cuánto dinero… porque al final para dar dinero ya hay un mercado, que es el venture capital, para las buenas ideas. Tengo mucho respeto a los políticos, pero ellos no saben mejor que los que invierten, que tecnologías van a ser más productivas.

Entrevista Jan Eeckhout, economista / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
El economista Jan Eeckhout durante la entrevista / FOTO: CARLOS BAGLIETTO

Y además los PERTE van a parar a manos de grandes empresas, volviendo a su tesis. ¿No le parece que 250 años son muchos para ver que la competencia y la mano invisible de Adam Smith no lo va a solucionar todo?
Estoy de acuerdo con que la competencia solo no lo va a solucionar. También decía el mismo Adam Smith que la competencia no es una cosa que sale por sí misma, es difícil. Si las condiciones institucionales están, sí que puedes tener una competencia fructífera. Y esto es la mano invisible, pero necesitas una mano muy visible para crearlo. Si quieres jugar a fútbol donde el que juega escoge que un equipo tiene 15, el otro siete, y que el campo está inclinado y que el que tiene 15 juega arriba y que además el árbitro es amigo suyo y se ajustan las reglas como le conviene, claro que el que tiene 15 va a ganar. Pero esto no es competencia. Para tener competencia necesitas una serie de reglas que se tienen que ajustar todo el rato, porque la tecnología cambia. Y una vez que tienes esto, que compitan a lo loco y que el árbitro sea imparcial. Lo que ocurre hoy, y que ya veía Adam Smith, es que muchos de estos empresarios y empresas utilizaban el poder a su favor. Y esto no es la mano invisible. Fíjese en la bolsa, por ejemplo, está super regulada y una vez que la tienes puedes empezar a negociar y funciona. ¿Qué surge un cambio tecnológico y que en nano segundos hay información que adultera la competencia y tenemos que hacer una nueva regulación? Pues la hacemos, sigue funcionando y sigue siendo muy competitiva. Aquí la mano invisible funciona de fábula. Pero esto se ha generado tras años de desarrollo de mucha legislación, con penalización para los que no siguen las reglas. Es un juego en el que las reglas están muy definidas y que van cambiando con el tiempo.

Para mitigar este poder y esta acumulación de beneficios de las grandes compañías ¿está a favor de la imposición? ¿O en gravar las grandes fortunas y patrimonios?
La imposición es una forma de ajustar las cosas pero no creo que sea la solución última porque no soluciona el problema de fondo. Siempre pongo el siguiente ejemplo comparativo: no se trata tanto de las empresas potentes sino de los recursos que sacamos de la tierra. Si comparamos Noruega con Rusia, Noruega tiene un sistema del petróleo, gas y de energía hidráulica donde dicen "todo esto es del pueblo noruego". Y si tú quieres invertir en ello puedes, pero hay reglas: tus impuestos sobre beneficios son del 78%, en el resto de actividades es del 25%. Segundo, tienes que hacer una joint venture con una empresa estatal. Tú puedes ganar dinero como empresa energética allí, pero no vas a ganar el dinero que gana un oligarca en Rusia. El oligarca en Rusia lo ha ganado todo para él. Ambos son mercados muy regulados, pero a un lado nadie se queja de que no hay innovación en Noruega, ni de que no están sacando todo el provecho de estos recursos. Está bien regulado y el beneficio va al pueblo. Creo que es una visión mucho más a largo plazo, que está diseñada para que sea una fórmula con incentivos para entrar como empresa privada, pero sin que se den los excesos que vimos, por ejemplo, en la Rusia de los años 90, donde los oligarcas se llevaron las joyas de la corona del país sin ningún tipo de competencia.