"No haremos comentarios acerca de la reunión, ni tampoco de la oferta de BlackRock". La respuesta es prácticamente idéntica al otro lado de los teléfonos de las oficinas de prensa -abiertas en sábado- de Credit Suisse, banco que viene de una caída repentina que le llevó a pedir un rescate de 50.000 euros, y de UBS, el banco suizo que debe ser el salvador de la compañía con una compra ya avalada por los reguladores. Nada se sabe de la reunión que cada cúpula directiva debe mantener, por separado, durante este fin de semana para abordar una compra en la que se ha entrometido el gestor de fondos de inversión norteamericano, BlackRock, que según ha informado el Financial Times hará una oferta rival superior a la de UBS para hacerse con parte o la totalidad del banco. Seis días después de la quiebra de Silicon Valley y cuatro días después de la caída de Credit Suisse, todas las instituciones y bancos insisten en negar los riesgos de contagio y, sin embargo, el mundo entero sigue pendiente de lo que pase con este histórico banco suizo. ¿Por qué? 

Recapitulemos primero lo que ha pasado en estos días turbulentos. El viernes 10 de marzo, Silicon Valley Bank tuvo que ser intervenido por los reguladores financieros en la que se convirtió en la segunda bancarrota más importante de la historia del país. Ante la retirada de depósitos de las startups a las que financiaba, el banco intentó resolver un problema de liquidez vendiendo bonos estatales, pero a un precio por debajo del mercado que se le fue acumulado en forma de deuda de manera vertiginosa. Y el banco quebró. 

El miedo al efecto dominó, que en 2008 partió de la bancarrota de Lehman Brothers y derivó en una crisis financiera global, corrió enseguida por todos los rincones del planeta. ¿Cómo se pueden producir estos contagios? En primer lugar, por la exposición de otros bancos al banco en quiebra. Y ahí, el temor opera exactamente como una pieza de dominó: aunque la mayoría de bancos no estén expuestos a Silicon Valley Bank, pueden estarlo al banco que sí que está expuesto y que queda en riesgo de caer después. Por eso, de inmediato, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, salió a defender la solidez de su sistema bancario y a garantizar que todo el mundo recibiría el dinero que tenía en este banco. 

Las Bolsas europeas amanecieron el lunes posterior con caídas repentinas. Muchos inversores españoles, por ejemplo, aprovecharon la crisis para retirar sus inversiones en bancos españoles, propiciando una brusca caída de los mercados. Los expertos, los bancos y las instituciones europeas insistían en negar todo riesgo de contagio por la bancarrota de Silicon Valley Bank y aludían a tres motivos. El primero, que un banco como Silicon Valley Bank, tan de nicho y dependiente de las startups pese a su gran tamaño, no existía en España. El segundo, que las lecciones de 2008 han servido para que los bancos europeos diversifiquen sus inversiones y minimicen sus exposiciones directas a otros bancos que puedan arrastrarles en la caída. Y el tercero, la fortaleza de un sistema bancario con actores de máxima confianza. 

Pero existía al menos uno de esos bancos europeos que no gozaba precisamente de una gran reputación: Credit Suisse, que encadena escándalos vinculados a sobornos, estafas, corrupción y un sistema de supervisión muy laxo que ha permitido incluso a narcotraficantes blanquear su dinero en el banco suizo. Así que, el miércoles, la vía de contagio desde Silicon Valley Bank hacia Europa fue otra: la de la confianza. En una crisis bancaria como la de Silicon Valley Bank, los bancos que más la sufrirán, si no están expuestos al origen de las turbulencias, son aquellos que tienen menor credibilidad. Y así sucedió con Credit Suisse, que vio como sus inversores retiraban masivamente sus acciones en el banco, que cayó en un día un 30% y volvió a arrastrar a las Bolsas europeas, que el martes parecían ya haber superado el efecto rebote surgido de Silicon Valley Bank.   

Un riesgo pequeño, pero real

De nuevo, los mensajes de calma se sucedieron entre los gobiernos europeos y el Banco Central Europeo, que solicitó información a los bancos para conocer su nivel de exposición a Credit Suisse. Dando por buenas las afirmaciones de que no hay una gran exposición entre bancos europeos a raíz de la crisis de 2008, aún existen dos riesgos de contagio en Europa, pero ahora desde mucho más cerca. Los detalla el profesor de EADA y experto en finanzas Rafael Sambola: "Por un lado están los mercados de capitales, que ofrecen un riesgo similar al de que alguien grite "fuego", porque los mercados no aguantan la incertidumbre". "Esto 

Y por el otro que los bancos más débiles o de menor reputación tengan un problema de liquidez y eso implique carreras bancarias a retirar efectivo de forma acelerada, como sucedió con Silicon Valley Bank". Pero incluso en este supuesto, "el Banco Central Europeo ha demostrado que podrá actuar de inmediato y que está mejor preparado que en 2008", destaca Sambola, confiado de los "test de estrés que viven los bancos para ver qué podría pasar en una situación así". 

Con las reuniones en paralelo de las cúpulas de UBS y Credit Suisse para discutir la compra del primero sobre el segundo este fin de semana, los horizontes que se abren ahora para el banco suizo son tres. La compra de UBS, que ya ha recibido el beneplácito de los reguladores rusos, la compra de BlackRock o de alguna otra entidad que entre en la ecuación y, por último, que Credit Suisse venda su parte de fondos de riesgo y mantenga el resto del banco sin venta o fusión. "Para Suiza y las autoridades suizas, la compra de UBS puede parecer lo mejor, aunque puede generar algún riesgo de que, sumados, ambos bancos acumulen demasiado mercado", apunta Sambola.

La agencia económica suiza AWP afirmó que tanto el Banco Nacional de Suiza (BNS) como la comisión reguladora del mercado de valores (Finma) admiten que la compra de Credit Suisse por UBS es la única solución para evitar el colapso del banco, según informa EFE. Curiosamente, en el pasado UBS tuvo que ser rescatado por las autoridades suizas debido a su exposición a las hipotecas subprime causantes de la crisis financiera de 2008, algo que, sin embargo, no le ocurrió a su rival Credit Suisse.

Pase lo que pase este fin de semana, la rápida intervención de las autoridades y el fortalecimiento de los bancos europeos y sus sistemas de control siguen multiplicando mensajes de calma por parte de analistas y autoridades. Pero, en el mundo financiero, "siempre existe un pequeño riesgo", recuerda Sambola. Por muy preparado que estén los bancos o muchos rescates que se lleven a cabo, nadie puede saber ni controlar lo que hará la población con su dinero, ya sea el que tiene en el banco o invertido en la Bolsa.

Y si todos deciden retirarlo al mismo tiempo, el sistema bancario sí que puede colapsar. Eso, en cualquier caso, "es casi imposible que eso pase si todo funciona como deba funcionar, con los controles que hay y con mensajes de calma", remata Sambola.