Telefónica reducirá su dividendo, alejándose de una de las rentabilidades más altas de Europa para alinearse con la media del sector. Este movimiento, que supone un cambio de paradigma, responde a una estrategia integral que el nuevo presidente ejecutivo, Marc Murtra, presentará el próximo 4 de noviembre, con la que se pretende reforzar la disciplina financiera y preparar el terreno para la previsible consolidación del sector europeo.

Las cifras, extraídas de los cálculos internos de Telefónica a los que ha tenido acceso Bloomberg, hablan por sí solas. La compañía, que había proyectado una rentabilidad por dividendo del 6,6% para los años 2025 y 2026, ajustará esta previsión a un 4,8% para el presente año y a un 5,2% para el próximo. Estos porcentajes la sitúan finalmente en la órbita de sus principales competidoras en Europa, donde la media del sector roza el 5%.

La magnitud de este cambio se comprende mejor cuando se revisita la historia de Telefónica. El operador ha sido una roca inamovible en el pago de dividendos, constituyéndose como un valor refugio para generaciones de inversores. Los objetivos de este reenfoque son tridente y están profundamente interconectados:

  1. Reforzar el balance: Telefónica lleva años en una batalla titánica para reducir su voluminosa deuda, que al final del último trimestre se situaba alrededor de los 27.000 millones de euros netos. El alivio de la presión del dividendo liberará cientos de millones de euros anuales que se podrán destinar a la amortización anticipada de deuda, mejorando los ratios financieros y reduciendo el gasto financiero.
  2. Liberar liquidez para nuevas inversiones: El sector se encuentra en una carrera contrarreloj para desplegar y actualizar redes de fibra óptica y, sobre todo, para la costosa implantación del 5G y la futura 6G. Estas inversiones, críticas para permanecer competitivo, requieren un esfuerzo de desembolso colosal que la compañía necesita financiar.
  3. Prepararse para la consolidación del sector europeo: Este es, posiblemente, el punto clave. El mercado europeo de telecomunicaciones está fragmentado y presionado por los bajos precios. Se da por hecho que en los próximos años se producirán fusiones y adquisiciones entre los grandes grupos. Telefónica, con este movimiento, no solo se pone a dieta para ser un actor más ágil, sino que también acumula un colchón de liquidez que le podría permitir ser adquirente o, en un futuro, presentar un balance más atractivo en caso de recibir una oferta de compra. La compañía ya ha dado muestras de esta estrategia con sus alianzas a escala estatal, como la fusión de sus torres de telecomunicaciones con Cellnex.

Bloomberg señala que el plan ya ha sido discutido con los principales accionistas de la compañía, un detalle importante que indica que el consejo de administración ha trabajado para garantizar el apoyo de los grandes inversores institucionales y evitar discrepancias en la siguiente junta de accionistas. El endurecimiento de la política de dividendos es visto como una señal de madurez y una gestión orientada al futuro. En un entorno económico marcado por la inflación y los tipos de interés elevados, las empresas con una deuda controlada y una estrategia de inversión clara son miradas con mejores ojos. El cambio de Telefónica parece, en definitiva, el adiós a un modelo del siglo XX para abrazar las exigencias, y las oportunidades, del siglo XXI.