Hablar del grupo papelero Miquel y Costas es sinónimo de explicar un proyecto industrial que se remonta en 1752, pero fijó sus bases en 1874 cuando la familia Miquel creó la estructura societaria de Miquel y Costas & Miquel. Detrás estaba la experiencia acumulada en los 122 años precedentes iniciados con los hermanos Llorenç y Antoni Miquel i Costas con la producción artesanal de papel a un molino de Capellades (Barcelona). La expansión de su actividad internacional llegó muy pronto, en 1880, de la mano del tercero de los hermanos, Pau, y la apertura de una sede comercial en Cuba. Esta fue la semilla de la vocación exportadora de la compañía y de la creación de una red propia de distribución de papel que germinó con especial fortaleza en Latinoamérica y que se consolidó entre 1914 y 1930.

De aquel espíritu industrial e internacional, fundamentado en la perspectiva de futuro, se ha convertido un grupo que compite en el sector papelero mundial. Está formada por 15 sociedades -tres de las cuales en el extranjero; Argentina, Chile y Alemanya-, y la participada (40%) Fourtube, para la manipulación de papeles, en Sevilla. Exporta el 90% de todo lo que fabrica, tiene entre manos un plan de inversión de 120 millones de euros y sigue invirtiendo en I+D+i un 2,5% de sus ventas anuales. Gestionan una plantilla de los alrededores de 900 trabajadores.

Un grupo industrial con la mirada a largo

No falta de altibajos, ya que no ha sido ajena a las crisis económicas que se han sucedido en estos casi tres siglos de recorrido empresarial, los puntos de inflexión que la sustentan son diversos. Pero "somos un grupo industrial de largo recorrido", solvente y con una rentabilidad con aumento progresivo y constante, manifiesta Mercader, y más concretamente en los últimos 35 años.

En casi tres siglos han sucedido infinidad de acontecimientos que lo han marcado y siguen determinando su futuro. Por una parte, la creación de marca, especialmente el papel de fumar Smoking, lanzada en 1924, y que con cien años de historia sigue siendo uno en lo referente al mercado mundial.

Uno de los primeros carteles publicitarios de la marca de papel de fumar Smoking.
Uno de los primeros carteles publicitarios de la marca de papel de fumar Smoking.

También las adquisiciones de otras compañías que, espaciadas en el tiempo y muy meditadas" -según el presidente del grupo Jordi Mercader Barata- han sido determinantes para ganar dimensión. Papelera Barcelonesa, en 1914; la entrada en Celesa, en 1957, para el autoabastecimiento de fibra para papel; la incorporación de Payà Miralles (originaria de Alcoy, pero con fábrica en Mislata, València), en 1978; la adquisición de un taller de Papeleras Reunidas en Buenos Aires (Argentina) los años 80; en España, en 1990 se crea MB Papeles Especiales, en asociación con Papelera del Besòs, que era especialista en papeles de filtro; en el 2018 y después de una inversión de 45 millones, se inaugura la fábrica de Terranova Papeles, en la Pobla de Claramunt (Barcelona); y en el 2018 se compra Clariana, un fabricante líder de papeles de color, con producción en Villarreal (Castellón).

Por lo tanto, esta estrategia sigue estando en el punto de mira del grupo. "Tenemos una compañía con 75 millones en la caja y con unas ganancias de 49 millones en el 2024", remarca Mercader.

El presidente del grupo Miquel y Costas, Jordi Mercader Barata.
El presidente del grupo Miquel y Costas, Jordi Mercader Barata. Foto: Montse Giralt.

El grupo "nunca dejará de producir papel de fumar", que ahora representa el 60% de un negocio de 309 millones de euros, en el 2024. Además, es uno de los polos de innovación del grupo, para responder a las necesidades de la gran industria tabacalera mundial que son clientes "muy exigentes" que hace que "el esfuerzo" de Miquel y Costas también sea inmenso. Prácticamente, el papel de fumar, entendido como una comodity tiene poco recorrido, porque las grandes multinacionales exigen innovación que les aporte ventajas competitivas en su lucha para reducir los riesgos para la salud de los consumidores, de los fumadores.

Importando entre las grandes

Eso hace que "la apuesta por la investigación y la innovación con la marca Smoking y toda la gama de producto de papel de fumar sea de gran valor añadido y deje buenos niveles de rentabilidad" en los balances de Miquel y Costas. "No necesitamos ir a más volúmenes, al contrario", explica Mercader Barata, y admite que "ser una empresa de una dimensión relativa en medio de grandes tabaqueras nos beneficia porque tenemos mucha flexibilidad". Al mismo tiempo, tienen en consideración que, sin abandonar "nunca" la fabricación de papel de fumar quizás hará falta "producir otro tipo de papel donde quede capacidad de producción libre.

Miquel y Costas quiere potenciar su diversificación en papeles especiales industriales y para la industria gráfica. Con este propósito, en el 2015 puso en marcha las inversiones en tecnología puntera en la empresa Terranova Papers, dedicada a la fabricación de papeles industriales para la alimentación, la automoción y la laminación decorativa. Eso quiere decir ser uno de los principales productores mundiales de las cápsulas de papel de las magdalenas, de las bolsas para el té, el papel muy resistente y absorbente que se utiliza para crear una capa protectora en tierras, mostradores de cocina y paneles decorativos, los papeles para las baterías de los coches... Un abanico de soluciones tecnológicas "que pueden ir a más".

Jordi Mercader en las oficinas del grupo en Barcelona. Foto: Montse Giralt
Jordi Mercader en las oficinas del grupo en Barcelona. Foto: Montse Giralt

Ir de compras por Europa y EE.UU.

Hacen una búsqueda "activa" de oportunidades de compra a Europa y los Estados Unidos. El presidente del grupo considera que hay nichos de mercado del sector de los papeles especiales que se pueden incorporar a Miquel y Costas y no descarta que también algunas de las grandes multinacionales entren en una etapa de ciertas desinversiones, lo cual abriría nuevas opciones de compra para la compañía catalana.

Repasando la historia, otro hito importante se produjo en 1996, cuando el grupo salió a bolsa. Con la compañía y los órganos directivos profesionalizados y con el máximo exponente del entonces presidente Jordi Mercader Miró -que con los años se ha convertido en uno de los principales accionistas con poco más del 18%-, quien, en junio de 2023, la cedió a su hijo Jordi Mercader Barata. Los años 90 del siglo XX fueron difíciles, Mercader Miró tuvo que gestionar una empresa endeudada y levantar un proyecto industrial basado en la solidez financiera y la tecnología, buscando y consolidando a un accionariado de referencia. "Yo estoy aquí para hacer crecer este proyecto industrial", argumenta al actual presidente ejecutivo, con el apoyo de los accionistas.

Unos accionistas de referencia y buena retribución

Actualmente, el consejo de administración ostenta un poco menos del 50% del capital, con la representación de las ramas familiares descendentes de la familia Miquel, con los Miquel Vacarisses y los Escasany Miquel, y otros accionistas que se han ido incorporando a lo largo de los años, como el Mercader Miró, o los Payà. También hay diferentes fondos value -Magallanes, AZvalor, Cobas, entre otros- que apuestan por la compañía de largo recorrido, que son inversores financieros a ultranza, que no intervienen en la gestión, como tampoco lo hace otro accionista, la familia Domínguez de Gor (grupo Mayoral).

Dan apoyo a "un proyecto que sigue siendo industrial y de crecimiento, prudente, basado en la excelencia, en la innovación y la sostenibilidad, con una mirada a largo plazo". Eso quiere decir también que "los accionistas nos dan su confianza porque con el 60% de los beneficios -el 40% siempre se destina a retribución al accionista- seguimos construyendo el grupo y creciendo sin necesidad de endeudamiento, pero el reto es seguir encontrando proyectos que encajen con el modelo industrial y las fortalezas del grupo". "Si no somos capaces de encontrar estos proyectos habrá que hacer una reflexión sobre la política del dividendo", defiende Mercader.

Los retos de futuro

Mientras tanto, el presente exige mantener una gestión eficiente de los negocios. La geopolítica "impacta mucho en un grupo como el nuestro que el 90% se vende en el exterior". Ahora mismo, todo tiene "un nivel de afectación importante". En el caso de los aranceles americanos tienen la ventaja de que muchas veces no hay un competidor local americano que fabrique los mismos productos, por lo tanto, se renegocian los acuerdos comerciales con los clientes y "finalmente quien lo acaba sufriendo es el consumidor americano".

Pero lo que tiene más afectación es la depreciación del dólar. La diferencia es más del 10% que sumado a los aranceles implica ya una variación del 25%. Por lo tanto, "se tendrá que hacer una reflexión con los clientes para saber en qué momento empiezan a repercutir este incremento de los costes al consumidor", porque es una pérdida de competitividad de los industriales europeos respecto de los americanos; un tema que "preocupa".

Otro de los vectores de crecimiento de Miquel y Costas es la sostenibilidad. El sector papelero, en general, es uno de los más impactados para los requisitos de la Agenda 2030. Las empresas del grupo reducen el consumo de agua y energía, reciclando residuos derivados de su actividad y poniendo a disposición de los mercados productos biodegradables y compostables. Eso siempre trabajando con materia prima de origen natural, nunca con materias recicladas, "para eso ya hay otros grandes fabricantes en Catalunya".