Cuando la crisis financiera iniciada en 2008 nos atropelló, el mapa bancario catalán era muy claro: 10 cajas y un banco. También había otras cajas, vinculadas a profesionales como los arquitectos y los ingenieros, y las cooperativas de crédito, pero prácticamente no se las tenía en cuenta cuando se hablaba del sistema bancario del país. Ahora, Caja de Ingenieros es la caja que queda, y, si se consuma la compra del Sabadell por parte de BBVA, será la segunda mayor entidad financiera del país por detrás de Caixabank, que a pesar de tener la sede social en Valencia, mantiene buena parte de la operativa en las torres negras de la Diagonal de Barcelona.

La crisis, las exigencias del Banco Central Europeo y las ansias de concentración de muchas entidades han ido redibujando el mapa bancario catalán durante los últimos 15 años. Ahora, sin embargo, llevaba unos años con una foto fija que, con la posible operación BBVA-Sabadell, tendrá una última modificación, con dos consecuencias que no son positivas para la sociedad catalana: quedarán todas en dos manos y, además, de las 11, 8 habrán acabado bajo la marca BBVA, que tiene el centro de decisión en Madrid.


El sistema financiero catalán precrisis era como una mancha de aceite, con implantación local y próxima. La Caixa d'Estalvis i Pensions (La Caixa) era la mayor, seguida de las entidades de las diputaciones: Caixa Catalunya, Caixa Tarragona y Caixa Girona. También había Caixa Manresa, Caixa Manlleu, Caixa Penedès y Caixa Laietana (en el Maresme). Vinculadas a las empresas de zonas más industriales, había Caixa Terrassa y Caixa Sabadell, donde también estaba el Banc Sabadell.

A raíz de la crisis, las cajas tuvieron un doble problema: el BCE forzó su desaparición y, lo que era más grave, muchas de ellas no resistieron la subida de la morosidad, en parte por la sobreexposición a perfiles de clientes poco solventes o muy sensibles a la recesión y en parte por volumen, porque eran muy pequeñas. El Estado creó el FROB y destinó más de 120.000 millones a rescatar el sector financiero español.

El Estado destinó 12.000 millones a CatalunyaCaixa y la vendió a BBVA por 1.100 millones; Unnim se la vendió por un euro

Primero lo intentó resolver promoviendo fusiones entre ellas. El primer caso en Catalunya fue CatalunyaCaixa, unión de Caixa Catalunya, Caixa Tarragona y Caixa Manresa, que nació en julio de 2010 con el FROB como principal accionista. El Estado acabó invirtiendo en ella 12.000 millones. El siguiente fue la creación de Unnim, resultado de la fusión de Caixa Sabadell, Caixa Terrassa y Caixa Manlleu, en julio de 2011, también con el FROB al frente. No aguantó ni dos años. El Estado no quería ese peso y les buscó comprador a ambos, que resultó ser el mismo.

BBVA se hizo con Unnim en 2013 y con Catalunya Banc (había mutado el nombre al pasar de caja a banco) en 2015. Así se quedó con 6 de las diez cajas catalanas por un precio módico: más 1.100 millones por Catalunya Banc y 1 euro por Unnim, pero con la inyección de 953 millones por parte del FROB. Es cierto que tuvo que desembolsar miles de millones para reestructurarlas, pero el sector se cubrió las espaldas y negoció el Esquema de Protección de Activos (EPA), gracias al que pasaban factura anual al Estado de las pérdidas que los causaban los activos inmobiliarios de las entidades que se quedaban.

De La Caixa d'Estalvis i Pensions a CaixaBank

Mientras BBVA iba pescando, La Caixa separó la fundación del banco, dio luz a CaixaBank y prefirió comprar fuera de Catalunya –Banco de Valencia, Barclays y Banca Cívica, también unión de varias cajas españolas–, aunque sí absorbió, en 2010, una de las entidades catalanas, Caixa Girona, que se había descolgado de la fusión de las cajas de las diputaciones (Catalunya Caixa).

Las dos cajas restantes también quedaron fuera de las dos grandes fusiones de cajas catalanas y se agruparon con otras entidades del Estado. La Laietana fue una de las que creó, también en 2010, Bankia, la gran rescatada por el FROB, con más de 22.000 millones de dinero público, por el agujero que habían generado Caja Madrid y Bancaja al servicio del PP, y con Rodrigo Rato como presidente. En 2021, con la fusión de CaixaBank y Bankia, lo que quedaba de la antigua entidad mataronense –las oficinas– volvió a control catalán.

Con respecto a Caixa Penedès, se enroló en Banco Mare Nostrum, también bajo control del FROB, con cajas como las de Murcia, Granada y la mallorquina Sa Nostra. Pero a finales de 2012, el Sabadell se quedó el negocio de BMN en Catalunya, por lo que acabó volviendo a manos catalanas. Unos años más tarde, el FROB fusionó Bankia y lo que quedaba de BMN.


Así ha quedado el antiguo mapa de cajas (más el Banc Sabadell) catalán. El Govern, para poner en valor el sector de los servicios financieros en Catalunya, presentó un informe en febrero, en el que decía que hay 628 empresas del sector, con una facturación de 46.400 millones y casi 100.000 empleados. No obstante, pocas son bancos, la mayoría son aseguradoras y mutuas y fintechs.

Las cajas que quedan, no solo en Catalunya sino también en España, son sobre todo las ligadas a los colegios profesionales, como la Caja de Ingenieros, que se ha abierto a la banca comercial generalista pero su implantación es muy modesta, mientras que las de abogados y arquitectos protagonizaron una fusión con otros del Estado y fundaron Arquia Banc.