En el asalto del BBVA al Banco Sabadell, mediante una OPA hostil, muchas miradas se han posado sobre el multimillonario mexicano David Martínez Guzmán: es el primer accionista individual del Sabadell, con un 3,5%, y forma parte de su consejo de administración desde hace una década, motivo por el que tiene mucho que decir en este conflicto bancario. Pero no dirá nada en público, porque todo lo decide en privado. Es discreto, poderoso y extremadamente hábil.

En principio, el consejo de administración del Sabadell acordó, por unanimidad, oponerse a la OPA hostil del BBVA. No obstante, hay analistas que especulan con la posibilidad de que se convierta en uno de los arietes de Carlos Torres, el presidente del BBVA, para entrar en el Sabadell, porque el mexicano podría hacer caja con esta operación. Si se analizan sus movimientos, siempre ha hecho lo que más ha convenido a sus intereses.

David Martínez Guzmán (Monterrey, 1957) aterrizó en el banco de Josep Oliu en septiembre de 2013, en compañía del financiero colombiano –pero residente en Miami- Jaime Gilinski, cuando suscribieron una ampliación de capital de 600 millones de euros. El colombiano se marchó tres años después, pero el mexicano se quedó y, en estos momentos, es una de las piezas clave de la partida.

Hasta ahora, Martínez Guzmán casi había pasado desapercibido para la prensa española, aunque no ha podido evitar algunos titulares. Por ejemplo, a finales de 2021, la Comisión Nacional del Mercado de Valores lo multó con 300.000 euros por "incumplir con el deber de información" de su participación en el Sabadell. En realidad, esta sanción no deja de ser una anécdota sin relevancia. En cambio, la prensa norteamericana, así como las autoridades de este país, han prestado mucha más atención al mexicano desde que compró deuda soberana de Venezuela. No es que sea un amigo de Nicolás Maduro, sino que vio una oportunidad en la reestructuración de la deuda estatal venezolana, con bonos basura, de la misma forma que anteriormente se hizo de oro con la deuda de Argentina a partir de la década de los noventa. Precisamente, este es el origen de su fortuna.

The New York Times escribió en 2012 que "había acumulado una fortuna comprando y vendiendo deuda de países y de empresas con problemas, desde Argentina a Pakistán". Y describieron la pugna que mantuvo con Paul E. Singer, otro de los "gigantes de la deuda", conocido donante de los republicanos norteamericanos, por el control de Vitro, el principal fabricante de vidrio de México, propiedad de la familia Sada, una de las más ricas de Monterrey. Mientras Singer salió escaldado, Martínez Guzmán consiguió hacerse con una participación destacada de Vitro (un 24%) después de adquirir su deuda, pero yendo del brazo de los Sada.

Según este artículo de NYT, tanto Martínez Guzmán como Singer son conocidos "inversores buitres", término que aplican "a los que compran deuda barata que nadie quiere". Estos dos financieros ya se enfrentaron en la reestructuración de la deuda estatal argentina. El rotativo neoyorquino recogió una reveladora declaración de otro importante inversor en deuda, que no quiso revelar su identidad: "Si no sabes quién es el tonto en un acuerdo, probablemente seas tú". Y añadió: "Cuando David [Martínez Guzmán] está involucrado, sabes que él no es el tonto".

Posiciones empresariales

Su principal vehículo empresarial es Fintech Advisory, con sede en Nueva York, un fondo de inversión mediante el que compra deuda de países y empresas con dificultades. En Argentina, donde la edición local de Forbes lo situó en 2017 como el hombre más rico del país, a pesar de ser mexicano, controla Telecom ­—uno de los grandes operadores de telefonía— y es socio del grupo de comunicación Clarín. Y en México, es conocido por el rescate de Vitro y del grupo industrial Cydsa.

Mantiene una especial relación con Monterrey, donde se encuentran algunas de las empresas industriales más importantes de México, y donde el poder económico está concentrado en lo que se denomina Grupo de los 10, integrado por una decena de fortunas familiares. Aunque no forma parte de este selecto círculo, mantiene estrechas conexiones con algunas de sus familias, especialmente con los Sada.

En su juventud, Martínez Guzmán tenía inquietudes religiosas y, por este motivo, entró en Regnum Christi, un grupo evangélico relacionado con los Legionarios de Cristo, entre cuyos benefactores se encuentra el millonario mexicano Carlos Slim, siempre según The New York Times. Pero no están nada claras las relaciones entre estos dos millonarios mexicanos porque rivalizan en el sector de las comunicaciones en Argentina.

Después de obtener el título de ingeniería tecnológica en Monterrey, se fue a Roma para diplomarse en filosofía antigua por la Pontificia Universidad Gregoriana, según consta en el currículum colgado en la web del Sabadell. Pero, con posterioridad, cursó un MBA en Harvard antes de fichar por Citigroup, precisamente para su departamento de mercados emergentes. Allá se especializó en deuda pública. En 1985 abandonó el banco para crear Fintech Advisory.

Se sabe que vive a caballo entre Londres y Nueva York y que viaja a menudo a Buenos Aires. Posee un lujoso dúplex en el ático del Time Warner Center, un rascacielos de Manhattan, por el que pagó 42 millones de dólares en 2003. Tiene una importante colección de arte de la que se ha dicho que incluye –si bien él lo niega a través de sus abogados– un Jackson Pollock de 140 millones de dólares. No concede entrevistas y esta recalcitrante discreción aumenta su aura de misterio.