Para el año 2026, las empresas y profesionales autónomos con actividad en Catalunya se enfrentan a un panorama complejo, marcado por la plena implantación de la digitalización administrativa, la estabilidad de los tipos impositivos tras los años de crisis y la aparición de nuevas líneas de subvención. La Generalitat, dentro de su marco de autonomía, gestiona directamente una serie de tributos. Entre los más relevantes destacan el impuesto sobre sucesiones y donaciones, que mantiene una de las bonificaciones más altas de España para parientes cercanos, especialmente para la residencia habitual. Para 2026, se espera que se mantengan los umbrales actuales y las deducciones para empresas familiares y unidades productivas, con una tendencia clara por favorecer la continuidad de la actividad económica.
Otro tributo esencial es el impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados. En las transmisiones de empresas o participaciones, los sujetos pasivos deben estar muy atentos a las minoraciones que aplican sobre la base imponible, con un tipo general que oscila entre el 0,5% y el 1% según la operación. La operativa mediante la Sede Electrónica de la ATC es obligatoria para estos procesos. Estos tributos son del Estado, pero la Generalitat tiene competencia para modificar tipos, bonificaciones y deducciones.
Dos pilares básicos conforman esta categoría. Por un lado, el impuesto sobre la renta de las personas físicas, que los autónomos y los administradores de sociedades pagan a través de retenciones y pagos fraccionados. Catalunya tiene su propia tarifa, diferente de la estatal, que se aplica sobre la base liquidable. Por otro lado, el impuesto sobre sociedades requiere que las empresas catalanas conozcan bien la tarifa aplicable y, especialmente, las deducciones por inversiones y creación de empleo que promueve la Generalitat.
Impuestos estatales gestionados en Catalunya
A pesar de ser tributos estatales, su presentación y pago se canalizan obligatoriamente por la Agència Tributària de Catalunya. Paralelamente, las retenciones a cuenta del impuesto sobre la renta y del Impuesto sobre sociedades representan una obligación recurrente. Si la empresa paga a un profesional por servicios o arrendamientos, debe retener un porcentaje e ingresarlo trimestralmente. La firma de estos modelos a través de la sede electrónica evita sanciones por discrepancias con la declaración del receptor, simplificando la coordinación entre las partes.
Los pagos fraccionados continúan marcando el ritmo del año fiscal. Tanto los autónomos como las sociedades deben realizar estos pagos a cuenta trimestrales de sus resultados previstos. Las declaraciones anuales representan el punto culminante del ejercicio, con plazos que generalmente se sitúan entre abril y mayo del año siguiente para el impuesto sobre la renta, y en julio para el impuesto de sociedades para ejercicios coincidentes con el año natural. Las declaraciones informativas, como las de rendimientos de trabajo, concentran su presentación al inicio de cada año.
La Agència Tributària de Catalunya no se limita a la recaudación. Para 2026, se prevén convocatorias vinculadas a bonificaciones en cargas sociales para contratación indefinida y de jóvenes. Además, las deducciones en el impuesto de sociedades para inversiones en investigación, desarrollo e innovación, transición ecológica y digitalización continuarán siendo un pilar de la política económica. Por otro lado, subvenciones directas para la internacionalización o la reindustrialización, gestionadas por otros departamentos, requieren estar al día con la ATC para su concesión.
El año 2026 representa el asentamiento definitivo de un modelo transformador. La Agència Tributària de Catalunya ya no actúa solo como receptora de declaraciones, sino que se consolida como centro de datos en tiempo real de la actividad económica catalana. La interconexión de registros dejan poco margen para el error o el incumplimiento involuntario. La recomendación unánime de los expertos es doble: aprovechar las deducciones autonómicas, a menudo más generosas que las estatales, e invertir en un buen asesoramiento fiscal y en herramientas de gestión integradas con la sede electrónica de la ATC. La planificación ya no mira solo hacia la próxima declaración, sino hacia todo un año de datos que se van depositando y creando la huella digital fiscal de cada empresa.
