Los autónomos del sector primario también han sufrido cambios normativos en el último año y medio. A grandes rasgos, están suscritos al sistema de la RETA, pero con peculiaridades diferenciadas que les hace ser considerados como Trabajadores por Cuenta Propia Agrarios, es decir, SETA. Los retos y los lamentos de los campesinos, trasladados a este régimen especial, todavía son mayores.

Se entiende como trabajador adscrito a la SETA aquel que sea titular de explotaciones agrarias y hagan tareas agrarias de forma personal y directa, aunque ocupen trabajadores por cuenta ajena, siempre que no se trate de más de dos trabajadores que coticen con la modalidad de bases mensuales o, de tratarse de trabajadores que coticen con la modalidad de bases diarias, que el número total de jornadas reales efectivamente realizadas no supere las 546 en un año, computado desde el 1 de enero al 31 de diciembre de cada año. El número de jornadas reales se reducirá proporcionalmente en función del número de días de alta del trabajador por cuenta propia agraria en este sistema especial durante el año natural de que se trate.

Nuevos cambios legislativos

A este respecto se entiende por actividad agraria el conjunto de trabajos que se requiere para la obtención de productos agrícolas, ganaderos y forestales, incluyendo la venta directa por parte de la agricultora o agricultor de la producción propia sin transformación o la primera transformación de los mismos el producto final de los cuales esté incluido en el anexo I del artículo 38 del Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, dentro de los elementos que integren la explotación, en mercados municipales o en lugares que no sean establecimientos comerciales permanentes, considerándose también la actividad agraria toda aquella que implique la gestión o la dirección y la gerencia de la explotación.

Las protestas, coinciden con nuevos cambios para los autónomos agrarios este 2024. Desde el pasado 1 de enero, la cotización por|para contingencias comunes repercute a aquellos autónomos agrarios de manera que:

  1. La cobertura obligatoria dependerá en función de la base de cotización de que se escoja:
    • Si se escoge la base de cotización mínima al RINDA, de 960,60€ al mas en el 2024, se aplicará un 18,75% de tipo de cotización.
    • Si se escoge la base de cotización superior a la mínima, lo que varía de esta cantidad se le aplica un 26,50% de tipo de cotización.

En base a estos cambios, la situación para un autónomo agrario todavía es más paupérrima. Unió de Pagesos ha denunciado de forma reiterada lo que consideran que es una discriminación y una regresión gradual en prestaciones sociales como las de jubilación, invalidez y viudedad. El sindicato denuncia también que el texto comportará una regresión inmediata en las incapacidades temporales de hasta un 31,96% para los titulares de explotaciones agrarias que figuran al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RINDA), unas 7.000 personas. A estos se tendría que añadir un descenso del 18,35% para unas 11.000 personas inscritas en el régimen general de autónomos. En total, pues, la medida afecta a más de 18.000 personas autónomas agrarias en Catalunya, un 82% del total, y más de 210.000 en el conjunto del Estado. En este caso, la casuística de un autónomo en Catalunya se diferencia mayoritariamente de uno del resto de España en el sector agrario donde todavía se concentra más la propiedad en grandes tenedores.

El poder de los autónomos en Catalunya

Pero el clamor es mayoritario. Recientemente, plataformas como España Vaciada o SOS Rural alertan del poco atractivo que genera seguir trabajando en el campo. Se calcula que una media de 2.600 autónomos españoles del sector agrario cerraron las explotaciones en el 2023. La casuística en Catalunya sobre estos todavía es más impactante que otras zonas. Así pues, Catalunya, junto con Madrid, La Rioja, Asturias y Catalunya es donde prácticamente los autónomos llegan a estar, en cifras absolutas, los mismos que los trabajadores. Obviamente, en las mesas generales, siempre ha más asalariados, pero con márgenes muy estrechos, de poco más de 1.000 personas. Por delante de otros lugares donde la diferencia es mucho mayor. Especialmente en Andalucía, los asalariados son 267.718 por delante de 226.912 autónomos.

En concreto, actualmente en Catalunya y, según datos del INE hay 43.206 autónomos que se tienen que sumar los de régimen familiar, también considerados por cuenta propia, donde se registran 16.466. La mano de obra contratada de forma regular tan solo llega a los 17.063 y en el cómputo total, donde se incluye la mano de obra puntual, se suman 54.972. La historia y su evolución también marca el fuerte carácter en Catalunya, en este caso, de la presencia de la figura del autónomo. En el conjunto de la superficie, predomina la propiedad, aunque no en una estructura de latifundio. Eso se suma a que los propietarios que hay, tradicionalmente, han dividido los campos y son cultivados por diferentes familias.

Si miramos en el conjunto de provincias, Catalunya tiene un 29% en manos de grandes empresarios agrícolas, un 13% en Girona. En Lleida se dispara hasta el 78% y Tarragona al 68%, pero siguiendo un modelo de parcelas en vez de grandes arrendatarios. Este matiz es importante ya que históricamente ha tenido unas obligaciones como pagar las contribuciones, la responsabilidad de llevar él las semillas, los adobos y la responsabilidad de cultivar que, en otras zonas como el sur de España, se pueden desentender y tan solo recoger beneficios.

Santi Caudevilla, agricultor responsable del cereal y miembro representante de la Unió de Pagesos, argumenta que las cifras que se dan corresponden con la realidad: un autónomo propietario, pero también responsable de todas las obligaciones que trabaja en primera persona para obtener beneficios. Un modelo extendido que, con los nuevos retos que se marcan desde Bruselas, piden la conveniencia de ajustar la normativa de los perfiles SETA para que los impactos de las obligaciones fiscales, sumado a los nuevos impuestos que vienen por ley, no acaben ahogando al que tiene la intención de seguir viviendo del campo.