La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha vuelto a actuar este miércoles para aliviar el coste del crédito. Su órgano decisivo, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), ha aprobado una nueva baja de los tipos de interés de 25 puntos básicos, que ahora se mueven en una franja objetivo entre el 3,75% y el 4%. Esta decisión da continuidad al recorte idéntico decretado el pasado 17 de septiembre y rompe con la inactividad que caracterizó las cinco reuniones precedentes desde el mes de enero, cuando los tipos se mantuvieron sin cambios.

Antes de este período de pausa, la institución ya había aplicado tres rebajas consecutivas a partir de septiembre de 2024. En su comunicado, la Fed ha justificado la mezcla argumentando que "los indicadores disponibles sugieren que la actividad económica se ha expandido a un ritmo moderado". No obstante, también reconoce que "la creación de empleo se ha frenado" y que "la tasa de paro ha aumentado ligeramente", aunque se mantiene en niveles bajos. Otro factor clave es la evolución de los precios: "La inflación ha repuntado desde principios de año y se mantiene algo elevada".

La justificación de este nuevo giro se encuentra detallada en el comunicado oficial emitido tras la reunión, un documento analizado palabra por palabra por los economistas. La Fed señala que "los indicadores disponibles sugieren que la actividad económica se ha expandido a un ritmo moderado", una frase estándar que indica un crecimiento positivo pero no espectacular.

Sin embargo, el comunicado también incorpora notas de cautela que revelan las preocupaciones subyacentes a su decisión. Se reconoce abiertamente que "la creación de empleo se ha frenado" este año y que "la tasa de desempleo ha aumentado ligeramente", aunque se señala que, en términos históricos, el mercado laboral "se mantiene en niveles bajos". Esta ralentización del empleo es, sin duda, uno de los factores clave que presiona a la Fed para actuar.

No obstante, el escenario no está libre de complejidades. El otro gran fantasma que persigue a los bancos centrales, la inflación, presenta un comportamiento que complica la ecuación. La misma institución admite que "la inflación ha repuntado desde principios de año y se mantiene un poco elevada".

Esta afirmación subraya el delicado equilibrio que ha de gestionar la Fed: por un lado, la necesidad de apoyar el crecimiento y el empleo mediante tipos más bajos, y por otro, el mandato de controlar el aumento de los precios para mantener la estabilidad económica a largo plazo. La decisión de avanzar con una nueva baja sugiere que, en la balanza actual, las amenazas al crecimiento y al empleo pesan más que las preocupaciones inflacionistas inmediatas.

En definitiva, esta reunión del FOMC pinta un retrato de una economía en una transición delicada, donde las señales positivas se mezclan con indicios de debilidad, forzando a los responsables políticos a navegar por aguas turbulentas con las herramientas limitadas de que disponen. Los mercados estarán atentos no solo a esta decisión, sino también a las palabras del presidente de la Fed en su posterior conferencia de prensa, buscando pistas sobre si este es el inicio de un nuevo ciclo de alivio o simplemente una medida puntual para asegurar un aterrizaje suave para la economía más grande del mundo.