La Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (FECIC) ha lanzado una severa advertencia sobre la evolución del brote de peste porcina africana (PPA) detectado en Catalunya. Ignasi Pons, secretario general de la organización, ha expuesto un escenario de contención frágil, subrayando que la "magnitud del problema" podría crecer exponencialmente si los nuevos casos confirmados se detectaran fuera del perímetro de seguridad actualmente establecido, fijado en un radio de 20 kilómetros. "Ha habido una dosis de suerte en medio de esta desgracia", ha reconocido Pons, al referirse al hecho de que el foco inicial se haya localizado en un área donde no existe una "gran concentración" de granjas porcinas.
Esta circunstancia, según ha explicado, ha permitido una primera respuesta más controlada. No obstante, el máximo representante del sector insiste en la precariedad de la estabilidad actual: "Por eso es de vital importancia que la situación no se mueva de donde está. Si el virus salta a otras zonas de la misma provincia de Barcelona o sus alrededores, donde la densidad de explotaciones es mucho más alta, la concentración de casos y el impacto podrían ser devastadores".
Una de las consecuencias más inmediatas y tangibles de la crisis es el bloqueo de las importaciones decretado por China, uno de los mercados más críticos para la carne de cerdo española. Pons ha precisado que las autoridades chinas han dejado "bien claro" que su medida afecta de manera concreta y exclusiva a la provincia de Barcelona. Esta delimitación geográfica crea un escenario desigual dentro de la propia Catalunya.
"Los productores e industriales ubicados fuera de los límites provinciales de Barcelona no enfrentan este obstáculo comercial por el momento. Podrán reanudar las exportaciones hacia China tan pronto como se reabra la emisión del certificado sanitario necesario", ha manifestado el secretario general. No obstante, esta restricción sí que impacta de lleno en toda la demarcación de Barcelona, incluyendo comarcas con un peso específico en el sector, como Osona y el Bages, lo que concentra la presión económica en un territorio clave.
La vigilancia en el perímetro crítico
Sobre el perímetro de 20 km establecido por las autoridades sanitarias, Pons ha aportado un detalle significativo: dentro de esta zona se encuentran 35 explotaciones, que incluyen tanto granjas de producción como industrias de transformación, como fábricas de embutidos. Hasta el momento, y en este punto Pons ha querido transmitir un mensaje de cautelosa tranquilidad, el brote se ha circunscrito a animales salvajes y no ha irrumpido en ninguna explotación comercial. Así lo han confirmado también las autoridades en la reunión celebrada este lunes por la tarde con representantes de la administración.
En este encuentro, según ha expuesto Pons, se ha comunicado al sector que se está a la espera de la confirmación de "más casos" dentro de la misma zona afectada. "Es una realidad que todos asumimos; aparecerán más animales salvajes infectados en aquella área. En un contexto tan negativo, poder localizarlos y controlarlos dentro del perímetro actual sería, paradójicamente, una buena noticia", ha reconocido, señalando que confirmaría la eficacia de las medidas de contención iniciales.
A pesar de ello, la sensación predominante en el sector es de "preocupación", alimentada por la impredecibilidad inherente a una enfermedad que se disemina mediante fauna salvaje. Pons ha recordado que el virus de la PPA lleva años circulando por Europa y ha demostrado un comportamiento errático y preocupante. "Hemos visto grandes saltos territoriales sin una explicación aparente de transmisión gradual, como por ejemplo la aparición súbita en Bélgica o en Italia. Esto no lo han hecho los jabalíes caminando cientos de kilómetros. Es una enfermedad que puede tener otros vectores de transmisión", afirma, aludiendo a la posible, aunque no confirmada en este caso, transferencia a través de objetos, vehículos, ropa o prácticas humanas.
El dirigente ha finalizado su discurso con un tono de resignación preventiva, pero también de llamada a la responsabilidad colectiva: "Éramos conocedores del riesgo de que podía llegar a pasar, de que el virus cruzara las fronteras. Hay elementos incontrolables. Lo que hay que destacar es que todo lo que se ha podido hacer desde el sector y las administraciones para prepararse y, ahora, para contenerlo, se ha hecho. Ahora toca vigilancia extrema y contener la expansión a cualquier precio". El sector cárnico catalán y español contiene la respiración ante un brote que pone a prueba su resiliencia sanitaria y comercial.