El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado este miércoles de que la deuda pública mundial sigue aumentando año tras año. Calcula que en 2029 superará el 100% del PIB, el mayor nivel desde 1948, después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos países ricos –Estados Unidos, China, Japón, Reino Unido…– ya están por encima, pero el mayor peligro está en los emergentes porque, pese a que su deuda es menor, afrontan mayores riesgos. Y los crecientes gastos en defensa aún agravarán más la situación.
El FMI advierte de que no se trata solo del tamaño de la deuda sino de su costo. Con las subidas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales, se disparan los costes de financiación y se presionen los presupuestos de los Estados.
Ante este panorama, el FMI insta a los gobiernos a tomar medidas para reforzar un gasto público que impulse el crecimiento sin necesidad de aumentar la deuda. Considera que la mayoría de los países no hace el uso más eficiente de sus presupuestos.
Así se desprende del último Monitor Fiscal presentado este miércoles, en el que el FMI advierte de que el crecimiento mundial sigue siendo débil y la deuda pública, que ya era elevada, sigue aumentando y este año será de una media del 110,2% del PIB, y el próximo del 111,18%, con un aumento continuo hasta, al menos, 2030.
El déficit fiscal de las economías del G7 será del 5,6% en 2025 y del 6% el próximo año, mientras que en la zona euro este año el déficit será del 3,2% y en 2026 del 3,4%, según el informe, que apunta a un desfase de las cuentas públicas del 4,6% a nivel global este año y del 4,9% en 2026.
Para el FMI, los países pueden mejorar sus perspectivas de crecimiento "si redireccionan el gasto público hacia áreas que aumentan la capacidad productiva de la economía", ya que "casi todos los países tiene el potencial de incrementar la eficiencia del gasto público".
Entre otros, destaca que aumentar en un 1% del PIB la inversión en infraestructuras se asocia con incrementos a largo plazo de un 1,5% en las economías avanzadas y de un 3,5% en las emergentes.
Igual que con la educación, que tiene una mejora estimada del PIB en torno al 3% en las economías avanzadas y del 6% en las emergentes; o la reforma de los sistemas de pensiones y de salud, que pueden crear espacios para dirigir recursos a nuevas áreas que impulsen el crecimiento.
"No se trata de elegir entre un gasto que promueva el crecimiento o uno que fomente la equidad. De hecho, la evidencia presentada en este capítulo indica que el gasto público en inversión y educación puede reducir con eficacia la desigualdad de ingresos", apunta el informe. "Muchos países tiene un espacio significante para reubicar gastos públicos hacia áreas para mejorar el crecimiento económico", se agrega en el documento.
El FMI alerta de que el aumento del gasto en defensa en las economías avanzadas está añadiendo nuevas restricciones a las estrategias de gasto público, mientras que el envejecimiento de la población y las mayores tasas de interés ejercen otras presiones sobre las finanzas públicas.
"Las categorías más rígidas del gasto público en economías avanzadas son la salud, educación y protecciones sociales; mientras que en los mercados emergentes son la inversión pública y la defensa y el orden público", apunta el informe, que pide que el aumento del gasto en defensa en la Unión Europea venga acompañado de un fortalecimiento del sistema de licitaciones y concursos públicos.
El estudio destaca que siguen existiendo "brechas de eficiencia" que reflejan la diferencia entre los resultados observados y los que podrían lograrse con los mismos recursos: estima que hay un 31% de economías avanzadas, un 34% de mercados emergentes y un 39% de países en desarrollo.
"Para aumentar la eficiencia del gasto, los países deben priorizar las reformas orientadas al fortalecimiento institucional. Estas reformas deben centrarse en luchar contra la corrupción y mejorar la transparencia y la rendición de cuentas mediante mecanismos robustos de control del gasto y la publicación de los presupuestos", apunta el Monitor Fiscal.
Además de intentar optimizar los recursos existentes, el Fondo invita a los países a recurrir a herramientas como las dirigidas a evaluar el gasto, especialmente a los países con capacidad limitada.