Meses antes de que comenzaran los ataques entre Israel e Irán, y marcados por la proximidad geográfica de la guerra entre Rusia y Ucrania y los roces con Estados Unidos, los países europeos cerraron filas el pasado mes de marzo para aumentar su gasto militar en 800.000 millones en los próximos 4 años. España se comprometió a pasar del 1,3% al 2% del P.I.B. en defensa con 10.471 millones de inversiones este mismo 2025. Bajo el paraguas de la tensión geopolítica y el fortalecimiento industrial, el gasto en armas ya no genera el rechazo de hace unos años. Pero ¿reduce o incrementa los riesgos militares? ¿Fortalecerá la economía? ¿Hará aumentar la deuda?

Estas preguntas, como todas las que se hacen a futuro, tienen respuestas relativas. Pero menos de dos meses después de que se presentara el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, ya se manejan algunas cifras. Si el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, dijo que la inversión provocaría un crecimiento de hasta un 0,7% en el P.I.B. español, la semana pasada el director de Economía del Banco de España lo corrigió y lo dejó solo en un 0,1% de impacto de crecimiento.

"El efecto multiplicador sobre la actividad económica sería más elevado que el contemplado en el escenario de estas proyecciones si el gasto asociado se concentrara, aún más que lo habitual, en bienes de inversión de origen nacional", añadía el informe del Banco de España. El plan prevé que el 89% de los recursos se inviertan en España. El director de coyuntura económica de Funcas, Raymond Torres, alerta de que "si el dinero se gasta en importar munición y armas del extranjero, el efecto sobre la economía será muy reducido".

Más crítico, el investigador y presidente honorífico del Centre Delàs per la Pau, Pere Ortega, alerta de que "hay estudios que apuntan que los recursos dedicados a la industria civil pueden crear 5 empleos por cada uno que genera la militar" y recuerda que 2.000 de los 10.000 millones comprometidos por el Gobierno español procederán del ministerio de Industria.

En las antípodas del Centre Delàs se encuentra Ángel Olivares, exsecretario de Defensa y presidente de la Fundación Feindef, que hace poco más de un mes organizó una de las más importantes ediciones de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España, la primera en la que las empresas implicadas pudieron abordar la nueva situación con más inversiones.

"La feria aumentó un 60% la superficie de exposición y contó con 187 empresas presentes", explica Olivares, quien defiende que cada euro invertido en defensa repercute en 2,5 euros en el conjunto de la economía, en un sector que tiene una facturación directa de 7.000 millones de euros y entre 211.000 y 220.000 indirectos. "La mayoría de empresas de defensa son pymes y startups muy innovadoras, por lo que aportan tecnologías disruptivas que acaban transmitiéndose a otros sectores", añade.

¿Hace falta armarse más?

Olivares, de Feindef, y Ortega, de Delàs, discrepan en la raíz de la necesidad de invertir en defensa. "Las democracias son conquistas sociales y hay autocracias como la rusa que no están dispuestas a respetar el derecho internacional y agreden. Hay que defenderlo con disuasión. Son las autocracias, que se están armando desde hace muchos años, las que generan estos conflictos", dice Olivares.

Ortega es contundente y responde en sentido contrario. "Nos estamos armando por si Rusia invade otro país europeo. Ucrania no era OTAN ni Unión Europea y se podría haber evitado el conflicto aceptando que Ucrania no entraría en la OTAN, aunque condeno firmemente a Rusia, claro. Pero para Rusia, invadir otro país europeo miembro de la UE requeriría una respuesta unánime y sería una Guerra Mundial. Eso no va a pasar, es una excusa, pero el camino debería ser el contrario, no armarse más, porque eso hace que el otro país también se arme más. Lo que hace falta es desplegar la diplomacia para recuperar la coexistencia con Rusia", reflexiona.

El origen del dinero

De dónde saldrá esta gran suma de dinero es otra de las grandes cuestiones. Hace una semana, los Estados Unidos presionaron a los miembros de la OTAN para que aumentaran aún más el porcentaje que destinan a defensa hasta el 5%, con el fin de aliviar el peso militar de la primera potencia mundial. España se negó y se mantiene en estos 10.000 millones para llegar al 2%, que ya suponen un esfuerzo importante.

Aunque Sánchez prometió que no se tocaría "ni un euro" del gasto social, hay dudas de que eso sea posible. España se ha comprometido, antes del rearme, a una reducción de deuda pública para cumplir las nuevas normas de compromiso fiscal de la Unión Europea, que exige reducir la deuda pública del actual 105,3% del Estado a quedar por debajo del 60% y pasar de un déficit público que roza el 3%, el tope de las normas fiscales europeas.

Cierto es que Europa abrió la vía a más deuda pública mancomunada cuando lanzó el plan Rearm Europe, que debe movilizar más de 800.000 millones de euros. "Si no se toca el gasto social ni se suben impuestos ni se aumenta el déficit público, el margen es muy pequeño", dice Raymond Torres, de Funcas. "Una de las opciones que ayudaría a que el gasto fuera más sostenible es ejecutar en dos años este incremento presupuestario", apunta Torres.

La otra vía, que apuntó el propio Sánchez, es usar dinero de los Planes de Recuperación, Transformación y Resiliencia post-covid no ejecutados. Según el plan presentado por el Gobierno español, de ahí saldrán 1.357 millones de euros. 2.819 saldrán de la menor necesidad de fondos de liquidez de las comunidades autónomas, 1.680 millones del reintegro de préstamos concedidos por el ministerio de Industria y otros créditos disponibles, 1.396 millones de los fondos de contingencia, 1.744 millones de créditos ya ejecutados que no tienen reflejo en 2025. Los ingresos de servicios prestados por el ministerio de Defensa deben generar 632 millones y las menores anualidades por lo que aportará la UE 641 millones.

"Yo creo que hay algunos elementos que no se pueden reasignar a Defensa, como por ejemplo la mejora de las condiciones laborales del ejército. Eso deberá ser gasto corriente de la administración pública", expresa Torres.

Ortega, del Centre Delàs, recuerda que de los 800.000 millones europeos en 4 años para armamento solo 150.000 salen de los Next Generation y "el resto los deben asumir los estados como puedan". "Son recursos que en lugar de destinarse a la economía productiva y civil se destinan a rearme. Nos guste o no, esto afectará al estado del bienestar de la población europea y empobrecerá la economía social europea", afirma. "Si los remanentes se usan para armamento, es una forma de recorte", añade.

Cinco partidas y algunos beneficiados

El plan prevé repartir los fondos en cinco partidas: el 35% (3.712 millones) a las condiciones laborales y equipamientos del ejército, el 31% (3.262 millones) a nuevas tecnologías de comunicación y ciberseguridad, el 18,75% (1.962 millones) a instrumentos de defensa y disuasión, el 16,73% (1.751 millones) a apoyo para emergencias y desastres naturales y un 3,14% (328 millones) a misiones en el exterior.

¿Qué empresas españolas pueden beneficiarse de estas partidas? Indra, que está en periodo de expansión, y su filial Escribano, que debe terminar de fusionarse, puede ser la principal beneficiada. Con una facturación de 4.843 millones, Indra es una de las grandes potencias industriales españolas con foco en la tecnología y un importante departamento de defensa, mientras que Escribano factura por encima de los 300 millones.

La naviera pública Navantia, que factura 1.400 millones, debe ser otra de las beneficiadas. Más allá de los gigantes, las startups y pymes deben beneficiarse de la cadena de suministro, siempre que no se acabe gastando en armamento exterior, aunque al mismo tiempo las empresas españolas pueden beneficiarse del aumento de los presupuestos de países vecinos mediante exportaciones.

Por ahora, en las últimas semanas, el Gobierno español ha cancelado dos importantes contratos de compra de armas a Israel: uno para comprar 1.700 misiles por 287 millones de euros y otro para modernizar radios del ejército de tierra.