Cuando te enfrentas en una guerra abierta a una potencia nuclear como Rusia, el ingenio es una de las armas que debes emplear de forma obligada. Así; y emulando lo que la Regia Marina italiana hizo frente a la Royal Navy en la II Guerra Mundial con, por ejemplo, dispositivos humildes pero efectivos como los Siluro a Lenta Corsa; Ucrania echa mano de drones artesanales y, ahora también de impresoras 3D. ¿Qué hace con éstas? Fabrica bombas.

the ukraine and russia flag on bullets surface for business or war concept 3d rendering photo
 

Alternativa a las granadas de mano

La idea fue de un fabricante aficionado de armas con residencia en Kiev, que decidió empezar a usar impresoras 3D para fabricar carcasas plásticas que, después, se rellenan con explosivo C4 y fragmentos de acero que hacen las veces de metralla. Llevan fabricándolas desde esta primavera y, durante el verano, han sido capaces de fabricar mil a la semana.

Económicas (y peligrosas)

Cada carcasa cuesta unos 3,50 euros y con una impresora de 1.000 euros se pueden empezar a producir. El explosivo, claro, va a parte, igual que la metralla. Son efectivas contra la infantería –se trata de bombas antipersona- y, a veces, se emplean hasta clavos como metralla. Si explotan a 20 metros de un soldado enemigo, pueden matarlo. Por supuesto, existen tantos tipos de bomba como fabricantes y se lanzan muy a menudo también desde drones fabricados también artesanalmente. Con todo, hay que tener claro algo: la única innovación que estos artefactos suponen es la que se vincula al uso de impresoras 3D. En el resto, no son más que artefactos explosivos artesanales como los que ha fabricado desde hace siglos cualquier ejército en inferioridad de condiciones. Su uso, por supuesto, entraña peligros serios no sólo para el enemigo, sino también para quienes las emplean.