No hace tantos años, en concreto hasta que dejaron de ser extraíbles, la radio era la pieza de tu coche más codiciada por los amigos de lo ajeno. Hoy ya no es así y lo que buscan está en el chasis: se llama catalizador.

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¿Por qué?

El catalizador es una pieza que portan todos los coches que circulan por España a no ser que su propietario se lo haya quitado con oscuros fines y se cotiza bien en el mercado de objetos robados porque contiene metales preciosos.  En sí, los catalizadores forman parte del sistema de evacuación de gases de tu vehículo y funcionan como filtros. Al pasar por él, los gases nocivos (óxido de nitrógeno o monóxido de carbono, entre otros) que emite el motor del vehículo se neutralizan en parte y los convierten en otros compuestos inocuos (nitrógeno y vapor de agua) o menos perjudiciales (dióxido de carbono). El proceso por el que esta conversión tiene lugar se denomina catálisis y permite transformar hasta el 98% de los gases altamente contaminantes que se generan en un proceso de combustión. Para que la catálisis sea posible, hace falta que el catalizador alcance entre 400 y 700 grados y, por eso, se sitúa cerca del motor y del tubo de escape. Esta circunstancia hace que su localización y extracción sea relativamente fácil si el ladrón en hábil y dispone de herramientas y tiempo.

Metales preciosos

Si lo abriésemos, en el interior del catalizador encontraríamos una matriz cerámica en forma de panel impregnada de una resina elaborada con metales nobles como el paladio, el platino o el rodio. La cantidad de platino, por ejemplo, puede alcanzar los cinco gramos y un gramo de este metal cuesta unos treinta euros. Circular sin catalizador –hay gente que lo retira porque considera que, con él, el coche pierde potencia- es motivo de sanción. Y si te lo quitan, la reparación no te saldrá barata: instalar uno nuevo puede llegar a costar entre materiales y mano de obra hasta mil euros.