Los océanos esconden un tesoro energético que no tiene nada que ver con tecnologías como la undimotriz o la mareomotriz, sino con el más prosaico metano. Enormes cantidades de este gas están atrapadas en el fondo del océano en todo el planeta y, a través de grietas en los sedimentos, llegan a la superficie y contribuyen al efecto invernadero. La buena noticia es que ese gas se puede utilizar con propósitos energéticos.

 
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Investigación

Para detectar estas fugas, el Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina del Instituto Alfred Wegener (AWI) utiliza un espectrómetro de masas submarino (UWMS) de alta precisión y velocidad. El metano marino, además de a través de grietas por las que se escapa el contenido de depósitos subterráneos, procede también de la descomposición microbiana de material orgánico en las capas inferiores de los sedimentos. En un contexto de cambio climático y con los sedimentos calentándose, la liberación de metano marino es cada vez mayor. Por ello, se intenta ahora identificar y localizar las emisiones para poder capturar el gas y darle un uso.

¿Cómo funciona?

El UWMS incluye un sistema de entrada de membrana para muestreo y una unidad de sensor en la que se miden los gases solubles en agua y los hidrocarburos ligeros. El núcleo del sensor es un espectrómetro de masas. “El sistema actual tiene poco que ver con el dispositivo original. Por ejemplo, el sistema de control y las bombas de vacío son nuevos. Pero lo único que queda, el componente más importante es el Transpector® CPM de Inficon”, afirman los promotores del ensayo, que tiene, de momento, como principal objetivo inventariar las emisiones. Capturarlas o no, es algo que se abordará a medio plazo.