¿Crees que tu perro te fiscaliza? Pues aciertas. Un estudio de la Universidad de Kyoto lo ha evidenciado. Nuestros amigos de cuatro patas son capaces de evaluar nuestra destreza en desempeños sencillos. Con todo, tampoco te preocupes en exceso porque, si no eres lo suficientemente rápido a la hora de hacer algo, le va importar menos que si eres generoso o egoísta, cosa que ellos miden en función de tu diligencia para darles comida que les guste. El estudio de los investigadores japoneses demuestra que los canes también saben medir eso.

hundefutter mit hohem fleischanteil

 

Ellas evalúan más y mejor

En el estudio de la Universidad de Kyoto, dos personas ante un grupo de treinta perros debían de intentar abrir un bote transparente con comida dentro. El primer humano abría el bote sin dificultad y el segundo mostraba problemas a la hora de hacerlo. A continuación, el proceso se repetía un par de veces. En la tercera prueba, los animales miraban (y se acercaban) a la persona que había abierto los dos anteriores botes más deprisa. Sabían, y así lo evidenció el experimento, que las posibilidades de conseguir la comida del interior del bote eran mayores si se acercaban a la persona más hábil. De entre los animales participantes, las hembras se mostraron más perceptivas.

¿Y el egoísmo?

La capacidad de medir el grado de generosidad (alimentaria, por supuesto) de una persona fue el segundo objetivo del experimento. Para hacerlo, se articularon tres grupos de animales (cachorros, adultos que vivían con familias y adultos que vivían en un refugio) y se les hizo interactuar con dos personas que les ofrecían comida. La primera de ellas se limitaba a mostrársela una vez y ofrecérsela y la segunda, por el contrario, les mostraba el alimento, comía un poco de él y, a continuación, se lo ofrecía. El experimento se repitió varias veces con los mismos grupos de perros y los mismos humanos y, durante los segundos y terceros ensayos, se comprobó que los animales escogían (excepto el grupo de los cachorros, que no mostró preferencias significativas) al humano que, justo nada más mostrarles la comida, se la entregó en la primera prueba. Más allá de su interés, el ensayo confirmó algo que ya saben todos los que tienen perros en casa: si hay comida de por medio, tu amigo cánido se va a acercar a quien sabe que suele ofrecerle. Si es torpe o no  a la hora de dárselo también le importa, pero relativamente. No está claro si se les ocurrió a los investigadores nipones, pero la prueba definitiva hubiese sido que el humano que abría el bote más deprisa fuese sido el mismo que, antes de ofrecerles el alimento a los perros, se lo comía él. Aquí, seguro, ni los cachorros hubiesen dudado: mejor torpe y generoso que hábil y avaro.