Desde que los mandos de apertura a distancia se han generalizado en los automóviles, rara es la vez que echamos mano de la clásica llave o del botón de la maneta para cerrar nuestros vehículos. Echar mano del mando es más rápido y cómodo, pero nos acecha un peligro cierto: de un tiempo a esta parte, los amigos de lo ajeno, se apostan en áreas de servicio, gasolineras y aparcamientos al aire libre armados con algo insólito: inhibidores de frecuencia.

¿Qué logran con ello?
Muy sencillo: que cuando crees haber cerrado tu coche no lo hayas hecho. Con los inhibidores bloquean la señal que emite tu mando y el coche queda abierto para que, cuando tu vas a hacer algún recado o, simplemente, al servicio; ellos puedan abrir fácilmente el vehículo, llevarse lo que consideren oportuno sin que te des ni cuenta: cierran la puerta de golpe y, cuando tu vas a abrirla, ni te enteras de que alguien la haya manipulado.
¿Hay solución?
Sí: cerrar con la llave física –si la tienes- cuando aparques al aire libre o, si prefieres el mando, asegurarte tirando de la maneta de que, efectivamente lo has hecho. Si al hacerlo, ves que la puerta está abierta hay dos opciones: o tu mando no funciona bien o en las inmediaciones hay alguien que acecha para robarte. Tú mismo.