Vale, de acuerdo: los emoticonos están aquí para quedarse y, hay que reconocerlo, en muchos casos complementan y matizan la palabra escrita haciendo ganar en vivacidad a los mensajes en los que se introducen. Son útiles, eso sí, en redes sociales, conversaciones en servicios de mensajería instantánea y, también, como elementos de diseño que se incluyen en infografías y similares. Conviene, eso sí, usarlos con tino y mesura, porque, de lo contrario, el mensaje se banaliza y se desdibuja. Eso, justo, ha pasado esta misma semana con un apunte en Linkedin acompañado de algo que se pretendían infografías y que, además, no ha perpetrado un cualquiera: su autor es nada menos que Eva Saldaña, directora ejecutiva de  Greenpeace España.

¿De qué se trata?

El apunte en cuestión se realiza con una finalidad concreta: analizar, y así lo explica ella misma, “de forma pormenorizada los programas” de las principales fuerzas que se presentan a las Elecciones Generales de este domingo a respecto, detalla Saldaña, “de los compromisos ambientales”. El análisis se realiza mediante cuatro infografías realizadas, se supone, tras la lectura detallada de los programas y, se supone también, con el objetivo de orientar de algún modo el voto de todos los electores que comparten fines y objetivos con Greenpeace. Cabe decir aquí que, como cualquier otra organización, Greenpeace tiene todo el derecho del mundo a intentar orientar el voto de quien considere hacia donde le parezca, faltaría más. El problema, sin embargo, no es de fondo: es de forma. Juzguen ustedes mismos:

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El problema

Más allá del contenido, que reduce a seis puntos –acompañados del preceptivo emoticono- los compromisos ambientales recogidos en los programas analizados, el problema es formal. Los citados puntos, escritos sobre fondo blanco, se rodean de un cuadro con el color de cada partido y en la parte superior de éste se indican las siglas o el nombre. Lo normal –se puede consultar a expertos en diseño como, por ejemplo los creadores de Edit.org- habría sido dejar el recuadro limpio y a modo de marco, pero el autor de las infografías decide usar ese espacio, perfecto para quedar vacío y centrar la atención del lector en el texto, como elemento comunicativo. ¿Cómo lo hace? Sí, aciertan ustedes: con emoticonos.

Así, y sin que se sepa si por ser víctima de una suerte de horror vacui o de un deseo de aprovechamiento máximo, el autor de las infografías utiliza los marcos de éstas para llenarlos de emoticonos que parecen querer describir las sensaciones que los compromisos ambientales de cada formación generan en Greenpeace. Así, el rosado marco de la infografía de Sumar se llena de corazones morados, rosas y ¿verdes? –quizá alguien debería haberle explicado al autor que ese símbolo lo usa Vox-, trenes, ballenas, símbolos de la paz, ramos de flores, soles, hojas, planetas tierra y arcos iris. En la infografía del PSOE, debe ser que gusta pero no tanto, aparecen corazones vendados, caras sonrientes, dedos rampantes, planetas tierra, soles, estrellas, relojes de arena y filetes. Seguidamente, en la infografía referida al programa del PP, figuran caras llorosas, mujeres preocupadas, pulgares hacia abajo, surtidores de gasolina, fajos de billetes voladores, corazones ‘partíos’ y hasta un cactus.

En la infografía referida a Vox, al tiempo,  aparece el icono que representa El Grito de Münch, varias llamaradas, unos filetes, caras que denotan sufrimiento por calor excesivo, un termómetro, rostros que parecen estar soltando imprecaciones, un tifón, una cara con la boca cerrada por una cremallera y hasta, veánlo ustedes mismos, el icono que representa a las ventosidades. En cada infografía hay cerca de 50 iconos y menos de 110 palabras. Hay alguien en Greenpeace que, de verdad, debería apuntarse a un curso de diseño gráfico o, como mínimo, mirar algún tutorial estos días. Es lo que tiene confiar trabajos importantes -ahí es nada, el análisis de programas electorales desde el punto de vista del ecologismo- al primero que se ofrece, que suele ser -y de estos hay muchos- alguien cuya motivación y proactividad superan sus capacidades. El Canva, lo decía el orientador laboral Pablo Cobisa hablando de CV, es sumamente peligroso en las manos inadecuadas.