Todo indicaba que iba a ser un negocio redondo: la progresiva degradación (funcionan entre 10 o 15 años, a lo sumo) que aqueja a todas las baterías recargables afecta también a la de los coches eléctricos y, en consecuencia, era evidente que, si el coche eléctrico se convertía en hegemónico, iban a ser necesarias infraestructuras industriales preparadas para reciclar unos dispositivos cuyo manejo es, una vez finaliza su vida útil, cualquier cosa menos sencillo. El Gobierno de Estados Unidos, decidido a reimpulsar de la mano del coche eléctrico la industria del país invirtió directamente y convenció a numerosos operadores privados para que esas infraestructuras que se preveían imprescindibles se convirtieran en realidades. Hoy, entre las plantas de reciclaje de baterías eléctricas de coche ya en funcionamiento y las que están pendientes de finalizarse, Estados Unidos dispondrá en 2030 de una capacidad de reciclaje de estos dispositivos equivalente a 1,3 millones de unidades. El problema es que, en 2030, la demanda será menor: no pasará de 350.000.

volkswagen fabricara su primer coche electrico en martorell
 

¿Por qué?

El dato lo facilita ABI Research, multinacional especializada en análisis vinculados al sector tecnológico: las ventas de coches eléctricos en Estados Unidos no avanzan al ritmo esperado y lo que se preveía un negocio redondo (el del reciclado de baterías) amenaza con convertirse justo en lo contrario. Lo explica Dylan Khoo, analista de ABI Research especializado en movilidad eléctrica: “Al Gobierno le preocupa la falta de capacidad para reciclar baterías de vehículos eléctricos, pero el problema es justo lo contrario. Los planes actuales para las plantas de reciclaje prevén que la capacidad supere con creces el suministro de baterías usadas. Esto conducirá a tasas de utilización antieconómicas o, lo que es más probable, a un retraso o reducción de los proyectos de reciclaje”.

Residuos

En 2030, alrededor de un tercio de los residuos de baterías de vehículos eléctricos serán baterías al final de su vida útil y que deben retirarse de los vehículos y reciclarse. El resto, lo integrarán baterías que no pasan el control de calidad en las líneas de producción y van directamente al reciclaje. Para que las plantas de reciclaje de baterías previstas alcancen una tasa de utilización viable, debe producirse una reducción masiva de la vida útil de las baterías de los coches eléctricos (algo que no va a pasar, porque la tendencia en el sector es conseguir baterías más duraderas) o una tasa de producción de las diferentes gigafábricas planeadas en todo el mundo que supere las previsiones. Esta opción, de momento, parece que tampoco se dará, porque la demanda de vehículos eléctricos ni alcanza ni alcanzará en los próximos años las cifras que serían necesarias para tal cosa. La broma de mal gusto que muchos consideran que es el coche eléctrico se empieza a revelar como más pesada de lo que parecía.