La muerte es una de las certezas de la vida que parecen ser ineludibles, o al menos eso creíamos. Según Ray Kurzweil, exingeniero de Google y reconocido futurista, podríamos estar a solo cuatro años de desafiarla, como si fuésemos los protagonistas de una de las cintas de la saga Destino Final. Y para ello tenemos que hablarte de un concepto sumamente interesante.
La cuenta atrás hacia la inmortalidad
Ray Kurzweil nos habla del concepto de velocidad de escape de la longevidad, con el que se sugiere que, gracias a los avances médicos y tecnológicos, podríamos añadir más tiempo a nuestra esperanza de vida del que perdemos envejeciendo. Es decir, que podríamos retroceder en el tiempo sin necesidad de un DeLorean, sino gracias a los avances de la ciencia.
Kurzweil sostiene que actualmente, por cada año que vivimos, la ciencia nos devuelve aproximadamente cuatro meses de esperanza de vida. Sin embargo, proyecta que para 2029, esta cifra superará los doce meses anuales, marcando el punto de inflexión hacia la longevidad indefinida. Este fenómeno, conocido como velocidad de escape de la longevidad, implica que los avances médicos extenderán nuestra vida más rápido de lo que envejecemos.
El concepto, aunque suena a ciencia ficción, tiene raíces en la biogerontología, el estudio científico del envejecimiento, que explora los procesos biológicos que lo causan y regulan en todas las especies. Aubrey de Grey, otro destacado investigador en este campo, ha estimado que existe un 50% de probabilidad de alcanzar este hito en los próximos 15 años.
No obstante, alcanzar esta velocidad de escape no garantiza la inmortalidad. El propio Kurzweil advierte en una entrevista concedida a Bessemer Venture Partners que, aunque estadísticamente podríamos vivir indefinidamente, factores impredecibles como enfermedades o accidentes seguirán siendo amenazas reales. Además, asegura que "una vez que superas la velocidad de escape de la longevidad, pasas un año, no eres un año más viejo y no tienes más probabilidades de morir".
Kurzweil es conocido por sus predicciones llamativas, muchas de las cuales se han cumplido, como la proliferación de dispositivos portátiles y la inteligencia artificial superando a los humanos en ajedrez. Sin embargo, también ha tenido errores y su visión de un futuro donde la muerte sea opcional sigue siendo objeto de debate en la actualidad.
Por el momento, mientras la ciencia avanza a pasos agigantados y nos acerca a la posibilidad de extender nuestras vidas más allá de lo imaginable, la inmortalidad sigue siendo un concepto más filosófico que científico. La pregunta no es solo si podemos vivir para siempre, sino si estamos preparados para las implicaciones éticas, sociales y económicas de tal realidad.