En China lo de la democracia no les convence en exceso y, por eso, pueden permitirse ser ciertamente expeditivos en muchas cuestiones. Una, por ejemplo, es la que se vincula a la IA. La utilizan en lo que consideran (como, por ejemplo, para asistir a sus jueces) y la limitan en lo que les parece sin dar demasiadas explicaciones. Esta primavera, por ejemplo, han pegado un puñetazo en la mesa: acaban de detener a un individuo que utilizó ChatGPT para crear y difundir noticias falsas.

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Un tren como protagonista

El detenido, por lo visto, era amigo de jugar a los trenes, pero a lo grande: el pasado 25 de abril publicó un texto en el que el sujeto informaba de un supuesto atropello protagonizado por un tren en el que murieron nueve personas. Al ver la noticia y no tener constancia de tal suceso, la Policía china se puso manos a la obra y descubrió que, además de no haber ni tren ni accidente ni atropellados, si que había 21 publicaciones simultáneas en una plataforma muy popular en el país denominada Baijiahao. Dicha plataforma es propiedad del buscador chino Baidu y la noticia en cuestión había alcanzado 15.000 visualizaciones. La cifra, aunque notable, es poco para China y demuestra la diligencia con la que actúa (cuando lo considera oportuno) la policía del país.

Rastreo

El siguiente paso fue rastrear el origen de la noticia y, tirando del hilo, llegaron hasta Shenzhen, ciudad donde residía un individuo apellidado Hong que era el dueño de la empresa propietaria de los servidores desde donde se lanzó la noticia. Tras localizarlo e interrogarlo, el sujeto confesó: creaba textos con Open AI con el fin de obtener clicks y lograr beneficios. Desde este enero, en China es obligatorio identificar cualquier texto generado por IA. En España, aunque se supone que somos más libres, tal norma no existe y, si se publica algo falso, el proceso que desemboca en una sanción es mucho más largo. Por cierto, a Hong no le multaron por decir mentiras: le multaron por usar IA para escribir y no decirlo. Más le valdría haber sido menos vago y más imaginativo porque, por hacer lo que ha hecho, le pueden llegar a caer hasta diez años de cárcel si los jueces consideran que se trata de una falta grave y que su acción ha puesto en peligro la seguridad nacional.