Veinte millones de unidades: ésa es la previsión que los productores de la IGP Calçot de Valls esperan producir esta temporada. Ni la sequía ni el calor de los últimos meses les han impedido en 2023 alcanzar, esta vez sí, la producción que se habían fijado como objetivo para la temporada pasada y que, entonces, no se logró porque las unidades producidas fueron sólo 18 millones. El producto, además, será este año de calidad excelente, ya que el calor no ha afectado a su característico sabor dulce. Lo que sí que ha variado (para mal) es el coste de producción: ha hecho falta regar más y la energía y los fertilizantes han pasado factura. Por eso se va a activar un estudio sobre este tradicional cultivo.
Harán falta ayudas
Los productores han trasladado sus preocupaciones a la Generalitat de Catalunya, que activará junto a la IGP, un estudio que determinará cuánto cuesta exactamente producir los populares y apreciadísimos calçots y aplicar mejoras agrícolas que permitan obtener un producto todavía mejor. El objetivo es producir más y mejor para obtener un beneficio mayor. De momento, calculan que la energía que han precisado ha tenido que pagarse a precios un 30% superiores y que los fertilizantes también han subido notablemente. Para elaborarlo, se utilizarán datos del Alt Camp, el Tarragonès, el Baix Penedès y el Baix Camp.
Todo a punto para la cosecha
Este año se han sembrado 125 hectáreas de calçots y, durante este mes de enero, se ultiman las labores anteriores a la fase de crecimiento de las cebollas, durante la que las enzimas se transformarán en azúcar gracias al frío de estos días. En el sector, sin embargo, hay inquietud, ya que no se tiene claro cómo pueden llegar a afectar al cultivo las variaciones en la temperatura. De momento, han solucionado la situación con más riego y labores suplementarias, pero si las temperaturas siguen subiendo, habrá más problemas. El año pasado, cada calçot se vendía a veinte céntimos la unidad en crudo y a cuarenta, cocidos. Este año, los precios serán similares