Hoy, después de 20 años en la prisión, sale en libertad Gregorio Cano, el "violador de la Verneda". Sale de la prisión de Brians 2, en Sant Esteve Sesrovires, y lo hace bajo vigilancia, por orden de la fiscalía, porque no está rehabilitado y, según los responsables penitenciarios, con un alto riesgo de reincidencia.

Cano fue condenado por 17 agresiones sexuales y queda en libertad justo en medio del debate por la sentencia de La Manada, que ha condenado a los 5 acusados por abuso sexual pero no por agresión. El momento no podía poner más el foco en esta excarcelación.

La fiscalía ha activado el protocolo previsto para el seguimiento de los antiguos presos considerados como peligrosos, después de recibir informes penitenciarios que alertan de que el violador múltiple no está rehabilitado y su riesgo de reincidencia es elevado. Es la única cosa que se puede hacer. Eso, y la vigilancia a las víctimas por parte de los Mossos, que estarán un mes custodiándolas y vigilando que el violador y ellas no tengan ningún tipo de contacto. Han sido, también, los Mossos los que han avisado a las víctimas de la salida de la prisión del violador.

Hasta la reforma del año 2015, el Código Penal no preveía imponer medidas de vigilancia a asesinos y violadores que salieran de la prisión una vez hubieran cumplido la condena impuesta, por lo cual, la fiscalía aprobó un protocolo para garantizar un control no invasivo de los exreclusos considerados como peligrosos.

Instituciones Penitenciarias comunicó a principios de este mes a la fiscalía la excarcelación del violador múltiple y la ha alertado de que no se lo considera rehabilitado, de acuerdo con los informes de los responsables de tratamiento del centro penitenciario donde ha cumplido su condena.

El caso

Gregorio Cano fue condenado a 167 años de prisión por violar a 17 mujeres entre los 18 y los 39 años. También atracó a 57 mujeres y acabó pidiendo la castración. Su caso fue el primero de España en el que un tribunal aplicaba la medida de computar los beneficios penitenciarios a un condenado sobre el total de la pena impuesta, y no por cada uno de los delitos. Y por eso sólo ha cumplido 20, el máximo que prevé la ley.

Gregorio Cano, que atacaba a mujeres de entre 18 y 39 años de edad amenazándolas con una navaja, fue detenido en mayo de 1998 después de que la policía le tendiera una trampa utilizando como "cebo" a una agente vestida de paisano.

Antes de que la sección quinta de la Audiencia de Barcelona impusiera los 20 años de prisión efectiva a Gregorio Cano, otros depredadores sexuales redimieron gran parte de sus penas realizando trabajos de lavandería o limpieza en la prisión, como los conocidos como el "violador del Eixample" o el "violador de la Vall d'Hebron", que cumplieron 16 y 13 años entre rejas, respectivamente.

Los otros violadores

Hay otros violadores en serie catalanes que han cumplido parte de la condena y que han salido en libertad sin estar rehabilitados.

El segundo violador del Eixample, Alejandro Martínez Singul, salió en el 2013 después de cumplir una condena de 3 años por su última víctima de 12. En 1993 lo condenaron a 65 años de prisión por diez violaciones y 4 intentos a menores de entre 10 y 15 años. Se sometió a un programa psicosocial y a un tratamiento farmacológico de inhibición del deseo sexual, pero no se rehabilitó. Una vez en libertad, volvió a agredir sexualmente y lo volvieron a condenar. Su familia también lo denunció este mismo 2018 por maltratos. Actualmente está en libertad.

El nuevo violador del Eixample, Francisco Javier Corbacho, conocido como nuevo violador del Eixample, está cumpliendo una condena de 66 años y 6 meses de prisión por cuatro delitos de agresión sexual, 3 de ellos con agravante de reincidencia y 3 delitos de robo con violencia. "Un verdadero depredador sexual", tal como le definieron en el juicio por el que ingresó este mes de enero en la prisión.

El violador del cúter, Diego Nicolás, entró en la prisión el otoño del 2017 condenado a 56 años de prisión por cuatro violaciones y dos robos con violencia. Nicolás amenazaba a sus víctimas menores, dos de ellas menores de 14 años, una de 27 y otra de 21, con un cúter o, a veces, también, con un destornillador. Fue entre el 2013 y el 2015.