Nos encontramos con Tomàs Molina en el Poblenou (Barcelona) para hablar de Meteocuriositats (Editorial Montena), su última publicación sobre curiosidades meteorológicas dirigida a un público infantil con unas fantásticas ilustraciones de Roger Simó.

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Foto: Sergi Alcàzar

Nada más llegar, un señor que pasa por la calle lo saluda como si lo conociera de toda la vida pidiéndole una fotografía: ¡"Hazme una foto con Tomàs"!, exclama todo emocionado. Su popularidad es evidente después de más de 30 años apareciendo cada día por televisión. El meteorólogo más reconocido de TV3 necesita pocas presentaciones y, precisamente por eso, le pedimos que sea él mismo quien se presente y nos explique cuáles son sus defectos y sus principales virtudes.

"Soy alguien a quien siempre le ha gustado que le entiendan  cuando se explica. Si alguna cosa me define es esta. Que si transmito un mensaje, ya sea el pronóstico o algo que quiero explicar, que se me entienda. Es como una obsesión. Siempre lo digo, y también en clase, que si los demás no nos entienden, la culpa no es suya, la culpa es mía, por no haberme sabido explicar o por no haber encontrado la manera de hacerme entender".

¿Y los defectos? "Hace tantos años que soy conocido que quizás en algunos momentos he perdido un poco la realidad de vista. La popularidad te aporta una vida más fácil. Se me ha pinchado dos veces la rueda del coche y nunca la he cambiado. La gente te ayuda mucho más. Es triste y bueno a la vez". Molina reconoce que no le molesta ser reconocido, aunque "seguramente lo llevan peor las personas de alrededor". 

Con más de 30 años trabajando en TV3 te has ganado la popularidad y la estima del público. "¿Qué tiempo hará?", ¿sigue siendo la pregunta que más te hacen por la calle?

¡No creas! Tengo muy poca vida exterior. Siempre estoy encerrado en la redacción o en la oficina y acabo haciendo muy poca vida fuera. Cuando salgo a la calle suele ser por Barcelona, y aquí la gente es muy discreta. Últimamente me he encontrado más popularidad a través de Instagram, donde muchos jóvenes me siguen, pero no me preguntan por el tiempo. ¡Me dicen tonterías y yo les digo que podría ser su padre!

En Meteocuriositats el lector se encuentra con una serie de curiosidades meteorológicas que habrás tenido que responder muchas veces. ¿Cómo surge la idea de escribir este libro?

La editorial me propone la idea. Mi objetivo vital en estos momentos es doctorarme en comunicación de la ciencia, en particular, del cambio climático. El objetivo es hacerlo antes de llegar a los 60, me quedan 3 años. La mayoría de cosas que hacía las dejé para poder dedicarme al doctorado y después me han vuelto a salir otras cosas, entre ellas, la idea de hacer este libro enfocado a un público infantil.

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Foto: Sergi Alcàzar

Algunas de las preguntas que respondes son "por qué el cielo es azul", "cómo se origina el arco iris" o "de dónde salen los nombres de los huracanes". ¡Son preguntas que muchos adultos tampoco sabrían responder!

Tampoco hace falta que todo el mundo lo sepa todo. A veces me dicen, "la meteorología la tienes que explicar para que la gente lo entienda", y no. Yo no sé medicina, no sé literatura... Sé algunas cosas, pero nadie tiene por qué saber meteorología, a no ser que le interese. A quien lea este libro le servirá para aprender a pronosticar.

Leer este libro te servirá para aprender a pronosticar

La idea surge de un viaje con mis hijos, cuando eran más jóvenes e íbamos por los Alpes con el coche, me decían: "Allí lloverá", porque hay aquella cosa negra debajo que es la lluvia. Y llegabas allí y llovía. "Allí cae granizo". ¡Y sí, caía granizo! Mis hijos pronosticaban mirando. ¿Por qué? Porque habían aprendido del padre, cosa que quiere decir que si ves una tormenta, puedes saber cuando te lloverá y si te caerá o no granizo.

De hecho en el libro nombras tres palabras que se tienen que aplicar para hacer un buen pronóstico meteorológico: observar, sentir y recordar.

Siempre digo que observar y recordar es básico. La meteorología siempre se ha basado en eso. Y sentir para percibir el entorno.

¿Es más complicado escribir para niños que para adultos?

Para mí es más fácil porque es más corto. Escribiendo para adultos te tienes que desahogar más, es un reto mucho más grande, tienes que mantener el interés, no repetirte... Es más complicado. El hecho de que —no tanto porque sea para niños— sea más breve, es más mi registro. Estoy acostumbrado a explicar cosas de forma más breve y así, es difícil hacerlo mal o aburrido.

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Foto: Sergi Alcàzar

¿Cómo ha cambiado desde tus inicios la forma que tenéis de recibir, gestionar e informar de la previsión meteorológica?

Ha cambiado radicalmente. Hace 34 años, cuando yo empecé, todavía pintábamos a mano los mapas. Hoy en día no hay mapas, hay modelos que se integran directamente en las máquinas y con eso se hacen visualizaciones. Se integran en el radar, el meteosat, el mapa del tiempo, y todo está agrupado y lo podemos enseñar simultáneamente. Y no sólo mostrar, sino que lo podemos gestionar a la vez. Eso ha hecho que podamos hacer el pronóstico mucho mejor y que lo podamos explicar mucho más efectivamente. Son dos universos diferentes.

Antes el pronóstico fallaba, hoy en día no falla

Hoy en día, el pronóstico que tenemos en el móvil muchas veces nos lo creemos como si fuera verdad. ¿A qué temperatura estamos en Barcelona? ¡Te mirarías el móvil y dirías, 22ºC, y es mentira! 22ºC es el pronóstico, pero es tan bueno, que te piensas que es verdad. O el móvil te dice; lluvia, y está lloviendo. Eso no es porque el móvil tenga un sensor de lluvia, es que lo ha pronosticado. El pronóstico acierta muchísimo.

En una entrevista en El Periódico decías que los hombres del tiempo sois prescindibles. ¿Cómo visualizas el futuro de los meteorólogos?

Nos tenemos que readaptar. Los meteorólogos nos tenemos que adaptar a la nueva realidad. Imagínate que quieres ir a Manlleu y vives en Barcelona. Miras el móvil y te dice si lloverá. Haciendo la meteo por la tele no te podré decir: "Guillem, a las 17h en Manlleu lloverá". Te diré: "Tormenta aislada en Osona". En cambio, el hecho de que todo el mundo traiga el pronóstico meteorológico en el móvil, hace que tú lo mires, lo creas y cuando llegues veas que es cierto y que se ha cumplido, y eso es lo que importa. Por lo tanto, tú le harás un caso absoluto al pronóstico y dirás: "Si voy a las 18h, ya no lloverá, pues mira, saldré una hora más tarde". Lo decidirás y lo harás porque habrás mirado el móvil, y el móvil lo habrá acertado.

¿Entonces, qué sentido tiene el espacio del tiempo en la televisión?

La meteo de la tele te tiene que servir para otra cosa, porque la operativa tuya, la toma de decisión la habrás tenido con otra herramienta. Nosotros tenemos que adaptar el espacio de la televisión a explicar otras cosas. Explicamos el pronóstico, pero también explicamos la vivencia.

Pongo el ejemplo del "¿lo veeees?". Suponemos que hoy has visto una puesta de sol que te ha llamado mucho la atención por unas nubes muy alargadas y extrañas, y le has hecho una foto. Llegas a casa y a los compañeros de piso les dices: "¿habéis visto la puesta de sol?". No la han visto, y te miran raro, como si fueras un alucinado. Pones el tiempo en TV3 y salgo yo diciendo: "¡Mirad qué puesta de sol tan rara! Ha habido unas nubes...". Entonces tú podrás decir: "¿Lo veeees?". Te ratifico tu vivencia, esta es la idea. Aprovechar la participación del espectador para compartir vivencias. Fíjate que de 5 minutos que tenemos para hacer el espacio de la meteo,

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Foto: Sergi Alcàzar

El coronavirus ha pospuesto la publicación del libro. Como meteorólogo has relacionado la temperatura, la humedad y la contaminación atmosférica con la incidencia del virus en la población.

Hay relación entre una cosa y otra. El pasado mes de agosto volvimos a presentar un estudio temporal y espacial de Catalunya en el periodo de marzo a finales de julio a la Organización Meteorológica Mundial. De aquí se extrae que cuando el virus es más virulento, cuando hay más contagios y más mortalidad, estaría en una temperatura entre los 5 ºC y los 11 ºC. A partir de aquí, baja 0'7 por cada grado en el estudio que hicimos en Barcelona ciudad. La tasa de mortalidad en los meses de marzo y abril estaba entre un 12 y rozó el 15% en Catalunya. En cambio ahora la tasa de mortalidad durante los meses de verano ha sido entre el 1 y en el peor de los casos el 5%.

Cuando tú mirabas a Chile, Argentina, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, que han sido los países que ahora han tenido las temperaturas más favorables para la transmisión y para la letalidad, hemos visto que la curva que han seguido, independientemente del número de casos, es la misma. Ellos la empiezan a allanar, lo que tiene que ver con la gestión pero también con las condiciones ambientales, y nosotros ahora volveremos a entrar en un periodo de temperaturas peligrosas. Tenemos que mirar qué pasa este mes de septiembre en Quebec y  los países escandinavos, como cambia su curva. En octubre tendremos que ver qué pasa en Alemania, Polonia y también en buena parte del Canadá, y nosotros, a finales de octubre y noviembre será cuando volvamos a estar en una situación de peligro más evidente.

Quiero dejar claro, sin embargo, que el virus se combate gracias a las medidas que se aplican desde las autoridades competentes. ¿Ahora, la meteorología influye? ¡Y tanto!

Parece, no obstante, que la segunda ola se ha avanzado con la cantidad de nuevos contagios que salen a diario.

No estoy de acuerdo con eso. La letalidad, a pesar de los contagios, sigue siendo baja. Tenemos una letalidad del 2%. Si en algún momento dado la sociedad tuviera que buscar una situación en que haya más personas que ya han pasado la enfermedad es ahora, porque es cuando somos menos vulnerables para la mortalidad e incluso para los ingresos hospitalarios y los ingresos en la UCI. Es cierto que con respecto a infecciones y nuevos contagios estamos a niveles de marzo, pero no a nivel de ocupación de hospitales y todavía menos de mortalidad.

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Tomàs Molina durante la entrevista en el barrio del Poblenou / Foto: Sergi Alcàzar

Esta semana hemos visto a Mònica Lopez, exmeteoróloga de TV3, entrevistando al presidente del Gobierno. ¿Veremos algún día a Tomàs Molina entrevistando al presidente de la Generalitat?

(Se ríe) mi prioridad ahora es doctorarme. Llevo un año y medio de tesis, he hecho mucho trabajo y tengo un artículo preparado para publicar. Pero fíjate que no sólo Mònica ha acabado presentando programas e informativos. Se habla mucho de las chicas de Hermida, del famoso Jesús Hermida, corresponsal de TVE en los EE.UU., que una vez pasó a hacer programas tenía toda una serie de colaboradoras que después se hicieron famosas. A mí me ha pasado un poco lo mismo. Niños y niñas míos como Mònica Lopez, que está haciendo las mañanas en TVE, Lluís Guilera, también de TVE, que había pasado por Canal Meteo, y la mayor parte de los hombres y mujeres del tiempo de las televisiones españolas, han sido niños y niñas míos. Aquí, Guillem Maneja, de El Nacional ha sido un niño mío. Cristina Puig, del FAQS, también fue niña mía, y muchos más.

¡Qué bien, Tomàs, me espera un futuro prometedor! (Risas) Acabamos. Te has convertido en todo un fenómeno en Instagram, con más de 75.000 seguidores. ¿Cuál es la clave del éxito en la red?

El culpable es mi hijo, que hará un par de años, cuando tenía 15, me dijo: tienes que abrir una cuenta en Instagram. Le prometí que lo haría si él era mi asesor principal, y mira... La mayor parte de público que me sigue son menores de 30 años, el 70%.

Mi hijo me ha prohibido hacerme Tik-Tok

Eso síi, me ha prohibido hacerme Tik-Tok, dice que no quiere que haga el ridículo. Instagram es el límite al que puedo llegar, y yo, hago caso a mi asesor principal.

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Foto: Sergi Alcàzar