Tradicionalmente, los datos estadísticos de numerosos estudios científicos venían mostrando lo que se ha llamado la U de la felicidad: el bienestar subjetivo que percibe la población ha sido en términos generales mayor al principio de su vida, durante su juventud, después ha caído durante la mediana edad, coincidiendo con las responsabilidades, el trabajo y el paso de los años; y, finalmente, ha vuelto a repuntar en el tramo final de su vida. Asimismo, la infelicidad trazaba en los gráficos una especie de U inversa, una joroba o montículo. Ahora, sin embargo, esta "ley" está siendo alterada y en los últimos años, especialmente tras la pandemia del COVID-19, se está observando una tendencia a que la punta del montículo de infelicidad se desplace cada vez más hacia la juventud, y que a medida que avanza la edad, este disminuye. Los jóvenes son ya más infelices en términos estadísticos que sus padres y esto es así en todo el mundo. Así lo muestra un estudio reciente, que apunta al deterioro de la salud mental de los jóvenes del que hace años que vienen advirtiendo expertos y estudios.
La investigación, publicada en la revista científica Plos One este miércoles, engloba datos de 44 países, incluido de España, entre 2020 y 2025, si bien se ha centrado especialmente sobre Estados Unidos y el Reino Unido. En concreto, los autores, liderados por el académico británico David G. Blanchflower, profesor de economía en el Dartmouth College, se ha basado en la siguiente pregunta: "Pensando en su salud mental, que incluye estrés, depresión y problemas emocionales, ¿cuántos días durante los últimos 30 días tuvo problemas de salud mental?", a través de la que se sustrae un índice de "desesperación". En EE.UU., dicho índico en los menores de 25 años ha pasado del 2,9% en 1993 al 8% en 2023. En el caso del Reino Unido, en los hombres menores de 25 años, la desesperación aumentó más del doble entre 2009 y 2021 (del 2,3% al 6,4%); y en cuanto a las mujeres jóvenes, aumentó aún más drásticamente, del 4,4% al 12,7%. Los análisis econométricos realizados, teniendo en cuenta variables como el género, la educación, el empleo o el país, sostienen que el malestar disminuye a medida que aumenta la edad, en todo el mundo.

¿A qué se debe este deterioro de la salud mental y la percepción de felicidad de los jóvenes? Los autores del estudio trazan diversas hipótesis. En primer lugar, señalan que la pandemia no es una causa, sino un factor que acentuó una tendencia que ya se venía observando de antes. Así, el estudio apunta a la "cicatriz" que dejó la crisis de 2008 y su impacto todavía presente contra las expectativas laborales de muchos jóvenes. De hecho, sugieren un "shock en las perspectivas de empleo y crecimiento salarial" para quienes se han incorporado al mercado laboral en los años recientes, así como las crecientes dificultades para el acceso a una vivienda propia. Otro factor, apuntan, es la falta de recursos sanitarios para tratar afecciones mentales, que vinculan a los recortes posteriores a la recesión de hace ya más de una década. Finalmente, una tercera hipótesis es el impacto de las nuevas tecnologías en las percepciones de los jóvenes sobre sí mismo y sus vidas, en relación con la que representan los demás en redes sociales. En este sentido, señalan que hay una creciente evidencia científica que apunta a que un mayor uso de Internet y teléfonos inteligentes está asociado a un aumento del malestar emocional de los jóvenes, que comparan sus vidas y expectativas con las que sus conocidos muestran en redes sociales.
La disonancia entre las expectativas y la realidad
Sobre estas tesis, el catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona y jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona, Eduard Vieta, valora en declaraciones a Science Media Centre que existe una disonancia entre las expectativas de los jóvenes y la realidad. "Las generaciones jóvenes de la mayor parte de países incluidos en el trabajo han recibido una educación muy sobreprotectora y han desarrollado una baja tolerancia a la frustración. Creo que este aspecto es también relevante para explicar su malestar emocional", apunta el experto, que, sin embargo, avisa de que el estudio se basa en información reportada y, por lo tanto, en percepciones subjetivas de los participantes. Por su parte, la catedrática de Psicología de la Universidad del País Vasco Maite Garaigordobil sostiene en declaraciones al mismo portal que hace falta una mayor atención en los centros educativos, incluso la universidad, a abordar el malestar y expresar preocupaciones y temores.