Miles de fieles se han agolpado este sábado por la noche en la catedral de Chiclayo, humilde ciudad de Perú de la que fue obispo entre 2015 y 2023 el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, quien desde este jueves es el papa León XIV. Entre cánticos de "Papa, amigo, Chiclayo está contigo", los vecinos han asistido a una misa oficiada en la plaza central de la localidad peruana por el actual obispo, Edinson Farfán. "La ciudad de la amistad, ciudad eucarística, acompañó en su peregrinar al santo padre León XIV para que ahora acompañe y guíe a la Iglesia universal desde Chiclayo, desde América Latina, el continente de la esperanza para el mundo entero", ha clamado el actual obispo ante los fieles.
El atrio de la catedral ha servido como un inmenso altar para una de las celebraciones más especiales que ha vivido la ciudad ubicada en el norte del país andino, en la que los chiclayanos han celebrado al que consideran su papa. Lo han hecho con coros, orquestas, cantantes y pantallas gigantes. "Se nos ha dado un pastor según al corazón de Cristo", ha dicho el obispo sucesor de Robert Prevost, ante la multitud, que ha respondido con aplausos y gritos de alegría. Farfán ha asegurado que el nuevo papa se dejó evangelizar por "la gente sencilla" de esta tierra y que siempre caminó al lado del pueblo. "Sin duda, Chiclayo está en su corazón", ha afirmado el obispo. Los fieles también han aplaudido ante la invitación de Farfán al papa para que visite de nuevo la localidad peruana.
Tras la misa, algunos asistentes han recordado al que fue su obispo y ahora es el papa. A una joven le dio su primera comunión y otra se acordaba de sus homilías en la catedral. Clara, en primera fila, ha explicado en declaraciones a EFE que una vez, tras una misa que ofició Prevost, su pequeña sobrina "en su inocencia" le pidió una foto "con el papa" porque pensaba que era el pontífice. "Me reí y dije cómo va a ser papa alguien que vive en Chiclayo", ha añadido. Un grupo expresaba su deseo de que León XIV venga pronto a visitarles a la que es también su ciudad: "El papa es chiclayano", han gritado.
"Fue uno más, no fue el obispo"
En Chiclayo, sobre todo en el distrito de San Antonio, una de las zonas humildes a las afueras de la localidad peruana, muchas personas lo recuerdan con cariño. "Él vino, compartió con nosotros y fue uno más, no fue el obispo, fue uno más de nosotros. Imagínense que ahorita tenemos el orgullo, da hasta ganas de llorar, porque tanta emoción nos da que yo, a los 76 años, tengo un papa que conozco, con el que he compartido, he caminado", expresa en declaraciones a EFE la voluntaria de un comedor social inaugurado por el entonces obispo Prevost. "Nos enteramos de que monseñor Prevost era el nuevo papa justo cuando íbamos a servir el almuerzo, lloramos, nos abrazamos, fue una emoción enorme", añade.
Misa en Chiclayo, Perú, por el papa León XIV / EFE
"Nos ha dejado mucha enseñanza, sobre todo la virtud de la caridad, llegar a las personas de extrema pobreza, el alimento no debe de faltar en ningún hogar del mundo", ha añadido otra voluntaria. "Llegó aquí, porque realmente veía la necesidad del pueblo", añade Rosa, la cocinera del centro. En 2019, ante la llegada masiva de migrantes venezolanos a Perú, "que estaban en las calles, sin nada", el entonces obispo de Chiclayo invitó a las parroquias de su diócesis a abrir sus puertas y abrió comedores sociales en diversos puntos de la ciudad. El comedor está rodeado de tierra y ese día regaron abundantemente "para que estuviera verde y bonito para la llegada del obispo", pero se creó gran cantidad de barro. Detallan que a Prevost no le importó, metió sus zapatos en el fango, y comió junto a los migrantes arroz, ensalada y pollo.
Peregrinaje a la casa natal del Papa, en Chicago
Otro punto que está siendo muy visitado estos días es la casa donde el papa León XIV pasó su infancia, hasta que entró en el seminario con solo catorce años y se hizo luego misionero agustino. Numerosos católicos desfilan estos días por el 212 de la calle 141 de Dolton, una localidad humilde las afueras de Chicago, azotado por el desempleo —hace décadas era una zona industrial, ahora en decadencia— y la violencia ocasional entre pandillas juveniles. Realmente, la casa natal de Robert Prevost es una pequeña caseta ahora sin dueño y que hasta hace poco estaba en venta. "Esto ha pasado a ser un monumento nacional, y espero que al menos sirva para unir a la comunidad en este barrio", ha dicho un vecino, Paul Heller, en declaraciones a EFE.
