Conmovedoras las fotografías del desalojo de un centenar de migrantes de una nave industrial de Badalona que El País, Ara, El Punt Avui y La Vanguardia publican en portada. La imagen del diario de la Diagonal es la más inquietante, al mostrar en un mismo plano los dos lados de las puertas del edificio. En uno, los mossos d'esquadra —muchos: 17 unidades— alineados con las defensas, las porras y el mandato judicial, y al otro lado un grupo de migrantes poniendo todos los obstáculos a mano —nada, cuatro trastos— para impedir el acceso de los agentes. Una lucha tan desigual. Algunos de los migrantes que se abrigaban en la nave eran supervivientes del incendio de hace un año en otra nave del barrio badalonés de Gorg, donde murieron 4 personas y resultaron heridas otras 40. Eso era el 9 de diciembre de 2020. Este jueves no ha habido muertos, gracias a Dios. Jarabe de palo de los mossos, sí.

Los desalojados se han quedado al raso en una plaza vecina a falta de otro cobijo. Hacía frío: seis grados. Era surrealista e hiriente al mismo tiempo ver en el Telenotícies a algunos de ellos quejándose, en un castellano no tan precario, de que los echaran para dejarlos al aire libre. Los sorprendía ser expulsados de una nave abandonada sin más alternativa que instalarse y dormir en la calle. No sabían entender qué justicia se aplicaba en su caso ni qué sentido ni beneficio se deducía de la expulsión, que los abocaba de una situación precaria a otra peor. La nave, para más inri, es propiedad de la Sareb, el "banco malo" creado en 2012 para retirar los activos inmobiliarios tóxicos de los bancos, entrampados en la crisis que ellos mismos se buscaron y que nos ha costado 58.871 millones de euros, de los que se han recuperado 5.917 millones, un 10%. Los migrantes no saben nada de todo esto, pero tú sí. Quizá estas fotos de portada te evocan la desdicha de los migrantes y la suerte de los bancos. Una y otra las pagas tú igualmente. Quizá también te cuestionas por qué no ha sido posible hacer otra cosa que echar a un centenar de migrantes de una nave industrial abandonada y dejarles en medio de la calle en pleno invierno. Un año después de la tragedia de Gorg, es extraño que a ninguna autoridad se le haya ocurrido nada mejor.

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