Misterio resuelto sobre la elección del nombre del nuevo papa, León XIV. ¿Por qué lo eligió? ¿Qué fue que lo motivó? Estos interrogantes han sido resueltos en una reunión privada que Robert Francis Prevost ha mantenido con los cardenales. Según el Papa, la Iglesia católica debe afrontar actualmente los retos de "otra revolución industrial" así como también de la Inteligencia Artificial. En estos puntos estaría la clave para entender por qué eligió el nombre de León. "Al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la Inteligencia Artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo", ha explicado León XIV, en su discurso ante los cardenales, publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Asimismo, según informa la agencia Europa Press, ha invitado a los cardenales a "renovar juntos" su "plena adhesión" a "la vía que desde hace ya decenios la Iglesia universal está recorriendo tras las huellas del Concilio Vaticano II", cuyo contenido "el Papa Francisco ha recordado y actualizado magistralmente" en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. En cuanto a esta exhortación, León XIV ha subrayado como "notas fundamentales", el "regreso al primado de Cristo en el anuncio, la conversión misionera de toda la comunidad cristiana, el crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad, la atención al 'sensus fidei', especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular; el cuidado amoroso de los débiles y descartados, y el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades".
El papado, "un yugo"
El Santo Padre se ha dirigido a los cardenales como sus "más estrechos colaboradores" y ha dicho que esto le sirve "de consuelo al aceptar un yugo que claramente supera" sus "fuerzas". "Su presencia me recuerda que el Señor, que me ha confiado esta misión, no me deja solo con la carga de esta responsabilidad. Ante todo, sé que cuento siempre, siempre, con su auxilio", ha indicado. También ha mostrado su agradecimiento al decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re, quien, según ha comentado "merece un aplauso, al menos uno, si no más" por su apoyo y "su sabiduría, fruto de una larga vida y de muchos años de fiel servicio a la Sede Apostólica"; al camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrell, "por el valioso y difícil papel que ha desempeñado durante el tiempo de la Sede Vacante y la convocación del cónclave", y ha dedicado un recuerdo para los cardenales que no han podido estar presentes por razones de salud.
León XIV ha remarcado la figura de los Papas anteriores y ha solicitado recoger la "valiosa herencia" de Francisco, del que ha subrayado "su estilo de total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida, de abandono en Dios durante el tiempo de la misión y de serena confianza en el momento del retorno a la Casa del Padre". "Recojamos esta valiosa herencia y retomemos el camino, animados por la misma esperanza que nos viene de la fe", ha enfatizado.
Ser "dóciles oyentes" de la voz de Jesucristo
Ante los cardenales, León XIV ha pedido ser "dóciles oyentes" de la voz de Jesucristo y "ministros fieles de sus designios de salvación", recordando que "Dios ama comunicarse, más que en el fragor del trueno o del terremoto, en el rumor de una brisa suave o, como lo traducen algunos, en una sutil voz de silencio". "Este es el encuentro importante, que no hay que perder, y hacia el cual hay que educar y acompañar a todo el santo Pueblo de Dios", ha agregado.
Asimismo, ha recordado el "afecto y devoción" manifestado por los católicos con motivo de la muerte del Papa Francisco, al que han "despedido y llorado", y ha asegurado que esta es "la verdadera grandeza de la Iglesia, que vive en la variedad de sus miembros, unidos a su única cabeza, Cristo". Finalmente, ha hecho suyo y ha propuesto a los cardenales el deseo que san Pablo VI, en 1963, expresó en el inicio de su ministerio petrino: "Que sobre el mundo entero pase una gran llama de fe y de amor que ilumine a todos los hombres de buena voluntad, allanando los caminos de la colaboración recíproca y que atraiga sobre la humanidad, la abundancia de la benevolencia divina, la fuerza misma de Dios, sin cuya ayuda nada vale ni nada es santo".